CINE › PRIMER CICLO DE DOCUMENTALES SOBRE DEPORTE, DERECHOS HUMANOS Y DICTADURA
Hoy y mañana, en el Teatro La Máscara, se verán los documentales Atletas y dictadura, la generación perdida y Mundial 78, verdad o mentira, en un encuentro que contará también con mesas debate para analizar un período siniestro de la historia argentina.
› Por Oscar Ranzani
La búsqueda de la memoria para que no se repitan nunca más las atrocidades de la dictadura militar argentina debe ser constante e intensa y abarcar distintos ámbitos, no solo los intelectuales. Es por eso que el Primer Ciclo de Documentales sobre Deporte, Derechos Humanos y Dictadura, que se desarrollará durante dos días en el Teatro La Máscara (Piedras 736), buscará demostrar que hay mucho por conocer sobre las violaciones a los derechos humanos en el ámbito deportivo. Hoy a las 18.30 se exhibirá el documental Atletas y dictadura, la generación perdida, de los brasileños Marcelo Outeiral, Marco Villalobos y Milton Cougo, y luego habrá una mesa redonda titulada Los deportistas de-saparecidos, en la que participarán el secretario de Deportes de la Nación, Claudio Morresi; Marco Villalobos (codirector del documental); Verónica Sánchez Viamonte (hija de uno de los atletas desaparecidos) y Patricia Valdez, de Memoria Abierta. Mañana, en el mismo horario se proyectará Mundial 78, verdad o mentira, del periodista Christian Rémoli. Luego, la mesa redonda La dictadura y el Mundial 78 estará integrada por la diputada nacional Delia Bisutti; el campeón mundial 78 Julio Ricardo Villa; la periodista y ex detenida-desaparecida Miriam Lewin, y el director del documental. El ciclo está coordinado por el periodista de PáginaI12 Gustavo Veiga, autor del libro Deporte, desaparecidos y dictadura, y cuenta con la adhesión de la Secretaría de Deportes y de Memoria Abierta.
Atletas y dictadura, la generación perdida aborda cuatro casos de deportistas argentinos desaparecidos: los jugadores de La Plata Rugby Club, el tenista Daniel Schapira, la jugadora de hockey Adriana Acosta y el atleta Miguel Sánchez. En diálogo telefónico con PáginaI12, Villalobos comenta que, haciendo un trabajo, Marcelo Outeiral conoció el libro de Veiga. “Desde entonces quería hacer algo para la televisión, pero no hubo tanto interés de la prensa acá. Como yo conozco a Marcelo desde hace tiempo, ya que trabajamos mucho, y como nosotros siempre nos interesamos por los derechos humanos, me dijo que fuéramos a Buenos Aires a hacer el trabajo, sin plata, sin apoyo ni nada”. “Vamos porque vale la pena y el tema es fuerte”, le dijo Outeiral y junto a uno de los camarógrafos más respetados de Brasil, Milton Cougo, llegaron a Buenos Aires y realizaron el documental. Con respecto a por qué fijaron sus miradas en deportistas desaparecidos en la Argentina, el cineasta afirma que en nuestro país “hubo mucho más que en Brasil, pero también por las historias”. Y en relación con el trabajo con la memoria, Villalobos asegura que “se puede ayudar de alguna forma sin ninguna otra pretensión que mostrarlo para la gente”.
El primer capítulo, “El equipo perseguido”, se refiere a los deportistas de La Plata Rugby Club, del que de-saparecieron nada menos que diecisiete jugadores de su plantilla profesional. Este capítulo tiene como principal entrevistado a Raúl Barandiaran, uno de sus compañeros, que jugó al rugby en La Plata hasta 1978. Barandiaran recuerda que el Club La Plata “se funda a través de la idea de algunas personas intelectualmente muy formadas que, durante toda la historia de este club, mantuvieron el espíritu de libertad, de compañerismo, del juego limpio, de la honestidad, de los valores, del ser por sobre el tener”. Esa manera sincera de concebir la vida en sociedad fue la que desearon destruir los grupos de tareas que los secuestraron. “En la Unión Argentina de Rugby se dijo y se sigue diciendo que La Plata no fue campeón en la década del ’70 por los desaparecidos que tuvo”, señala Barandiaran en el film.
