LITERATURA › JUAN JOSE MILLAS GANO EL PREMIO PLANETA
El escritor y periodista español obtuvo el galardón más buscado de las letras hispanas gracias a El mundo, novela en la que evoca su infancia. Millás “derrotó” a otros dos candidatos: Fernando Savater y Boris Izaguirre.
› Por Silvina Friera
Gran cena gran en el Palacio de Congresos de Cataluña. Noche estrellada y con estrellas en Barcelona. Más de cien mesas ocupadas por la flor y nata del mundo cultural y social español. Entre el ruido de tenedores, cuchillos y copas, se escuchan los murmullos y especulaciones sobre quién se llevará los 601 mil euros del Premio Planeta de Novela, la suma más alta que se entrega en las letras hispanas. Mientras circulan la comida y la bebida, algunos mezclan con premura la ensalada de candidatos: Fernando Savater, Boris Izaguirre y Juan José Millás. El jurado –Alberto Blecua, Pere Gimferrer, Rosa Regàs, Soledad Puértolas, Carlos Pujol, el peruano Alfredo Bryce Echenique y la uruguaya Carmen Posadas– continúa deliberando en el subsuelo del palacio. A la hora de los postres, justo cuando empieza la medianoche, llega el tan esperado anuncio. Millás, que considera que la literatura es “una batalla silenciosa en la que uno ha de ganar, o de perder, palmo a palmo, un territorio que no es suyo con armas que no le pertenecen”, ganó al menos esta batalla con El mundo, una evocación de su niñez, que había presentado bajo el título ficticio de A ciegas y tras el seudónimo de Tiresias.
Millás, que se impuso en la votación final por cinco votos a dos, dijo que el título de su novela se debe a que un preadolescente explica la historia del mundo. “Son unas memorias de infancia, casi de adolescencia, y cuentan la historia de un muchacho que vive en una calle y cuyo sueño es escapar de esa calle. Luego la encuentra en todas partes, porque es una metáfora del mundo”, señaló el escritor y periodista al recibir el galardón. El protagonista de El mundo, al igual que Millás, nació en una ciudad de provincias, pero pronto se traslada a Madrid con su familia. El ganador admitió que la historia transcurre durante la preadolescencia, entre los 10 y los 14 años, porque es “la época en que se descubre el mundo”. Después de admitir que tuvo una infancia “poco feliz”, explicó que utilizó el seudónimo Tiresias porque es un personaje mítico de la historia de la literatura, “vidente y ciego a la vez”. Soledad Puértolas, miembro del jurado, precisó que la novela de Millás está escrita “con ironía, elegancia y tiene un final glorioso”. Villa Diamante, de Boris Izaguirre, es la novela finalista que recibirá 105.250 euros. “Mi infancia tampoco fue del todo feliz, porque siempre quise ser Farrah Fawcett Majors y no pude”, bromeó el presentador televisivo, guionista y escritor venezolano residente en España.
Millás nació en Valencia el 31 de enero de 1946, pero se trasladó a Madrid con su familia en 1952. Influido por Julio Cortázar, escribió su primera novela en 1972, que no publicó y de la que ni recuerda el título. En 1974 apareció su segunda novela (la primera que publicó), Cerbero son las sombras, con la que ganó el premio Sésamo. Con influencias de Dostoievski y Kafka en sus inicios, en la narrativa de Millás prevalecen los personajes inmersos en situaciones extraordinarias, que rozan lo fantástico: la identidad del ser humano, algo que el escritor califica de “sumamente frágil”, desapariciones, mundos paralelos, terribles angustias que pueden desembocar en la locura, la depresión o la muerte. Su obra se fue completando con Visión del ahogado (1977), El jardín vacío (1981), Papel mojado (1983), El desorden de tu nombre (1986), Primavera de luto (1989), La soledad era esto (1990), Tonto, muerto, bastardo e invisible (1995), Cuentos a la intemperie (1997), El orden alfabético (1998), No mires debajo de la cama (1999), Articuentos (2001) y Dos mujeres en Praga (2002), entre otros títulos. Ha obtenido importantes premios a lo largo de su trayectoria, desde el Nadal en 1990 por La soledad era esto, al Primavera de novela por Dos mujeres en Praga, en 2002.
A principios de los años ’90, Millás comenzó su labor periodística en el diario El País –con un texto sobre la gripe–, y gracias a sus columnas de los viernes ha conseguido numerosos lectores que lo siguen no sólo por la sutileza y originalidad del punto de vista con que aborda los temas de la actualidad –una historia cotidiana en manos del autor de Dos mujeres en Praga se transforma por obra de la fantasía en un modo de mirar la realidad desde una perspectiva crítica– sino por la calidad de su estilo. A estas columnas él las ha llamado “articuento”, textos fronterizos con un pie en el cuento y otro en el artículo de opinión. Aunque estos “articuentos” se tratarían de artículos de opinión, por sus características, se aproximan a la ficción, a la fábula o al microrrelato fantástico. Siempre ha reivindicado su condición de periodista y escritor como “amores distintos”, pero complementarios. “La frontera entre el periodista y el escritor es algo artificial, lo que ocurre es que está más valorado el escritor que el periodista por una cuestión romántica: el escritor aislado... A mí me cuesta concebir un escritor cuyo único vínculo con la realidad sea a través de sus novelas. Si me tuviera que levantar de la cama solamente para escribir novelas, no me levantaría, me daría un agobio tremendo.” Para el ganador del Premio Planeta, la escritura es un modo de entender la realidad. “Se escribe por las mismas razones que se lee. Se lee para comprender el mundo y las diferencias entre el lector y el escritor son muy escasas.” En los últimos años ha confesado que busca perfeccionar la “técnica de la complejidad sencilla”, que tramas y textos muy complicados puedan leerse de manera sencilla. “De la misma manera que en los coches buenos no oímos el ruido del motor”, comparó Millás.
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