Jue 07.08.2008
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CINE › LA NACIóN MAPUCE, DE FAUSTA QUATTRINI

Por el derecho a la tierra y la identidad

Lejos de ser un documental de entrevistas, el film de Quattrini no tiene miradas a cámara y lo que se narra sucede al mismo tiempo que los hechos, como las discusiones con políticos y militares por la autodeterminación mapuce.

› Por Oscar Ranzani

Lo primero que conviene aclarar de La nación mapuce es el motivo de la ausencia de la letra “h” en la palabra que designa al pueblo originario. Cuando en la década del 90 los mapuces decidieron proyectarse como sociedad también se plantearon tener un sistema de escritura, para que no quedara todo librado solamente a la capacidad de la memoria oral. Fue así que buscaron diseñar un grafemario (alfabeto) propio. El encargado de esa tarea fue el lingüista Anselmo Ragileo quien, luego de una profunda investigación, construyó el grafemario que representa al idioma mapuce, compuesto por veintiséis letras tomadas del alfabeto universal pero con fonemas propios. Por eso mapuce se escribe así, ya que respeta el sonido y la pronunciación del idioma autóctono. Hecha esta aclaración, vale continuar con la gestora de este documental, la directora Fausta Quattrini quien, a pesar de su origen suizo, filma documentales sociales en Latinoamérica, con una capacidad suficiente como para que lo suyo no sea una mirada primermundista.

Mientras Quattrini estaba dirigiendo FaSinPat (sobre el proceso de recuperación de fábricas por parte de los obreros, una situación que alcanzó su pico allá por la crisis post 2001), pisó Neuquén y conoció a la comunidad mapuce. Desde entonces, se puso manos a la obra para construir un documental que le diera voz a este pueblo originario silenciado históricamente desde el genocidio del general Julio A. Roca, señalado eufemísticamente como “Campaña del Desierto”. La tarea fue ardua: le deparó nada menos que cuatro años. El resultado es un valioso testimonio donde los miembros se expresan en extenso y donde el eje pasa por la necesidad imperiosa de manifestar su decisión de recuperar sus territorios ancestrales, de los modos de administrarlos y acerca del uso que se les debe dar. Pero también funciona como una declaración de principios que permite conocer cómo los mapuces hacen valer sus derechos, contemplados en la Constitución Nacional, a partir de la reforma de 1994. En plena era de la globalización, cuando las fronteras culturales parecen borronearse, los miembros de esta comunidad alzan la voz como una manera de autoafirmar su propia identidad y su cultura, defendidas con una envidiable fortaleza.

Uno de los méritos de Quattrini consiste en haber logrado que la cámara no marcara una distancia que impidiera filmar las situaciones en su cotidianidad más plena. Las discusiones al interior de la comunidad se ven con lujo de detalles y, lejos entonces de una mirada antropológica etnocéntrica que divide un “nosotros” y un “ellos”, la cámara de Quattrini es un integrante más, y los mapuces parecen haberlo vivido así, porque no se sienten inhibidos, aun en las escenas más íntimas, como las celebraciones culturales o las manifestaciones de libre determinación de autonomía como pueblo. La nación... está lejos de ser un documental de entrevistas. Prácticamente no hay miradas a cámara y lo que se narra sucede en el mismo momento de los hechos, como las discusiones con políticos, militares y abogados que conforman uno de los núcleos del film. El corazón del documental es el registro del inicio “de un proceso de recuperación de tierras en Pulmarí”. Allí, según señala un mapuce, se han hecho alrededor de 120 concesiones que su comunidad considera que fueron mal entregadas”porque no fueron consultadas a los mapuces”. Si la primera parte de La nación... invita más a la reflexión, en la segunda los protagonistas pasan lisa y llanamente a la acción, después de arduas deliberaciones donde el planteo de la recuperación del espacio territorial en aquella zona es reconocido de manera unánime. La mirada militar –los militares están a cargo de una parte de la zona reclamada– lo ve, en cambio, como “una toma”. “Si es una toma, es una cosa. Si vienen a charlar, son mis invitados”, dice un coronel. “No es una toma ni somos sus invitados”, responde categóricamente un mapuce, cuyo testimonio es acompañado por otro de mayor intensidad aun: “Es nuestro territorio”, afirma una mujer, como si no hiciera falta agregar más nada con toda la historia que encierra esa frase. Cuando uno de los miembros de la comunidad es detenido, el resto plantea otra estrategia para no hacer fracasar el proyecto. En la disputa entra también un empresario que construyó un spa y un hotel para extranjeros. De modo que la lucha que emprenden los mapuces ante la autoridad militar, los estados provincial y nacional y también frente a los particulares y empresas petroleras que contaminan el suelo es en soledad: su derecho a la identidad parece un destino marcado por la indiferencia.

8-LA NACION MAPUCE

Argentina/Suiza/Italia, 2007

Dirección: Fausta Quattrini

Idea original: Fausta Quattrini y Daniele Incalcaterra

Guión: F. Quattrini y Lara Fremder

Producción: Daniele Incalcaterra

Estreno solamente en el Malba

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