Jue 11.09.2008
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CINE › LA ESTADOUNIDENSE LOS EXTRAñOS, DE BRYAN BERTINO

El guión que tenía demasiados puntos oscuros

› Por Horacio Bernades

Tal vez nunca antes una película se haya preocupado tan poco por responder las intrigas generadas como lo hace Los extraños, remake de la francesa Ils. Al dejar alegremente irresueltas las incógnitas que sostienen el entero andamiaje narrativo –y no tratándose de un film que, a la manera de los de David Lynch, utiliza esa irresolución para llevar al espectador a un terreno ignoto–, si al espectador de cine lo amparara una cláusula semejante a lo que en otros rubros se conoce como “lealtad comercial”, estaría en todo su derecho de presentar un reclamo por incumplimiento ante el Sr. Bryan Bertino, director y guionista de Los extraños. Es verdad, Mr. Bertino no contestaría la demanda. ¿Pero alguna firma contestó alguna vez una demanda por deslealtad comercial?

El espectador no sabrá jamás quiénes son esos extraños del título. Que es como decir que una novela de Agatha Christie termine antes de que Poirot pronuncie el nombre del asesino, que en el centro del Guernica de Picasso no haya un toro sino una vaca o que al final de Sexto sentido el chico diga que no era que veía muertos, sino que tenía una basurita en el ojo. Ya al comienzo se hace complicado entender qué pasó entre los protagonistas y por qué, pero eso es atribuible a un escamoteo de la información propio del Manual del Buen Narrador. Tras un breve prólogo, que anuncia que las cosas no terminaron nada bien para la pareja protagónica, aislada en una casa en medio del bosque (y luego del típico cartel, informando que la película se inspira en hechos reales), el espectador se encuentra con que los miembros de esa pareja, Kristen (Liv Tyler) y Hoyt, acaban de discutir por algo y están por separarse, cuando en realidad parecían a punto de casarse. Igual no importa demasiado, porque lo que va a sucederles no tiene nada que ver con eso. Salvo, claro, que se tome una noche de horror, sangre y muerte como metáfora de la disolución de una pareja. Lo cual es lícito, siempre y cuando haya también una explicación de carácter más fáctico. Que no la hay.

Si alguien quiere saber quiénes son esos enmascarados que golpean a la puerta y terminan tirándola abajo o por qué la emprenden con hachas y cuchillos contra la pobre morocha y el pobre rubio o por qué son mormones los chicos que hallan un par de cuerpos, más vale que vaya dejando sus esperanzas en la puerta de la sala. Con un cuidado manejo de tiempos, encuadres y sonido (lo cual no hace más que aumentar la responsabilidad del realizador, que se nota que sabe lo que hace), la manipulación que la película ejerce llega al punto de que en el momento culminante, cuando los extraños finalmente se quitan sus máscaras y las víctimas ven sus rostros... el espectador no puede hacerlo, porque la cámara se pone a mirar para otro lado. Así no vale.

4-LOS EXTRAÑOS

(The Starngers, EE.UU., 2008).

Dirección y guión: Bryan Bertino.

Intérpretes: Liv Tyler y Scott Speedman.

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