Vie 21.09.2007
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LITERATURA › ARIEL MAGNUS GANO EN CALI EL PREMIO LA OTRA ORILLA

Una ficción para alterar los clichés

› Por Silvina Friera

Cuando en 2005 volvió de Alemania, donde vivió seis años, sintió que ya no le convencía el argumento de escribir “para el cajón”. Poco a poco, a medida que fue publicando los libros que tenía escritos, se produjo el pasaje (también el aprendizaje) que va de la persona que escribe, sin importarle el destino de ese material, al escritor que asume la responsabilidad de mostrarse. Su decisión, el hecho de haber vencido esa reticencia a veces tan cómoda que implica ser un autor inédito, ahora se ve coronada con una distinción literaria. Ayer, durante la inauguración del XIII Festival Internacional de Arte de Cali (Colombia), se anunció que el argentino Ariel Magnus ganó los 30 mil dólares del premio La Otra Orilla con Un chino en bicicleta. La novela –que será editada por el grupo Norma en España y América Latina– fue elegida por unanimidad entre 230 manuscritos (provenientes de la Argentina, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, España, Estados Unidos, Guatemala, México, Panamá, Perú, Puerto Rico, República Dominicana y Venezuela), por Santiago Gamboa, Nuria Amat y César Aira, miembros del jurado en esta edición.

“Siento el frío de la pistola en la nuca casi antes de oír la puerta del baño abriéndose de golpe, el brazo flaco y lampiño de una persona que no alcanzo a ver me cruza el pecho y me hace girar en redondo, me abrocho rápido el pantalón y avanzo empujado desde atrás, pienso con culpa en que no tiré de la cadena, quizá ni funcionaba.” Este es el comienzo de la historia de Ramiro Palestra, uno de los protagonistas de Un chino en bicicleta, joven porteño que es secuestrado por un chino pirómano llamado Li –inspirado en el joven de 24 años que en agosto de 2005 quemó varias mueblerías de Villa Crespo, Palermo, Caballito, Flores y San Cristóbal–, después de haber oficiado de testigo en el juicio que condenó a Li por los incendios de once locales. “La novela arranca donde de alguna forma terminó la historia real, o digamos mediática, es decir con la sentencia contra Fosforito por portar un arma y por intento de incendio en una ocasión, las otras diez no se las pudieron probar”, admitió Magnus desde Cali en diálogo con Página/12. “Mientras él cumplía su pena en Marcos Paz, su alias en la ficción secuestra a uno de los testigos del juicio y lo interna en el barrio chino para que lo ayude a probar su inocencia.”

Magnus señaló que la novela intenta encarar todos los clichés sobre los chinos, los buenos y los malos. “Es como un viaje a nuestra idea de la China, desde Lito Ming, el primer actor chino de Argentina, hasta los minimercados que supuestamente apagan las heladeras por la noche, pasando por algunas canciones para nenes con chinitos y chinitas, las enseñanzas de Confucio y Felices Juntos, el film de Won-Kar-Wai”, enumeró el escritor, que nació en Buenos Aires en 1975. El jurado no ahorró elogios para la novela. Gamboa subrayó el tono divertido, preciso y conmovedor de “la historia de una amistad en una Buenos Aires recién fundada para la literatura: la de su comunidad china”. Aira la definió como una “fábula de aprendizaje en la cual proliferan las aventuras, los chinos, y las mil caras de la más feliz de las pasiones argentinas: la amistad”.

El ganador del premio La Otra Orilla escribió artículos para diversos medios de la Argentina y Latinoamérica, entre otros, los suplementos Radar de Página/12, y “El ángel” de La Reforma, las revistas Soho, Gatopardo, (México) y La mujer de mi vida, y el diario Taz de Alemania. Ha publicado su primera novela Sandra (2005), y la crónica La abuela (2006). Actualmente está traduciendo del alemán el diario de filmación de Fitzcarraldo, de Werner Herzog. “Escribí esta novela para sumergirme en el mundo chino y divertirme. En esa inmersión encontré un montón de cosas maravillosas, pero no escribí un tratado sociológico, ni siquiera una crónica periodística”, aclaró Magnus. “No sé si aprendí mucho sobre la cultura china, salvo, claro, que son sucios, mafiosos y ladinos. Y que saben castellano, pero lo disimulan”, bromeó el ganador.

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