CINE › TIM BURTON HABLA DE LA VERSIóN EN 3-D DE EL EXTRAñO MUNDO DE JACK, QUE MAñANA LLEGA A BUENOS AIRES
Amante inveterado de lo raro y lo marginal, Burton se tridimensionaliza a pasos agigantados: también rueda en 3-D Alicia en el país de las maravillas, con Johnny Depp en el papel de El Sombrerero Loco.
› Por Bill Connelly
Tim Burton se tridimensionaliza a pasos agigantados. Después del pasaje a ese formato de El extraño mundo de Jack, el creador de El joven Manos de Tijera rueda, en 3-D y producido por Disney, la remake de Alicia en el país de las maravillas, con Johnny Depp en el papel de El Sombrerero Loco. Antes de su estreno, anunciado para marzo de 2010, llegará a las salas la versión larga de Frankenweenie, célebre cortometraje de sus comienzos, donde Burton retomará la técnica de la animación cuadro a cuadro, potenciándola en esta ocasión con... 3-D, por supuesto. La misma combinación que su socio y amigo Henry Selick, director de El extraño mundo..., viene de ensayar en su nueva película, Coraline, que en Argentina podrá verse a comienzos del año próximo.
Dado su furor tridimensionalista, tal vez suene paradójico que en la entrevista que sigue Burton manifieste su cautela con respecto a la actual ola de estereoscopía digital en Hollywood. Menos sorprende que con el cine de animación lanzado en pleno a las tres dimensiones, este amante inveterado de lo raro, lo abandonado y lo marginal redescubra los encantos de la animación tradicional. Por lo demás, entorna la puerta ante la posibilidad de pasar a 3-D El cádaver de la novia, se la cierra en las narices a una secuela de El extraño mundo de Jack y abre la esperanza de un posible destino de animación para esos Emos avant la lettre que fueron El niño mancha y El chico Ostra.
–Teniendo en cuenta que usted no participó del proceso en sí, ¿qué piensa sobre la adaptación de El extraño mundo de Jack al formato 3-D?
–Me encanta. Me parece muy pertinente. La tridimensión le sienta bien al cine de animación con muñecos, por la sencilla razón de que los muñecos son tridimensionales. Al pasarlos a 3-D es como si la sensación de volumen que de por sí tienen se viera reforzada. Los muñecos casi pueden sentirse, uno siente la textura... No le voy a decir que cuando la filmamos lo hicimos pensando en la posibilidad de pasarla algún día a 3-D. Pero ahora que el traspaso está hecho, me parece que le sienta muy bien.
–Por suerte, la técnica actual de 3-D es mejor que la de los años ’50, ¿no?
–Cuando vi la primera copia de El extraño mundo de Jack en 3-D fue la primera vez que una proyección tridimensional no me dio dolor de cabeza (risas). Desde ya que la técnica mejoró. Muchísimo. Bueno, ese fue el motivo de que en los años ’50 el cine en tres dimensiones durara tan poco. Dos o tres años, nada más. La gente salía de las salas mareada, nadie quería volver a ver una película en ese formato. Me parece que ahora no va a pasar lo mismo.
–Si se presentara la oportunidad, ¿pasaría a 3-D alguna otra de sus películas?
–No todas las películas se prestan a la tridimensionalidad, es algo que hay que pensar con mucho cuidado antes de hacerlo. Hay quienes piensan que de acá a un tiempo todo el cine va a ser tridimensional. Yo mismo estoy embarcado en proyectos 3-D, pero creo que se está exagerando mucho con el tema. Cuando en los años ’50 se estrenó El museo de cera, también se pensaba que de allí en más todo el cine se volvería tridimensional. ¿Y qué pasó? El cine siguió siendo bidimensional. Antes de filmar una película en 3-D hay que pensar si uno va a hacerlo por el mero truquito técnico o porque la película se va a ver beneficiada por su uso. Hay proyectos que se adaptan mejor que otros al formato. En general, el cine de fantasía, el de gran espectáculo van bien. Pero, ¿un drama?, ¿una película intimista? Me parece que no...
