Jue 11.09.2008
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CINE › BACKSTAGE, DIRIGIDA POR EMMANUELLE BERCOT, CON EMMANUELLE SEIGNER E ISILD LE BESCO

Cuando el fanatismo se vuelve cárcel

El film francés elabora una relación entre ídolo y fan signada por la máxima cercanía aparente y el más insalvable abismo de fondo.

› Por Horacio Bernades

La locura adolescente por ídolos pop es un tema riesgoso, que expone a quien lo aborde a demonios como los de la mirada condescendiente, la burla, el menosprecio. A todos ellos ha sabido mantener a distancia la realizadora y coguionista francesa Emanuelle Bercot en Backstage, que tres años atrás fue parte de la programación de los festivales de Venecia y Toronto y ahora se estrena en la Argentina, entre gallos y medianoche, en sólo tres salas y proyección DVD. Es una lástima, ya que se trata de una película valiosa, que por su modalidad de lanzamiento corre peligro de pasar inadvertida.

Construida de modo tal de hacer experimentar en carne propia la sorpresa, el desconcierto, la profunda perturbación infligida a la protagonista, la escena que sucede a la de títulos es una de esas que toman al espectador a contrapierna. Infrecuente palanca narrativa, Alfred Hitchcock era uno de los pocos en dominar ese arte, tal como demuestran los comienzos de La soga, Vértigo o Cortina rasgada. No conviene revelar en qué consiste la escena, pero sí señalar que expone –haciendo entrechocar, de modo inusual, lo físico y lo onírico– el tema que domina la película. Si la relación entre ídolo y fan está signada por la máxima cercanía aparente y el más insalvable abismo de fondo, el comienzo de Backstage funde esa paradoja en un abrazo. Lucie (Isild Le Besco) vive en medio del campo, en compañía de una mamá ominosa y un hermanito menor. Habiendo trabado imprevisto contacto con su ídola, la cantante Lauren Waks (Emanuelle Seigner, platinada como Madonna), y convidada de modo ambiguo por ella parte rumbo a París, donde espera encontrarla.

Lo que sigue puede verse como variante pop del clásico La malvada, donde Anne Baxter ocupaba el lugar de la admiradora y Bette Davis el de la estrella. La relación entre Lucie y Lauren (la inicial parecería anunciar un destino coincidente) está amasada con los mismos materiales que unían y distanciaban a Margo Channing y Eve en el film de Joseph L. Mankiewicz. El arco completo que va del amor al odio se despliega aquí, en el marco de una relación signada por la dominación, que no excluye la pelea a trompadas o el homoerotismo. En correspondencia con la asimetría que rige la relación, Lauren maneja el juego erótico, que en Lucie se presenta como parte de una masa de deseos confusos. Mientras que en La malvada la fan era también una actriz, y como tal aspiraba a reemplazar a la estrella, lo de Lucie parece más bien ansia de fusión. Ansia ciega, como todo lo que le pasa. Lucie da la impresión de carecer de autoconciencia, comportándose como un hervor de sentimientos inarticulados, frecuentemente mudos.

Si todo separa a Lauren de Lucie, algo las identifica: su carácter de prisioneras. Paradójicamente, es Lauren –confinada a una suite de hotel, vigilada incansablemente por agentes, representantes, managers y personal de seguridad– quien más visiblemente padece una condición que, en el caso de Lucie, se expresa en ataduras sociales, familiares y de entorno. La fan y la estrella como prisioneras simétricas: la mirada que Emmanuelle Bercot (París, 1967) echa sobre el fenómeno es doblemente despiadada. Con la extraordinaria Isild Le Besco (conocida en Argentina sobre todo por A Tout de suite, proyectada más de una vez en ciclos de la Lugones) transmutada en Lucie y una cada vez mejor Emanuelle Seigner (también se luce por estos días en La escafandra y la mariposa) haciendo de Lauren una víctima/victimaria ideal, la puesta en escena de Bercot parecería apretar al espectador contra los personajes, con un uso sistemático de primeros planos y planos-detalle, que recuerda al de los films de su colega Claire Denis. No es casual. Llena de encuadres cerrados (como la cárcel invisible de la que Lucie y Lauren parecerían no poder escapar), Backstage fue fotografiada por Agnès Godard. Quien, sin parentesco con su célebre tocayo, es la responsable del diseño de imagen de Bella tarea, Trouble Everyday y Vendredi soir, entre otros films de Denis, a los que Backstage indefectiblemente evoca.

8-BACKSTAGE

(Francia, 2005).

Dirección: Emmanuelle Bercot.

Guión: E. Bercot y Jérôme Tonerre.

Fotografía: Agnès Godard.

Intérpretes: Emmanuelle Seigner, Isild Le Besco, Noémie Lvovsky, Valéry Zeitoun y Samuel Benchetrit.

Se exhibe en proyección DVD, en los cines Arteplex Centro y Belgrano y Cineduplex Caballito.

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