LITERATURA › ZINDO & GAFURI, UNA EDITORIAL DE POESíA
El sello tiene más de 50 títulos publicados en un catálogo donde John Cage convive con poetas contemporáneos argentinos y latinoamericanos. “No importa de qué estética sea, lo importante es que el libro sea sólido”, dice Patricio Grinberg, uno de sus creadores.
› Por Silvina Friera
Las flechas de un puñado de frases sueltas, sentencias, aforismos, reflexiones breves, vuelven a renovar la experiencia de la lectura. “Un poema es un meteoro”, se lee en Adagia de Wallace Stevens, editado por Zindo & Gafuri, una editorial de poesía que tiene más de 50 títulos publicados en un catálogo donde conviven “clásicos contemporáneos” como John Cage (1912-1992), la poeta canadiense Anne Carson, la poeta norteamericana Rae Armantrout, el poeta canadiense Emannuel Hocquard, el cubano Severo Sarduy, con poetas contemporáneos argentinos y latinoamericanos como Bárbara Belloc, Carlos Battilana, Roberta Iannamico, Mercedes Alvarez, Fernando Molle y Cecilia Eraso, entre otros. Este sello creado por tres licenciados en Comunicación, que además de poetas son docentes universitarios, Patricio Grinberg, Mauro Lo Coco y Nicolás Pinkus, se prepara para arrancar un 2016 con muchas traducciones: Teoría de la catástrofe, una antología de la poeta norteamericana Mary Jo Bang, traducida por Aníbal Cristobo y Grinberg; Worstward Ho de Samuel Beckett, que probablemente será traducido como A lo peor o Hacia lo peor; Notaciones sobre el horizonte del poeta francés Yves Bonnefoy en traducción del poeta Arturo Carrera; Hotel Insomnia de Charles Simic, traducido por María Negroni; Música tenue, antología del poeta norteamericano Robert Hass –premio Pulitzer–, traducido por Silvina López Medín y Mirta Rosenberg; y El vacío y la forma, una antología de Bruce Lee, por mencionar apenas algunos títulos.
Grinberg, “el poeta huraño” como él mismo se define ante Página/12 porque no le gusta ir a las presentaciones de libros, repasa el trabajo a pulmón que están haciendo desde 2010. “Yo tenía que publicar mi libro Manila por una editorial de poesía que se llamaba Tsé-Tsé, que dirigía Reynaldo Jiménez, pero la editorial cerró. En diciembre de 2009, estábamos tomando finales de semiología en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora, y dije: ‘Voy a editar’. Mauro Lo Coco y Nicolás Pinkus me dijeron: ‘Vamos a editar.” Empezamos a buscar imprenta y recién al año siguiente pudimos materializar la editorial con la publicación de los primeros tres títulos –recuerda el poeta y editor–. Como no se nos ocurrió un nombre, le pusimos el nombre de un blog viejo que tenía, donde subía poemas y traducciones, y le quedó Zindo & Gafuri. Indeterminación de John Cage es uno de los libros que más vendimos y ahí nos animamos a publicar más traducciones. En 2013 la editorial explotó y se armó un espacio bastante particular porque los libritos gustan y como Mauro, Nicolás y yo tenemos gustos distintos, no la pensamos para que sea una editorial endogámica, en donde todos escriben más o menos igual y todos son amigos de todos. Se fue sumando gente muy distinta y se armó una cosa bien ecléctica. Hasta nos mandaron materiales de España, que tiene una industria editorial poderosa y editan cualquier cosa. El problema es establecer un criterio para editar y es muy difícil saber qué sí y qué no. Establecimos una especie de zona de empate: no importa de qué estética sea, lo importante es que el libro sea sólido.”
Los bellísimos libros de Zindo & Gafuri se pueden conseguir en librería Norte, la decana de las librerías especializadas en poesía; pero también en Del Mármol, Eterna Cadencia, Arcadia, La Libre, De la Mancha y en varias librerías de Córdoba, Mar del Plata y Rosario. “Cuando empecé a escribir, a principios de los 90, era como decir me gusta tocar el arpa... Nadie escribía poesía; era una excentricidad de viejos. Ahora la poesía argentina es muy vigorosa, se produce y edita un montón; hay muchos festivales. En 1995, cuando yo tenía 25 años, empezaron a aparecer muchos chicos y chicas de 18 años que sacaban un libro imitando a Marina Mariasch, Fernanda Laguna o Washington Cucurto, pero después no siguieron escribiendo. Hubo un montón de ‘émulos de...’ Ahora con Mariano Blatt pasa lo mismo. Sin embargo, hay un interés por la poesía que me parece buenísimo. Aunque sigue siendo un mercado chiquito, como el de los aficionados a las artes plásticas. Cuando sos más joven, te peleás por los criterios estéticos, pero en un momento te das cuenta de que las editoriales de poesía están remando por lo mismo: la mayoría perdemos guita y laburamos como unas bestias para generar cosas”, plantea Grinberg.
“Los libros los pienso como objetos. Cuando compro un libro lo leo y lo destruyo, lo anoto y lo escribo. No llego a arrancar hojas, pero soy muy salvaje –revela el autor de Manila y VHS–. Si lo pensás bien, escribir es perder el tiempo para producir algo que te importa, que te parece bello, importante. Un día Mauro me dijo: ‘Sigamos perdiendo’... porque ahora vamos a perder más tiempo, más guita, más cosas. Pero no me importa. Aunque a veces me canso, me entusiasma ver nuestros libros en la librería Norte.”
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