LITERATURA › SERGIO SANT’ANNA, EXPONENTE DE LA LITERATURA BRASILEÑA CONTEMPORANEA
El autor carioca vino a presentar su novela Un crimen delicado. Sant’Anna expone con sutileza las fricciones entre arte y crítica.
› Por Silvina Friera
Tal vez ciertos aspectos del lema de la feria, “libros sin fronteras”, ya no sean una mera declaración de deseos políticamente correcta. La literatura brasileña contemporánea, poco a poco, está empezando a ser traducida en el país gracias a un programa patrocinado por la Embajada de Brasil en la Argentina. El año pasado estuvieron Joao Gilberto Noll y Miguel Sanches Neto; ahora llegó a la Argentina el escritor carioca Sérgio Sant’Anna para presentar su novela Un crimen delicado (Beatriz Viterbo), traducida por César Aira. El nombre quizá les suene familiar a algunos lectores argentinos por el cuento Un discurso sobre el método, incluido en la antología Vereda Tropical. Si en este relato el escritor exploraba el absurdo existencial y la violencia social que siguen al inocuo momento en que un limpiador de vidrios se asoma a la ventana de un piso dieciocho, para fumarse medio cigarrillo que ese día encontró tirado en la calle, en la novela, que presentó en la Feria del Libro, Sant’Anna expone de modo sutil las fricciones entre arte y crítica como dos modos distintos de representación de la vida.
En una ciudad reconocible, la Río de Janeiro del Café Lamas, el cine de Estación Botafogo, el Largo de Machado, el crítico de teatro Antonio Martins accidentalmente se involucra con Inés (“fueron sus ojos los que sonrieron primero, antes que su boca se desatase en una risita rápida, entre la simpatía y la burla”), una mujer misteriosa y renga –“modelo” y tal vez amante del artista plástico Vitório Brancatti–, con quien establecerá una relación ambigua. “Escribía pensando en Inés, deseando que ella me leyera”, señala el crítico (y narrador) de la novela, que intentará reconstruir retrospectivamente su drama: se lo acusa, y afronta un juicio, de haber violado a Inés.
“Nunca se tiene la certeza de si fue una provocación de Inés y de su protector, pero al final el crítico llega a la conclusión de que ha sido un instrumento del artista plástico, un actor que no pierde de vista que ha sido utilizado, pero que asume su papel con fervor. No le importa, no le molesta el hecho de haber formado parte de la obra. Lo que no queda claro ni para el lector ni para el narrador es si hubo o no una violación”, aclara Sant’Anna a Página/12.
Sant’Anna (Río de Janeiro, 1941) recibió cuatro veces el premio Jabuti, el más reciente por sus cuentos de O vôo da madrugada (2003), libro que también recibió el Premio de Cuento de la Asociación de Críticos de Arte de San Pablo. Autor de las novelas As confisses de Ralfo y A senhorita Simpson y de los cuentos Breve história do espírito y O monstro, entre otros títulos, el escritor carioca cuenta que el crítico teatral se enamora de la mujer renga, y “aunque parece un hechizo”, este detalle, en realidad, es el que le permite amar a esa mujer. “Hay una tendencia más reaccionaria y retrógrada en la literatura brasileña, apoyada por críticos y escritores, que plantea que la literatura está volviendo a contar historias porque se acabaron las vanguardias y las experimentaciones –explica el autor de Un crimen delicado–. No me opongo a que se cuenten historias, pero a mí como escritor y como lector me parece mucho más interesante cómo contar esas historias, el proceso, que simplemente la historia en sí misma. A veces no recuerdo bien lo que escribo, uno se olvida, pero siento que escribir es mucho mejor que vivir”. Sant’Anna dice que no le interesaba escribir una novela policial “sino desarrollar la complejidad en torno del juicio por la violación, que el juicio fuera un hecho estético en sí mismo, porque la ironía es que si hubo violación fue dentro de la obra de arte”.
–El crítico teatral de su novela, cuando trata de definir su oficio, señala que es una especie de “coautor” de las obras. ¿Comparte esta perspectiva?
–No, en Brasil hay críticos y críticos... aunque estoy seguro de que muchos quieren ser coautores de las obras, pero no lo son. Respeto y admiro a Flora Sussenkind, que hace una crítica a los nuevos procesos de la literatura brasileña, como la literatura de Noll, que es muy subjetiva. Personalmente, no he tenido problemas con los críticos, aunque a veces leo críticas que no me interesan porque no dicen nada nuevo. Un buen crítico trabaja para iluminar la obra que analiza, acrecentar sus sentidos y abrir nuevas lecturas. Ese es el tipo de crítico que me interesa, no los que pretenden o desean reescribir y ser coautores de una obra.
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