Dom 25.05.2008
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CINE › ULTIMAS PROYECCIONES Y EXPECTATIVA EN LA MUESTRA

Tiempo de descuento en La Croisette

El festival, que termina hoy, abre la puerta a las especulaciones sobre posibles premios. Las chances de las películas argentinas.

› Por Luciano Monteagudo

Desde Cannes

Ethan Hawke, Dennis Hopper, Milos Forman, Robert Crumb, Janis Joplin, Sid Vicious, William S. Burroughs, Andy Warhol, Jerry García. ¿Qué película podía sumar en Cannes este elenco de vivos y de muertos? Chelsea on the Rocks, el documental que Abel Ferrara le dedicó a uno de los más legendarios edificios de Nueva York, el Chelsea Hotel. Allí vivieron y escribieron y crearon desde Dylan Thomas hasta Bob Dylan, pasando por Tennessee Williams, Sam Shepard, Charles Bukowski, Jimi Hendrix, Arthur Miller, Patti Smith, Leonard Cohen y siguen las firmas. Con todos esos fantasmas y algunos más, Ferrara –que el año pasado presentó aquí en Cannes Go Go Tales, una suerte de réquiem lúdico a un cabaret en decadencia, visto también en el último Bafici– se dedica a rastrear la historia de este monumento de la cultura underground, que fue escenario de la mejor y más famosa película de Andy Warhol, Chelsea Girls, y que ahora, también como el cabaret de su película anterior, está por dejar de ser lo que era para caer en unas manos mercenarias, que piensan cobrar hasta 900 dólares la noche sólo por dormir rodeado de esa aura.

No hay nada de melancolía o nostalgia en el film de Ferrara, que derrocha una energía inagotable recorriendo escaleras y pasillos, encontrando a los últimos supervivientes y escuchando sus historias increíbles, que hablan de un lugar privilegiado, donde parecen haberse concentrado las musas. El material de archivo no es mucho, pero es valioso: Burroughs y Warhol charlando como buenos amigos en un cuarto del Chelsea, o Janis Joplin y Jerry García improvisando un blues con una botella de ginebra siempre a mano. El héroe de la película, sin embargo, es Stanley Bard, administrador del hotel por casi medio siglo, el hombre que logró reunir en el Chelsea a toda esa gente, que hizo de ese espacio un referente de la cultura underground de Nueva York y que ahora acaba de perder el control económico del hotel a manos de un grupo de accionistas dedicados a echar a los últimos inquilinos permanentes. Todo un signo de los tiempos.

La película del neoyorquino Ferrara –estrenada fuera de concurso– fue casi una excepción en el último tramo del festival, dominado por el cine europeo. Con Palermo Shooting, el alemán Wim Wenders confirmó lo que ya vienen expresando todos sus últimos trabajos: que ya nunca volverá a ser el gran director de Alicia en las ciudades y El amigo americano. Aquí Wenders no podría mostrarse más elemental: la historia de un frívolo fotógrafo de modas (encarnado por Campino, el cantante del grupo de rock alemán Die Toten Hosen) que descubre su ser interior durante un viaje a Sicilia está narrada con una estética tan escandalosamente publicitaria que va en contra de todo aquello que se supone quiere decir la película.

A pesar de su estilo rimbombante, mucho más atractiva resulta Il Divo, del italiano Paolo Sorrentino, un director acostumbrado a desplegar una batería de shocks de imágenes y sonidos y que aquí los aplica a una figura tabú de la política italiana, Guido Andreotti, el histórico líder de la Democracia Cristiana, que fue quien más veces estuvo al frente del gobierno de su país. La lectura que hace Sorrentino del personaje –sospechado de vinculaciones con la mafia, la logia P2 y con los rincones más oscuros del Vaticano– es, sin duda, superficial, pero no deja de ser una curiosidad en el cine político italiano, acostumbrado a tratar estos temas con una solemnidad para la cual aquí no hay lugar.

Finalmente, con el último aliento, llegó a la competencia oficial Entre les murs, la nueva película de Laurent Cantet y la tercera francesa en concurso, después de Un conte de Noël, de Arnaud Desplechin, y La frontière de l’aube, de Philippe Garrel. El director de Recursos humanos y El empleo del tiempo se introduce ahora en el problema de la educación pública: un profesor de colegio secundario se enfrenta a los desafíos que le propone el heterogéneo grupo de chicos del que le toca ser tutor y sale relativamente airoso. Como el propio Cantet, que filma esas clases con vigor y verdad, y que muy probablemente aspire a uno de los premios que se darán en la noche de clausura de hoy.

¿Y el cine argentino, tiene chances? La mujer sin cabeza, de Lucrecia Martel, despertó en la prensa reacciones tan diversas que ese mismo abanico –que va de la admiración al rechazo– seguramente se va a repetir en el jurado, por lo cual aquí hay un final muy abierto. Más factible resulta un premio para Leonera, de Pablo Trapero, donde su protagonista, Martina Guzmán cotiza alto para el premio a la mejor actriz. En cuanto a la Palma de Oro, la candidata más firme parece The Exchange, que supondría para Clint Eastwood su consagración en Cannes, donde ya estuvo cuatro veces antes en competencia. Quizá la quinta sea la vencida.

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