–Sin embargo, usted está filmando en 3-D en este momento.
–Sí, para la versión que estoy haciendo de Alicia en el país de las maravillas, donde también vamos a utilizar la técnica de motion capture, que es la que se usó en películas como El expreso polar y Beowulf. También voy a usar 3-D cuando convierta en largometraje mi corto Frankenweenie, combinándolo con stop motion.
–¿Y qué hay de la posibilidad de pasar a 3-D El cadáver de la novia?
–Seguramente quedaría bien.
–¿Ya habló del tema con la gente de la Warner?
–No, por el momento no...
–En términos de lenguaje, hasta ahora parecería que para lo que sirve el 3-D es para tirar cosas a cámara.
–Sí, esa es justamente una de las cosas que me gusta de El extraño mundo de Jack: aquí no pasa eso. Se puede dar sensación de tridimensionalidad sin necesidad de andar tirándole nada en la cara al espectador, ¿no? Creo que no se trata de despertar en el espectador el asombro por lo tecno, la historia tiene que estar por encima. En El extraño mundo..., después de un rato uno se olvida de que es 3-D, y eso para mí es signo de que funciona bien.
–El extraño mundo de Jack es una película que fue creciendo en el curso del tiempo, ¿verdad?
–Sí, cuando se lanzó, la gente de la distribuidora no hizo ni siquiera un trailer. Nunca supe de algo parecido... Yo pensé: “Eh, un momento... Hasta las peores películas tienen su trailer... ¿Qué pasa con ésta?”.
–Parece que el estudio no le tenía mucha fe...
–Parece que no.
–Igual, mal no le fue.
–No, llevó bastante gente. Sobre todo teniendo en cuenta el lanzamiento...
–Lo curioso es que después de bajar de cartel empezó a crecer en popularidad. En buena medida, gracias a los muñequitos japoneses de los personajes, que empezaron a inundar el mercado...
–Sí, fueron los japoneses los que se animaron a lanzar una línea de juguetes sin ojos, por ejemplo. Y les fue bárbaro. Eso sirvió para que los fabricantes de muñecos empezaran a pensar distinto de ahí en más. Y a la vez sirvió también para hacer crecer la película.
–¿Le gustan esos muñecos?
–¡Están buenísimos! ¡Parecen a punto de animarse!
–Hay rumores de que Disney tendría interés en filmar una secuela de Jack...
–Me resisto a eso... Lo que para mí hace especial esa película es justamente el hecho de ser única. Una secuela iría en contra de eso. No lo veo para nada.
–Hablemos un poco de animación. ¿Por qué es tan fan del sistema de stop motion, que es el que usó en Jack y en El cadáver de la novia y que va a volver a usar en Frankenweenie?
–La stop motion tiene una cualidad artesanal... Los movimientos no son tan perfectos como en la animación digital, es menos industrial. ¡Hay momentos en los que uno casi puede “ver” las manos de los animadores, moviendo los muñecos! Es como si pudiera apreciarse el momento mismo en que lo inanimado cobra vida... Es muy excitante.
–¿Qué piensa de la animación tradicional? ¿Filmaría una película en dos dimensiones?
–Mmmhhh... Si me parece la mejor técnica para contar una historia, lo haría. Sobre todo ahora, que todo el mundo considera que la animación bidimensional está muerta, ¿no? (risas). Digan lo que digan, sigue siendo una forma artística muy hermosa...
–¿Y con El niño mancha o El chico Ostra, piensa hacer algo más?
–No sé. No le voy a negar que pensé en la posibilidad de filmar alguna película en stop motion usándolos como personajes. Pero todavía no hay nada concreto.
Selección, traducción e introducción: Horacio Bernades.
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