LITERATURA › LA EDICIóN DEL LIBRO IMPUBLICABLE DE OSVALDO LAMBORGHINI
El editor Anxo Rabuñal publicó Teatro proletario de cámara en una serie de 300 ejemplares numerados, con encuadernación manual y estuche de cartón. “Es un laboratorio de ideas”, justifica.
› Por Silvina Friera
Un Kamasutra literario o un Kamasutra plástico. Así define Anxo Rabuñal, editor español, a Teatro proletario de cámara, la obra inconclusa que reúne los últimos experimentos poéticos-narrativos-gráficos de Osvaldo Lamborghini (1940-1985). Todas las editoriales en Barcelona, ciudad donde el escritor argentino estuvo los tres últimos años de su vida, encerrado en su departamento, escribiendo sin parar, lo consideraron impublicable no sólo por la extensión, más de 600 páginas, sino por el carácter pornográfico de los poemas, los textos, las fotos y los dibujos manipulados por el autor de El fiord. Pero Rabuñal se animó a publicarlo en una edición facsimilar limitada de 300 ejemplares numerados, con los textos tal como fueron dactilografiados, encuadernación manual, tapas de gomas serigrafiadas, cantos dorados y estuche de cartón estampado.
“Este libro es un laboratorio de ideas en el que Lamborghini combina la palabra con la imagen, creando un juego visual en torno de la palabra. Esta práctica tan común hoy, Osvaldo la hacía hace treinta años. El fue un pionero de la estética urbana. Para mí enlaza con la cultura del graffiti, con lo más contemporáneo y callejero”, dice Rabuñal, que hoy a las 19 presenta el libro en la Biblioteca Nacional (Agüero 2502), junto con César Aira (autor del prólogo) y el dramaturgo y actor Roberto Scheuer, con quien Lamborghini escribió piezas y guiones.
“El formato no es fácil de definir –advierte Aira, amigo y albacea literario de Lamborghini, en el prólogo–: libro ilustrado, álbum de recuerdos, revista pornográfica intervenida, museo portátil.” La deliberada división en tomos, además de imponer a priori, en hueco, una dimensión monumental, sugiere una colección, y ésta el trabajo editorial. Este trabajo, según Aira, da una clave del antecedente más inmediato de Teatro proletario de cámara, “no necesariamente anterior en el tiempo: la confección de libros artesanales, de los que Lamborghini hizo una buena cantidad, algunos de ellos encuadernando papel en blanco (que en su mayor parte quedaron sólo con las primeras páginas dibujadas, pintadas o escritas), algunos reformando libros ya existentes (cubriendo de pintura blanca el texto, dibujando o escribiendo encima del texto impreso o pegando figuras recortadas).”
Que Lamborghini hiciera el libro, antes de ocuparse de escribirlo, confirma su famosa recomendación: “Primero publicar, después escribir”, quitándole a publicar, como plantea Aira, su aspecto social para volverlo juego solitario y secreto, de cámara. Pero el escritor pringlense aclara que Lamborghini iba más lejos aún: “Publicar, sin escribir”, frase de un texto suelto de 1983, contemporánea al trabajo de los libros artesanales. “Coherente con su aislamiento, acentuaba su autonomía haciéndose su propio editor; o jugaba, con sarcasmo, a hacer imposible o especialmente difícil la tarea de cualquier editor futuro”, agrega Aira.
Teatro proletario de cámara actualizó otro antecedente, la pintura, el más lejano en la biografía del autor, quien le daba con frecuencia status de origen. Lamborghini practicó la pintura de niño, ganó algún premio y los padres le instalaron un pequeño taller en la casa. “Esa vocación quedó suspendida, hasta el final de su vida, cuando las circunstancias, en la forma de un sedentarismo que por un motivo u otro siempre se le había hecho esquivo, volvieron a hacerla posible”, subraya Aira.
“En una carta de septiembre de 1985, dos meses antes de su muerte, decía: ‘Me puse un tallercito para pintar todo el material porno que consumo. Es eclesial. Las caras best-celestiales de las mujeres gozando, ardiendo en technicolor –mal impreso en España, es decir, impreso por Goya–: rojo chorreado de la vulva sobre el peligro (pene) amarillo. Delicias expresionistas. Los artistas del género ya lo están despreciando’.” Rabuñal subraya los aportes del prólogo de Aira en la aproximación a cuestiones como la pornografía. “El sexo en Lambor-ghini es el audio soez que proviene de un poeta de oído muy afinado”, recuerda el editor español. “Pensaba divertirme escribiendo un libro pornográfico. Más precisamente, gráfico: toda la carne ya está en el horno. Pero resultó una empresa cara, de las caras. No fue posible: el porno es una tortura política”, admitía ese poeta afinadísimo.
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