LITERATURA › MARÇAL AQUINO SE PRESENTA HOY EN EL ESPACIO DE SAN PABLO
Yo recibiría las peores noticias de tus lindos labios, único libro del brasileño traducido al castellano, plantea un triángulo amoroso en medio de tensiones entre mineros y empresarios. La novela incluye un linchamiento. “No puedo cerrar los ojos ante la barbarie”, dice.
› Por Silvina Friera
Un súbito y luminoso sonido –la melodía de un recuerdo– clarea en la mirada de Marçal Aquino. Entonces parpadea para volver a Amparo (Brasil), una pequeña ciudad en una zona rural, donde nació en 1958. Hubo un tiempo, hasta que cumplió los seis años, en que la televisión no existía. ¿En qué creía ese niño que sólo dibujaba y en cuyo futuro inmediato no estaban aún los libros? En la belleza de la lengua suelta, quizá lo único en ese mundo que lograba ponerlo de rodillas. Una “religión” que conserva, a su manera. “Yo oía las conversaciones de los peones de la hacienda y percibía que la misma historia era repetida siempre de un modo diferente: se agregaban detalles, se modificaban otros –evoca–. En el alma de todo lo que escribo está la posibilidad de contar una historia para alguien. Nada más. No tengo grandes ambiciones. La calle es muy importante para mi literatura; empiezo a escribir a partir de algo que escuché, que vi o sentí. Me interesa captar la manera de hablar de las personas.”
Antes de los primeros libros que leería y que consiguieron que entrara en estado de shock y la imaginación lo aguijoneara sin cesar, en el origen del escritor paulista está la oralidad. Al autor de Yo recibiría las peores noticias de tus lindos labios (Océano) –que se presenta hoy a las 17.30 en el Espacio de San Pablo en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires– le gusta escribir tanto como hablar. “Nélson Rodrigues, nuestro gran dramaturgo, decía que el problema del escritor brasileño es que toma pocos cafés en los bares y que por eso le cuesta oír la manera de hablar del pueblo”, dice el narrador y guionista de cine a Página/12.
Yo recibiría las peores noticias de tus lindos labios, el único libro por ahora traducido al castellano, es un triángulo amoroso protagonizado por Cauby –un fotógrafo que llega a un pueblo del norte de Brasil–, Lavinia, una mujer casada –ese “amor que se convierte en una peste”, según plantea el filósofo de cabecera del fotógrafo, un tal Benjamin Schianberg– y el esposo de la joven, Ernani, el popular pastor evangélico de la zona. Una trama policial con asesinato incluido más posterior linchamiento –a quien creen que pudo haber sido el criminal, pero no lo es– en medio de las tensiones políticas entre mineros y empresarios. “Benjamin Schianberg es una broma que hice cuando empecé la novela –explica–. Me di cuenta de que podía ampliar la broma colocando algunas pistas falsas en Internet. ¿Por qué lo inventé? Hay una serie de personajes que tienen existencia real, pero son tan extravagantes que parecen inverosímiles. Por ejemplo, el profesor Konrad Lorenz, que aparece citado, fue un Nobel de Medicina que no es muy conocido y del que incluso, más tarde, se descubrieron algunas ligazones con el nazismo. Lorenz defendía la comunicación entre hombres y animales, algo que puede no ser tomado en serio. El personaje Schianberg se volvió en mi contra porque aún hoy me suelen preguntar si existe. Una editora de Río de Janeiro me llamó para decirme que necesitaba de mi ayuda para encontrar a la editora que publicó el libro Lo que vemos en el mundo de Schianberg. ‘No puedo ayudarte porque es una criatura de ficción’, le dije. Mirá qué fuerza que puede tener la ficción. La broma funcionó tan bien que dio origen a una película sobre las teorías del profesor Schianberg.”
–Sin desmerecer al resto de los personajes, el profesor le comió la novela, ¿no?
–Y sí, ¿de qué habla el profesor Schianberg? Nada más que del sentido común sobre el amor. No hay una gran revelación sobre el amor, lo que dice es lo que se dice vulgarmente sobre el amor. Leer a Schianberg es como leer a Paulo Coelho tomado en serio (risas). Puedes leer a Paulo Coelho, no tengo nada en su contra, pero tomado en serio es otra cosa. Faulkner decía que la literatura es observación, imaginación y experiencia. Las tres cosas. Mi novela es una sumatoria de este trinomio. Me pregunto siempre quién es Lavinia en realidad. Puedo decir que tal vez sea la suma de las mujeres con las que me he encontrado en la vida. Estuve profundamente apasionado por Lavinia mientras escribía la novela. Cuando la terminé, me apasioné por otra mujer (risas).
“Lo más importante era hablar de un personaje que tiene una visión del amor un tanto escéptica. La pregunta más importante es hasta dónde está dispuesto a ir un hombre por amor. Esta es la pregunta que Cauby intenta contestar a lo largo de la novela”, subraya Aquino, autor de libros de cuentos como O amor e outros objetos pontiagudos, Faroestes y Famílias terrivelmente felizes; y de la novela Cabeça a prêmio. Cauby es acusado sin pruebas ni evidencias de ser el asesino del pastor. Pronto será linchado por el pueblo. Perderá un ojo, además de las múltiples fracturas que sufre en el cuerpo, en el cráneo y varias lesiones profundas en el rostro y en el tórax. “Hubo linchamientos recientes en Río de Janeiro. San Pablo está siempre elevando el patrón de la barbarie porque la tendencia es el descuartizamiento –ironiza el escritor–. Yo no puedo cerrar los ojos ante la barbarie. La mujer que auxilió a una de las víctimas linchadas en Río está amenazada. Convivimos con las sombras y con las luces. Las personas están expuestas a un grado de violencia tal que quieren hacer justicia por mano propia. Es un momento muy peligroso.”
–¿De qué modo incide en lo que escribe el hecho de vivir en San Pablo?
–El impacto de vivir en San Pablo es muy grande, con el adicional de que trabajé como periodista policial. Mi generación acostumbraba a decir que el periodismo es perjudicial para la literatura porque te manejás con las palabras todo el día y ¿qué escribes por la noche? Como periodista que fui, aprendí a mirar y a oír a las personas. No tengo dudas de que mi literatura nació de mi experiencia como reportero policial en San Pablo. Imaginate la posibilidad de casos que tuve. Yo permití que esas experiencias contaminasen mi literatura. El periodismo me permitió ingresar en el submundo de mi ciudad. Si no estuviese viviendo en San Pablo, mi literatura sería completamente distinta de lo que es.
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