Vie 05.12.2014
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LITERATURA › ESTELA DE CARLOTTO EN LA FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO DE GUADALAJARA

“Yo les dije que cuenten con todas nosotras”

La presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo fue homenajeada en la FIL, presentó el libro ¿Quién soy? Relatos sobre identidad, nietos y reencuentros y se solidarizó con los familiares de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa.

› Por Silvina Friera

Desde Guadalajara

Elsa Osorio, María Teresa Andruetto y Paula Bombara junto a Carlotto en la presentación del libro, ayer en la Feria de Guadalajara.

“La situación es distinta, pero el dolor es el mismo.” Estela de Carlotto –“una maestrita” y abuela, como ella misma se define– se emociona al hablar de su encuentro con los familiares de los 43 estudiantes de Ayotzinapa en la 28ª edición de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL). “Esa reunión fue muy dura porque me removió mis angustias, mis pesares, esas noches sin dormir... Cuando se preguntaban cómo estarán, si tendrán frío o hambre, era lo que pensábamos nosotras todos los días”, cuenta la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo en la presentación del libro ¿Quién soy? Relatos sobre identidad, nietos y reencuentros, junto con las escritoras María Teresa Andruetto, Paula Bombara y Elsa Osorio. “Yo les dije que cuenten con nosotras, que los vamos acompañar; que sigan pidiendo con fe y esperanza, que unan las manos y llamen a todos, que abran las puertas a la compañía de los demás. Y, sobre todo, que exijan a las autoridades, que son las que tienen que responder. El mundo entero lo sabe y se están haciendo actos en solidaridad con estas familias que están rogando que vuelvan sus hijos. Los piden con vida, como los pedíamos nosotras. No les puedo decir que tengan la paciencia de 36 años de lucha, porque sería casi una ofensa. Ellos quieren saber ya dónde están sus hijos.”

La FIL está movilizada por la rabia, el dolor, la demanda de justicia. Unos estudiantes caminan por los pasillos de la feria con las fotos de los estudiantes y se detienen justo en el pabellón argentino, cerca de la foto en la que está Carlotto con su nieto Guido. “Abel García Hernández”, grita una chica. “Presente”, responden todos. Y los nombres siguen –Dorián González Parral, Saúl Bruno García, Mauricio Ortega Valerio– hasta completar los 43 que faltan. Cuando terminan, se acuestan en el suelo, boca arriba, y empiezan a contar al revés: 43, 42, 41... 1 ¡Justicia! Un cartel con una fotografía de 43 alumnos argentinos del Colegio Nacional Buenos Aires con la leyenda “con vida los llevaron, con vida los queremos”, y las banderas de ambos países se despliegan a un costado del escenario donde está Carlotto. “No es lo mismo todo lo que está pasando en este país con los muertos, los degollados, las mujeres de Juárez y los desaparecidos, que lo que pasó en la dictadura argentina –plantea–. Acá es el Estado de Derecho y parece que esto pasa hace mucho. Cada país tiene su propia historia y la resuelve a su manera. Hay que cuidar las democracias; hay democracias que no lo son y hay que corregirlas, pero el único que puede cambiar esos errores es el pueblo soberano.”

Carlotto advierte que es “medio difícil” resumir una historia de lucha que cumplió 37 años. “Yo fui una maestra de una escuelita muy humilde y ayudaba a mis alumnos de la manera que podía, comprándoles útiles y zapatillas. Cuando le dije a Laura que hiciera eso y que no militara porque la podían matar, me dijo: ‘Mamá, lo tuyo es bueno, pero no sirve; son remiendos. Hay que cambiar las bases’. Cuando le dije ‘te van a matar, Laurita’, me dijo: ‘Mamá, nadie quiere morir, todos tenemos un proyecto de vida, miles de nosotros vamos a morir, pero nuestra muerte no va a ser en vano’. La sangre derramada no fue en vano; tenemos en Argentina la etapa democrática más larga de nuestra historia, 31 años de democracia, seguro que no va a haber otra dictadura porque no lo vamos a permitir”, subraya Carlotto, y precisa que la Argentina es el único país que tiene una institución como Abuelas. “El plan de robo de bebés es terriblemente perverso; secuestrar a una joven embarazada, torturarla igual y dejarla vivir hasta que tuviera a su bebé, para luego asesinarla.” La presidenta de Abuelas confiesa que en los primeros tiempos eran “inocentes” cuando iban a pedir ayuda a la Iglesia. “Más que ayudarnos, nos sacaban información. Nunca nos dieron nada.”

