LITERATURA › MAÑANA CON PAGINA/12, CUENTOS DE TOLSTOI
El ermitaño que relató la profundidad del alma rusa
La antología de cuentos clásicos de Tolstoi que este diario regala mañana es una selección de grandes relatos de diferentes épocas de su vida.
› Por LILIANA VIOLA
Este domingo, Página/12 regala una antología de sus cuentos clásicos, invenciones tan diversas entre sí que dejan al descubierto las muchas etapas –casi todas tormentosas– por las que pasó el autor a lo largo de sus 82 años. Los cuentos de Tolstoi, uno de los mayores representantes del realismo, tienen la particularidad de recobrar detalles recónditos del universo ruso mientras conducen al lector hacia zonas de su propia realidad. En los relatos el frío arrecia, la nieve dificulta los encuentros, la sequedad del trato entre marineros y prostitutas o entre religiosos y paganos genera malos entendidos. El lenguaje se mantiene vigente en la fuerza dramática de todas estas miniaturas, en la manera que tienen de aguantar el dolor y de sentirse atraídas entre sí. Si las dificultades, los hábitos cotidianos y el vestuario remiten al pasado, las pasiones parecen anunciar la literatura que vendrá. La manera de narrar de Tolstoi constituye la casa paterna donde tanto lectores como autores futuros necesitan regresar. Entre los cuentos que figuran en esta antología se destaca Tres muertes, un escalofriante relato de su primera etapa. Cuentan que por esos días, la zarina se encontró con uno de sus textos sobre el sitio de Sebastopol. Y que muy conmovida se lo pasó a su marido, Alejandro II, quien decidió mandar al joven a una posición donde su vida no corriera peligro. Muchos años de diferencia separan a esta pieza de los cuentos Francisca y El padre Sergio, dos grandes obras que produjo poco tiempo antes de morir. Son esos días en los que su larga barba, su distanciamiento de la Iglesia, el pronunciamiento de una ética que renegaba de la propiedad y los honores, la edición de La guerra y la paz lo habían convertido en objeto de veneración. Francisca es una versión visceral de la historia, que también narra Maupassant, donde un marinero se encuentra en un prostíbulo con su propia hermana. El padre Sergio, la saga de un joven que va cambiando de vocación en pos de la autenticidad y validez de sus actos, ha sido leído como una de las tantas claves que el mismo autor dio para expresar su tormento, la desesperación por lo impuro y lo imperfecto.
El prólogo ha sido elaborado por la profesora Silvina Marsimian, directora del Departamento de Castellano y Literatura del Colegio Nacional Buenos Aires.
Los periódicos del mundo, el 8 de noviembre de 1910, dieron la noticia de que el gran Tolstoi, anciano y enfermo, había huido de su casa después de una pelea con su esposa, Sophia. Dejó una carta, legó sus bienes y derechos de autor a sus hijos y partió. Estaba obsesionado con la búsqueda de un género nuevo, que no fuera poesía, ni narración ni teatro, y con las ansias de soledad. La noticia agregaba que el maestro de las letras rusas había muerto antes de llegar a destino, en la estación de Astropovo.
Fue hijo de nobles pero a la vez huérfano desde muy chico, se manifestó en contra de la esclavitud de sus propios sirvientes, combatió el analfabetismo llenando su casa de niños, dando clases y estudiando pedagogía en diversos países de Europa. Fue un lector voraz de la Biblia y llegó a postular un nuevo y personal cristianismo. Lector de sus contemporáneos europeos, muchas veces los tomó como punto de partida –tanto que llegaron a acusarlo de aprovecharse de la Madame Bovary de Flaubert para su Ana Karenina–. Más allá de todas las polémicas que despertó, ha sido nombrado, especialmente luego del triunfo de la revolución, como el padre de la literatura rusa. Semejante afirmación podría ser discutida, no sólo por los partidarios de otro gran jugador, Fedor Dostoievski. Tolstoi pertenece a la generación posterior a Gogol y fue contemporáneo de muchos otros enormes escritores rusos: Turgueniev, Chejov, Gorki, el mismo Dostoievski. ¿En qué sentido se le atribuye una paternidad? Desde un modo borgeano de ver las correspondencias, Tolstoi presupone la ficción que lo precede. Porque es desde la aparición de La guerra y la paz y del fervor que despertó la figura de este ermitaño vestido con traje de campesino que la literatura rusa fue vista como tal por el resto del mundo.