Dom 22.04.2012
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LITERATURA › ADRIAN PAENZA PRESENTO ¿COMO, ESTO TAMBIEN ES MATEMATICA?, EN LA FERIA DEL LIBRO

Como que los números no muerden

Su sexto libro sigue demostrando que su disciplina es parte de la vida misma, que no aburre y forma parte de lo cotidiano. La presentación fue masiva y abundaron los chicos y adolescentes con sus padres y abuelos.

› Por María Daniela Yaccar

Es conocida la restricción que pone (y se pone) Adrián Paenza toda vez que brinda una charla: detesta que lo aludan como si fuese un autor muerto, lo cual es coherente con sus intenciones. Alguien que se ocupa de demostrar que las matemáticas son útiles y bellas y que pueden ser entendidas por cualquiera no podría ser muy amigo de lo ceremonial. La presentación de su sexto libro, ¿Cómo, esto también es matemática? (Sudamericana), en la 38ª Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, fue, ante todo, una divertida clase para 400 asistentes de todas las edades que formaron una larga fila en la puerta de la sala José Hernández, pasadas las 17.30 de ayer.

Los presentes –muchos padres con sus hijos y abuelos con sus nietos– recibieron, antes de ingresar, una fotocopia con cinco problemas matemáticos y un lápiz. Un pizarrón fue el gran aliado del matemático y periodista durante la charla, que por momentos parecía un stand up: lo increíble es que Paenza también puede hacer humor con la matemática, y muy naturalmente. “Siempre pido que en las presentaciones no digan nada de mí”, recalcó no bien apareció en el escenario de la inmensa sala que más tarde acogió a Eduardo Galeano. “Hemos hecho un largo camino para que se presente un libro de matemática ante tanta gente. Esto era impensable hace diez años”, advirtió. Con la misma humildad –y el poco egocentrismo– con que pronunció estas palabras manejó su presentación.

Claudio Martínez, productor de programas televisivos de Paenza, habló de él. Sin embargo, fue sintético, como para que su amigo no se enojara. En uno de los pasajes más significativos de su exposición, sostuvo: “En los últimos diez años, Adrián se convirtió en símbolo de un tipo de país. Sintetiza el nuevo vínculo entre el conocimiento y la producción. Este es un país que apuesta al conocimiento, recupera la televisión pública, crea canales temáticos y apuesta a la inclusión cultural”. En este marco, “los libros de Adrián son una contribución a una nueva comprensión de la matemática, pero también una invitación a pensar”. ¿Cómo, esto también es matemática? fue incorporado al programa Conectar Igualdad. El año pasado, Cristina Fernández acompañó al autor en la primera presentación de este libro en el Maipo.

“¿Cuántos de acá saben manejar?”, preguntó Paenza, y muchos alzaron la mano. “El que va en el asiento de acompañante a veces nos mira como si fuéramos burros o bobos. Pero uno se la banca. Sabe que después de pasar por esa humillación va a salir manejando. Descubre el placer de estar evolucionando.” Eso no parece ocurrir con la matemática. Salvo que se asista a una de sus charlas. “Los niños hacen esfuerzos descomunales, se desesperan por entender las tablas de multiplicar. La autoridad dice ‘esto es así’, el chico pregunta a los padres, ellos no saben y dicen que le servirá más adelante. Pero ese más adelante nunca llega. Hay gente con recibos pidiendo que le devuelvan el tiempo que invirtió.” Las risas no se hicieron esperar: fue una suerte de catarsis colectiva.

Antes de la resolución de los problemas que estaban en el papel, Paenza hizo unas demostraciones en el pizarrón que suscitaron exclamaciones y aplausos. Explicó, por ejemplo, cómo se puede multiplicar sin saber las tablas –a partir de un método ruso– o que existen 3.628.800 posibilidades distintas de escuchar un compact de diez temas, alterando su orden. “La matemática que nos contaron tenía un problema: parecía servir para gente que no éramos nosotros. Hay tantos otros lugares para entrarle, tiene tanta belleza. Mi libro apunta a demostrar que la matemática tiene que ver con buscar patrones, elaborar estrategias y atentar contra la intuición”, explicó el periodista.

Después vino la búsqueda de la solución de los problemas. Paenza intentó en todos los casos que el protagonismo recayera sobre el público. “¿Están todos muertos?”, avivaba cada tanto, e invitaba a los que ya sabían las respuestas a cerrar la boca, para no romper con el juego. “Estamos entregando certificados a los que conocen las respuestas”, bromeó. Dos personas subieron al escenario a resolver los enigmas. Uno de los que más gustaron fue el de un censista que tenía que adivinar la edad de las hijas de su encuestada. “Nadie quiere exhibirse, parece que fuera feo decir ‘no sé’ o ‘no entiendo’ en esta sociedad”, reflexionó Paenza. No obstante, mantuvo siempre su alegría por el hecho de que 400 personas asistan a la presentación de un libro de matemática.

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