Al comienzo, la búsqueda de los nietos estaba orientada hacia los orfelinatos. Todavía preservaban una modesta esperanza de que se los devolverían. Como fueron creciendo, había que buscar en las escuelas. Entonces las Abuelas sacaban fotos de quienes podían ser sus nietos, se hacían pasar por vendedoras o hasta empleadas domésticas. Más allá de estas pesquisas, muchas se preguntaban cómo podían demostrarle al juez que ese chico era su nieto. ¿La sangre de las abuelas servirá? La primera respuesta que recibieron fue que no había ninguna posibilidad. Luego, cuando viajaron a Estados Unidos en 1983 a un simposio internacional de genetistas, la respuesta fue que sí, que la sangre de la familia paterna y materna sirve. “Cuando hoy nos preguntan qué piensan hacer para el año que viene, no podemos decirlo. Nunca sabemos qué más vamos a inventar. Hay mucho más para hacer”, admite Carlotto, y agrega que al principio no le gustó mucho el hecho de tener un papa argentino. “Nunca lo habíamos escuchado hablar frontalmente de los desaparecidos ni de los niños. Si uno se equivoca, tiene que cambiar de opinión”, reconoce la presidenta de Abuelas, quien recientemente fue recibida por el papa Francisco. “El Papa y la Iglesia nos están ayudando. Nos empezamos a reunir con monseñor (José María) Arancedo y la Iglesia está colaborando abiertamente para obtener los archivos de las organizaciones católicas. Son avances magníficos que hay que valorar. Pero nada se hace de un día para el otro.”

“No se me borra la sonrisa, parezco el Guasón, porque estoy feliz”, celebra Carlotto el encuentro con su nieto Ignacio Guido Montoya Carlotto. Ese abrazo contenido por 36 años “es el eterno abrazo de una abuela que rogaba no morirse sin encontrarlo”.

Puras mentiras

El dolor no paraliza a Rafael López Catarino, el padre de uno de los estudiantes desaparecidos el 26 de septiembre pasado, Julio César López Patolzin, que el domingo pasado se reunió con Carlotto en el Distrito Federal. Los oscuros carbones de sus ojos se aclaran por las lágrimas. “No es posible que siga esto; ahorita nos tocó a nosotros y a rato, ¿quiénes más serán? Más niños que apenas van haciendo su carrera. El mal gobierno no nos responde, no nos ayuda, nos dice no más puras mentiras, dicen que los buscan y no los están buscando. Los meros culpables son ellos, el gobierno que nos los quiere entregar muertos”, cuenta López Catarino a Página/12. Es un hombre sencillo, un campesino pobre que tiene cuatro hijos y no piensa bajar los brazos, ni darse por vencido. En el pabellón de la Argentina está por empezar una conferencia de prensa con Carlotto y los periodistas mexicanos. “Se los llevaron vivos gente uniformada, sabemos que es el gobierno; así como vivos se los llevaron, vivos nos los tienen que entregar. No estamos dispuestos a que esto quede así nada más.”

–¿Cómo sigue la lucha?

–El gobierno quiere apostar a nuestro cansancio, pero más alzamos la voz, más nos gritan que no estamos solos y más nos llenan de fuerza. Tenemos que seguir adelante hasta encontrarlos a todos. La gente nos está ayudando, se está dando cuenta de lo que está pasando. Muchos campesinos y obreros nos apoyan. No queremos más muertes, más violencia, más desaparecidos. Necesitamos que este mal gobierno se vaya. Nosotros no vamos a dejar de luchar.

La desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa quizá sea como el “Nunca más” de la Argentina. “Tenemos todavía más de 300 niños que ahora son hombres y mujeres que no saben quiénes son. Acá en México encontramos un nieto, que lo llevamos a la Argentina en plena dictadura. Nos ayudó Naciones Unidas a sacarlo clandestinamente para que se encontrara con su papá, que era un sobreviviente. Nuestros nietos pueden estar en cualquier lugar del mundo. El mundo tiene que ayudar a encontrar a los 43 jóvenes”, declara la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo. López Catarino pide la palabra y agradece a Carlotto la fuerza que les transmite. “Los padres estamos unidos porque estamos buscándolos. No le hacemos mal a nadie, nos movilizamos pacíficamente, sin violencia. ¿Qué hicieron ellos con nuestros hijos? ¿No fue violencia? Queremos que oigan nuestra propia voz. Televisa dice pura mentiras”, cuenta el padre de Julio César. “Todos ustedes nos ayudan, los estudiantes y los maestros que nos acompañan. Debemos levantarnos y pelear para que no siga pasando esto.”

López Catarino dice que a duras penas tiene el segundo grado de la escuela primaria. “Cuando los veo a ustedes que me gritan que no estamos solos, me dan fuerzas. Ya no siento la noche, ando como si apenas fuera a empezar el día.”

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