LITERATURA › YUVAL NOAH HARARI Y SU LIBRO DE ANIMALES A DIOSES
“Sólo los sapiens pueden hablar acerca de cosas que no existen, entidades que nunca han visto ni tocado ni oído”, señala el autor israelí, que además analiza los esfuerzos humanos por investigar maneras de retrasar la muerte... o directamente eliminarla.
› Por Silvina Friera
La revolución cognitiva fue el primer paso. Hace 70.000 años, el Homo sapiens era todavía un insignificante animal en un rincón de Africa. Pero en los milenios siguientes se transformaría en amo de todo el planeta y en el terror del ecosistema. “Nunca convenceremos a un mono para que nos dé un plátano con la promesa de que después de morir tendrá un número ilimitado de bananas a su disposición en el cielo de los monos”, afirma Yuval Noah Harari en De animales a dioses (Debate), provocadora breve historia de la humanidad que ha sido traducida a 20 idiomas. El historiador israelí subraya que, a diferencia de otros animales, sólo los sapiens pueden hablar acerca de cosas que no existen, entidades que nunca han visto, ni tocado ni oído. La capacidad de hablar sobre ficciones es la característica más singular del lenguaje de los sapiens. “La ficción nos ha permitido no solo imaginar cosas, sino hacerlo colectivamente”, plantea Harari. “Podemos urdir mitos comunes como la historia bíblica de la creación (...) y los mitos nacionalistas de los estados modernos. Dichos mitos confirieron a los sapiens la capacidad sin precedentes de cooperar flexiblemente con un número incontable de extraños. Esta es la razón por la que los sapiens dominan el mundo, mientras que las hormigas se comen nuestras sobras y los chimpancés están encerrados en zoológicos y laboratorios de investigación.”
Harari (Haifa, 1976), profesor de historia en la Universidad Hebrea de Jerusalén formado en Oxford, advierte que es probable que en un futuro cercano los humanos no sean más mortales. “Vamos a utilizar el poder de las nuevas tecnologías no para destruirnos, sino para intentar realizar las fantasías que imaginamos. Estamos en el proceso de adquirir poderes divinos, como la capacidad de superar la muerte y vivir en forma indefinida”, señala el historiador israelí en la entrevista con Página/12.
–¿Cómo sería superar la muerte? ¿Es posible o es una ficción?
–Durante la mayor parte de la historia, la muerte fue considerada como un fenómeno metafísico: Dios decretaba que los humanos tenían que morir. El cristianismo o el Islam crecen alrededor de la idea de que cuando uno muere te castigan o te recompensan por tus acciones en la Tierra y en consecuencia vas al infierno o al cielo. En cambio para la ciencia la muerte no es un fenómeno metafísico, sino un problema técnico. Las personas mueren por una cuestión técnica: el cáncer que se disemina por el cuerpo, el corazón que deja de bombear sangre o porque no llega suficiente oxígeno al cerebro. Los ingenieros pueden resolver la muerte y no es una fantasía. Google, que es una compañía muy seria, ha fundado hace tres años una compañía subsidiaria que se llama Calico, cuyo objetivo declarado es resolver el problema de la muerte. La pregunta es cuánto van a tardar. Emprendedores y científicos de Silicon Valley creen que en el siglo XXI vamos a poder superar la muerte, que algunas personas que ya viven hoy van vivir por un tiempo indefinido, siempre y cuando tengan la plata suficiente para pagar los tratamientos. En el siglo XX la expectativa de vida se duplicó de 35 a 40 años a más o menos 75 años. En el siglo XXI, plantean algunos científicos, habría que duplicarla de 75 a 150. Yo me siento un poco escéptico al respecto, creo que la idea de superar la muerte tiene sentido, no es una fantasía, pero probablemente lleve más tiempo que cien años. Superar la muerte no va a suceder en un solo paso, como inventar una píldora que te tomás y vivís un millón de años. Lo que se piensa es que cada diez años vas ir a la clínica a recibir tratamientos regenerativos que te van a permitir vivir otros diez años más con buena salud. Y así sucesivamente... Pero casi nadie piensa en vivir un millón de años, nadie comprende qué significaría vivir tanto tiempo.
–La muerte seguiría siendo un problema para la mayoría porque sólo una pequeña minoría podría pagar para vivir indefinidamente, ¿no?
–Por lo menos al principio sería un proyecto bastante elitista, y tal vez lo que haga es crear grandes brechas y aumentar las diferencias. Cuando uno ve el mundo hoy, la igualdad está afuera y la inmortalidad ha ingresado. En el siglo XX, la igualdad era un valor muy importante y a nadie le importaba la inmortalidad. A la élite del mundo ya no le importa tanto la igualdad porque empieza a pensar en la inmortalidad.
–¿Podría soportar el planeta que se supere técnicamente la muerte?
–Con la tecnología presente no. Hoy, sin inmortalidad, el planeta no es capaz de tolerarnos a nosotros mismos, porque estamos destruyendo la mayor parte del sistema ecológico. Esto es ciertamente un problema muy grande y la humanidad no está dispuesta a hacer algo. Para frenar el calentamiento global y la destrucción del planeta hay que ralentizar el crecimiento económico, pero ningún gobierno puede sobrevivir haciendo eso.
–En una parte del libro comenta sobre el Proyecto del Genoma Neanderthal, una iniciativa por la que se podría implantar ADN reconstruido de neanderthal en un óvulo sapiens y producir así el primer niño neanderthal en 30.000 años. Varias mujeres se han ofrecido para actuar como madres de alquiler. ¿Qué análisis puede hacer de este proyecto?
–Por cuestiones éticas y políticas no se está haciendo, hasta donde yo sé. Durante los últimos diez años, los científicos han desarrollado métodos para extraer el ADN de huesos fosilizados y con estas técnicas han podido mapear todo el genoma de los neandertales. Una de las grandes sorpresas de este proyecto es que muchas personas vivas hoy tienen ancestros neandertales, cuando previamente se había pensado que los neandertales se habían extinguido en el momento en que los Homo Sapiens se diseminaron en sus territorios en Europa y Medio Oriente. Pero ahora tenemos pruebas que hasta el 4 por ciento de los genes únicos humanos de los europeos vienen de ancestros neandertales; entonces debe haber habido un maridaje, una mezcla o una relación sexual fértil entre neandertales y Homo Sapiens hace 30 mil o 40 mil años, y de estas relaciones surgieron los europeos.
–¿Por qué si se evolucionó tanto no se pudo controlar el sufrimiento y el dolor?
–El poder que obtuvimos nos permitió cambiar el mundo alrededor nuestro, pero no cambió nuestro mundo interno. Siempre creemos que reaccionamos a eventos externos, pero de hecho reaccionamos a sensaciones en nuestro cuerpo y a las emociones de la mente. A medida que las condiciones mejoran, aumentan nuestras expectativas y ahora podemos disfrutar de capacidades y de poderes que nuestros ancestros sólo soñaban, pero también tenemos más expectativas. Entonces nos mantenemos tan insatisfechos como estaban ellos. Todo el poder que hemos obtenido no resultó en un gran aumento de la felicidad.
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