LITERATURA › EL NIGERIANO WOLE SOYINKA, EN LA FERIA DEL LIBRO DE LA HABANA
El Premio Nobel de Literatura destacó la integración del imaginario africano con el cubano. Autor comprometido y defensor de los derechos civiles, Soyinka conectó de un modo muy especial con el público habanero. Hasta pidió llevarse a Fidel para Nigeria.
› Por Silvina Friera
Desde La Habana
Su presencia es siempre activa y cuestionadora. No deja de alzar la voz para denunciar los crímenes, las injusticias, el hambre en el que viven millones de africanos. La Habana es como un hogar para el dramaturgo, poeta, narrador, ensayista, activista político y Premio Nobel de Literatura 1986. En la sala Nicolás Guillén –poeta mulato que escribió “yo soy también el nieto, bisnieto, tataranieto de un esclavo”–, muchos cubanos se miraron en el espejo del rostro negro del nigeriano Wole Soyinka. De los esclavos nigerianos que llegaron a la isla para trabajar en plantaciones o en tareas domésticas, los cubanos heredaron mucho más que el tono chocolate de la piel. Son los depositarios de una cultura con una fuerte impronta de la inmanencia, de lo pagano, con un panteón yoruba que se fue fundiendo con los santos católicos. “Nunca puedo rechazar una invitación de ustedes. Esta es una nueva oportunidad para renovar mis lazos con el Caribe”, confesó Soyinka. “Para muchos que buscamos cambiar la situación del continente africano, Fidel ha sido un ejemplo a seguir por su compromiso social.”
En la obra del nigeriano, que lamentablemente ha sido traducida parcialmente al español, se manifiesta la integración del imaginario africano y occidental de una manera potente y armoniosa. “Muchos de ustedes son descendientes directos de nuestros pueblos”, dijo el escritor. “Compartimos los mismos rituales y ceremonias, y en el idioma también se ven las deidades que ustedes solían adorar. Por eso existen relaciones tan estrechas con nuestra región y con Brasil.” Soyinka, que fue encarcelado en 1967, cuando comenzó el conflicto de Biafra, disparador de la Guerra Civil Nigeriana, aseguró que “la tecnología nunca es neutral, porque siempre lleva el equipaje de las antiguas culturas”. El escritor nigeriano contó que en el teatro, el campo que más ha trabajado, descubrió similitudes entre el arte dramático yoruba y las tragedias griegas y entre el teatro japonés y el africano. “La dramaturgia es mi género preferido, porque hay un intercambio mucho más dinámico en el escenario de la vida. Un libro no tiene la misma interacción que una obra de teatro”, comparó el autor de piezas teatrales como La danza de los bosques y Las tribulaciones del hermano Jero, entre otras. “El teatro es la forma más humanizada, nunca es pasivo. Esto no hace que el libro sea menos profundo que el teatro”, aclaró.
Soyinka, un gran defensor del rol de las mujeres africanas en los movimientos de liberación, contó que cuando era niño ingresó por accidente a una organización de mujeres revolucionarias nigerianas donde militaban su mamá y su tía. “Trabajaba como correo entre ellas, y como escuchaba las conversaciones, empecé a reconocer las desigualdades de la sociedad en la que vivía”, recordó. “No quiero exagerar y decir que de niño tenía un profundo conocimiento de la situación, pero me gustaba colaborar y ver cómo la colonia podía ser derrotada por las mujeres.” Las cubanas, a esa altura de la charla, estaban encantadas con el señor que parece que tuviera una nube blanca en la cabeza. El escritor nigeriano aseguró que la poesía es una manera “intensa” y “personal” que él elige para comunicarse. “En tiempos crueles como los que vivimos, en tiempos de violencia y de brutalidad, la poesía es un consuelo, una expresión de esperanza, un faro que ilumina.” El escritor afirmó que la especie humana no ha evolucionado por encima de sus posibilidades. “La violencia parece estar programada en los genes de los seres humanos”, advirtió el autor de las novelas La estación del caso, que evoca el mito de Orfeo en el infierno de la guerra civil nigeriana, Aké: los años de la niñez, donde narra la colonización desde los ojos del niño que fue; y El hombre ha muerto, entre otras.
“A la persona que inventó Internet le daría el Premio Nobel de tecnología, pero luego la llevaría a la plaza y la colgaría por haber creado un monstruo”, ironizó el nigeriano. “Internet es una amenaza para el ser humano, por la capacidad que tiene de esparcir el odio.” Respecto de lo que sucede en Africa, Soyinka subrayó que es necesario cambiar los liderazgos. “Se necesita iniciativa política para cambiar la dirección y el rumbo de nuestro continente.” Soyinka estaba tan entusiasmado que agregó que si Fidel fuera más joven, “lo llevaría para nuestro país”. Una cubana le dijo: “No creo que se lo permitamos”. Soyinka miró al público y agregó: “Pero, ¿cómo...? Si somos hermanos me tienen que dejar llevarlo”. Lo pide un hombre que nació en una tierra donde el ser humano por primera vez se puso de pie.
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