Sáb 03.05.2014
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LITERATURA › HOY Y MAÑANA, CICLO MILHOJAS

Paladar cultural

› Por Leonardo Ferri

Se huele, se saborea, se mira, se escucha... y también se lee. Al auge de los programas y canales de televisión dedicados a la gastronomía, de los circuitos gourmet y de los cursos destinados a (aun siendo un amateur) mejorar las habilidades en la cocina, se le suma desde hace algunos años el de los libros que, lejos de la clásica compilación de recetas, buscan captar un nuevo público con una mirada novedosa dentro de la misma temática. En este contexto, el Ciclo Milhojas –hoy y mañana en la Feria del Libro– propone responder a la pregunta “¿Qué es la gastronomía argentina?” junto a invitados como Dolli Yrigoyen, Andrés Rosberg, Ariel Rodríguez Palacios, Mauricio Asta, Felipe Pigna, Fernanda Orellano y Martiniano Molina, entre otros. “El objetivo del ciclo es que la gente vaya, esté en contacto con las figuras que los convocan, y pueda reflexionar sobre los temas que planteamos”, explica Joaquín Hidalgo, periodista especializado en vinos y gastronomía, y curador de Milhojas desde su prueba piloto, en 2013. “También vamos a tener cosas para comer y beber, gentileza de los auspiciantes”, se apura en aclarar.

Según Hidalgo, tres hechos sirven para entender la invención del ciclo. “Hay un auge de contenidos en torno de la gastronomía, ya sea en televisión, radio o libros, que habla del consumo que hay sobre la temática”, comienza, y fortalece su argumento con el siguiente: “Parte del contenido de la feria es poco convocante, y a la vez la escala del evento implica también tener contenidos más amplios”, continúa. “Es más de un millón de personas en tres semanas, y la Feria del Libro venía pensando y planeando en sus últimas ediciones algún producto que le permitiera reinventar el modelo que ellos proponían, en el que salas con dos mil personas pudieran convivir con presentaciones a las que asisten sólo quince”, agrega. La tercera evidencia tiene una explicación más mercantilista: “En el mundo editorial se encontraron con un mercado que era insospechado para ellos, un nicho de gente dispuesta a gastar en contenidos que no mueven la aguja de su economía. En el sector de la gastronomía y los vinos el consumidor está acostumbrado a gastar plata, porque uno sabe que comer más o menos bien cuesta $ 200 por persona. La prueba piloto del año pasado funcionó muy bien, se dieron cuenta de que un ciclo de gastronomía movía mucha gente, porque es algo cercano al consumo masivo”, cierra, contundente.

–Usted habla de “figuras convocantes”, ¿y cuándo fue que el chef o cocinero adquirió el título de celebridad?

–La aparición de los libros y de la imagen en la televisión cerraron un circuito de 360 grados, un producto que es el cocinero en sí mismo. Vos podés ser un chef guardado en la cocina de un restaurante para 40 comensales y hacer la mejor gastronomía posible, pero sólo vas a ser conocido en el mundo gourmet y no para el grueso de la gente; o podés ser Mauricio Asta, un tipo de treinta y pico de años que tiene un programa canchero y mueve millones de consumidores, porque la gente va a las charlas, lo conoce y lo trata de una forma muy diferente a una charla de, por ejemplo, Pietro Sorba. Y cada uno es un crack en lo que hace.

–¿Cómo conviven hoy el clásico libro de cocina con los sitios web y programas de televisión?

–El clásico libro no deja de ser un libro de recetas destinado más que nada al público adulto, por llamarlo de alguna manera. Lo que reinventó el mundo editorial, un poco de la mano de Narda Lepes, es esa mirada un poco más canchera. Comer y pasarla bien, su primer libro, fue novedoso en todo sentido, porque inauguró un concepto visual y muy cercano al consumidor; o Qué. Cómo. Dónde, su guía de compras. Ambos fueron novedosos por su propuesta y por el nivel de precios. Internet no le robó el lugar al libro, lo que hizo fue convocar a un nuevo público con otro tipo de herramientas. Yo no compito con los libros de Narda escribiendo en blogs, pero sí puedo generar una audiencia nueva en otro ámbito. Son distintos modelos de consumo que pueden convivir.

–Una de las críticas que se le hace a la feria es que recurre a personajes populares poco ligados con los libros, y Milhojas parece estar en el medio de ambos mundos. ¿Cómo lo ve usted?

–La industria editorial convoca espectros tan amplios como la literatura de vanguardia y un libro de cocina. A los puristas no les debe gustar que esté un tipo como Matías Alé, pero lo cierto es que hay otros autores locales muy buenos que también están en la feria. En el fondo la que convoca es la industria editorial, con todo lo que eso implica. Seguramente vendan más los aforismos de Belén Francese que Alan Pauls, pero también es cierto que uno construye un prestigio en cada una de las cosas que le van saliendo.

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