“Una vida en las canchas” presenta el caso del tenista Daniel Schapira, estudiante de Derecho en la UBA y jugador con un futuro promisorio, hasta que lo secuestraron, el 7 de abril de 1977, en la esquina de San Juan y Boedo, y desde entonces continúa desaparecido. Su esposa estaba embarazada de un mes cuando lo detuvieron, y, posteriormente, ella también desapareció. Su hijo –también llamado Daniel– dice emocionado en el documental que está orgulloso de sus padres, “tanto de mi viejo Daniel, como de mi vieja Andrea, porque se la jugaron, soñaban un país distinto, militaban para que las cosas cambiaran, dentro de un movimiento como el peronismo”. No es el único familiar que habla: también expresa sus recuerdos Edgardo Schapira, hermano del tenista.
“Una flor arrancada” se detiene en la jugadora de hockey Adriana Acosta, que fue la primera deportista desaparecida de la que se conocen datos. Adriana jugaba en el club Lomas y había llegado a integrar la Selección Juvenil. Tenía 22 años cuando un grupo de tareas la secuestró, el 27 de mayo de 1978, durante la realización del Mundial, en una pizzería de Villa Devoto. “Cuando Adriana me empezó a contar que desaparecía gente, le dije: ‘Adriana, vos sos tan buena que te meten cualquier cosa en la cabeza. ¿Cómo va a desaparecer gente? La habrán detenido pero ya la van a soltar’”, recuerda ante las cámaras su madre, Teresa Acosta.
El último capítulo, “Maratón sin fin”, está dedicado al atleta Miguel Sánchez. Militante en la Unidad Básica de la Juventud Peronista en Villa España, Miguel tenía 25 años cuando lo secuestraron, el 8 de enero de 1978, en Berazategui. En el documental hablan amigos suyos y su hermana Elvira, que reconoce que “su pasión era el deporte, amaba el atletismo. Teníamos un solo televisor y nos peleábamos para verlo, porque quería ver todo tipo de deportes”. También lo recuerda su entrenador, Osvaldo Suárez, que sostiene que por la voluntad y las ganas de entrenar que tenía “hubiera llegado a ser un campeón”. Miguel participó dos veces en la competencia de atletismo San Silvestre y, desde hace unos años, periódicamente se organizan maratones en su homenaje en la ciudad de Buenos Aires, Berazategui, Tucumán, y también en Roma.
Villalobos comenta que el trabajo de investigación “fue tranquilo porque lo que pasó fue que los familiares nos recibieron casi como si fuéramos hermanos, de forma amistosa. Entendieron que la intención no era hacer algo como para espectacularizar la cosa. Se respetó mucho, dejamos a la gente hablar. Dejamos espacio para que la gente contara las historias de la forma en como ellos se manifestaban. Y hubo una empatía muy fuerte”. También sostiene que en Brasil “hay una idea de que los deportistas son gente que no se interesa por lo que pasa. Entonces, eso nos saltó a los ojos. Y encontramos en Argentina gente ligada al deporte con esta preocupación social y política, hasta llegar a hacer militancia. Eso nos llamó la atención. Claro que hubo en Brasil gente que se manifestó, pero no tan fuerte como en Argentina”, relata el cineasta.
Mundial 78, verdad o mentira, en tanto, tiene una multiplicidad de entrevistados: futbolistas que participaron del certamen (incluso algunos peruanos que hablan sobre el sospechoso 6 a 0 de Argentina sobre Perú), dirigentes, militantes y periodistas. La primera hora del documental de Rémoli se mete de lleno con el tema político: analiza el rol del marino Carlos Alberto Lacoste en el EAM ’78, que nunca entregó un balance de lo gastado para el certamen. También algunos ex detenidos cuentan cómo escuchaban los gritos de gol de la gente que disfrutaba del deporte, mientras ellos estaban detenidos cerquita del estadio de River, en la ESMA, que se consolidaba por aquel entonces como el símbolo edilicio de la tortura y el exterminio. Mundial 78... también analiza el rol de la prensa nacional e internacional, con diferencias sustanciales, y muestra cómo lo vivieron los exiliados.
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