CINE › LOS CORTOS DE LA 5ª EDICIóN DE HISTORIAS BREVES SE VIERON EN MAR DEL PLATA
En el Festival Internacional que concluyó este fin de semana, ocho de los diez ganadores del concurso estrenaron sus films. Por Historias Breves pasaron en su momento Lucrecia Martel, Pablo Trapero y Daniel Burman, entre otros.
› Por Oscar Ranzani
Bajo la idea de estimular la producción y dirección de cortos de cineastas –tanto egresados de distintas escuelas como independientes–, y para brindarles la posibilidad de que puedan plasmar en la práctica nuevas tendencias y estéticas cinematográficas, el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa) dio nacimiento a Historias Breves en la primera mitad de la década de los ’90. En estos concursos, cuyo premio consiste en el otorgamiento de presupuesto para la concreción de un cortometraje, dieron sus primeros pasos realizadores que hoy gozan de un prestigio indiscutible como, por ejemplo, Lucrecia Martel, Pablo Trapero, Daniel Burman y Adrián Caetano. En el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata que concluyó este fin de semana, ocho de los diez ganadores de la quinta edición de Historias Breves estrenaron sus cortos, que fueron presentados por la presidenta del Incaa, Liliana Mazure. El llamado a concurso para Historias Breves V se produjo a fines de 2005 y los ganadores fueron elegidos a mediados de 2006. Luego, los premiados se pusieron manos a la obra. Y en Mar del Plata se vieron los resultados.
Sebastián Caulier llegó de Formosa para estudiar en la Enerc y actualmente está terminando una licenciatura en Artes Audiovisuales en el IUNA. La historia de su corto ganador, Los extraños, sucede en una quinta de fin de semana, donde cinco amigas jóvenes disfrutan del sol. Pero misteriosamente comienzan a desaparecer, una por vez. Sólo una de ellas parece entender el misterio. Gran consumidor de cine de terror y de suspenso, Caulier realizó su corto en el género que más le gusta. “Más que una historia cerradita intenté contar todo el proceso de extrañamiento o de enrarecimiento de una situación cotidiana. Es decir, cómo una situación cotidiana puede ir mutando poco a poco en algo siniestro”, comenta a Páginal12. “La idea –agrega– era trabajar con el espacio off, con lo no mostrado. La historia se cuenta básicamente en sus puntos muertos, se cuenta donde no está pasando lo que está pasando. La cámara nunca se detiene en esta entidad que son los extraños cuando se las están llevando sino que está mostrando qué está pasando donde no están ellos.” Caulier reconoce que esta idea de suspenso tiene sus raíces en las leyendas del interior que tienen que ver con el ocultamiento, donde seres mitológicos aparecen sin ser vistos.
Egresada de la Universidad del Cine, Laura Citarella presentó Tres juntos, una historia que tiene como protagonistas a dos chicas y un chico que están viviendo el pasaje de la niñez a la adolescencia. “La idea era contar una historia del despertar sexual de estos adolescentes pero tratando de darle una vuelta de tuerca pensándolo no como esa cosa enorme que representa, a veces, el acto sexual para un adolescente sino como algo más práctico: una chica que tiene muchísimas inquietudes y que básicamente decide tener su primera vez sin dar mucha vuelta”, comenta Citarella, que reconoce que como “hay un montón de películas que hablan de eso, lo que a mí me interesaba era justamente que este caso fuera diferente y que tuviera que ver con que no lo hacía por amor, ni con toda esa cosa que a uno le dicen que tiene que hacerlo convencido y qué sé yo, sino porque ella estaba recibiendo un montón de información y tenía esa inquietud”.
Un vaso de soda, de Adriana Yurcovich, sucede en la casa de una mujer mayor. Hasta allí llega un adolescente perseguido por la policía, ya que acaba de arrebatar una cartera en la calle. Si bien en un primer momento intenta robarle también a esta mujer, la convivencia forzada se va modificando con el correr del tiempo. El joven debe dejar pasar unas horas para no ser apresado. “Busqué dar otra visión sobre toda esta paranoia que hay sobre el tema de seguridad en la gente de clase media y plantear, a través de una historia chiquitita, que no es un problema tan simple”, explica Yurcovich. Teniendo en cuenta que “es un nene que tiene hambre”, Yurcovich señala que el corto combate la criminalización de la pobreza “no desde una respuesta sociológica sino desde un caso particular de una mujer que se ve afectada por esto y que no sabe cómo reaccionar y, en realidad, termina enterneciéndose ante este personaje que ve como muy desvalido, a pesar de su violencia”.
Olimpíadas, de Magalí Bayón, egresada de la carrera Diseño e Imagen de Sonido de la UBA, relata la historia de dos amigos que van manejando por la ruta hasta que quedan varados en el medio de la nada. Narrada en clave de comedia, la trama muestra a los protagonistas dispuestos a una competencia feroz. Primero prueban con una moneda al cara o ceca; luego, con los clásicos juegos Piedra, papel o tijera, Pan y queso, Veo veo, Ta Te Ti... Y así sucesivamente. “El corto nació de una idea básica y es que a ninguno nos gusta perder. La idea es hasta dónde estamos dispuestos a llegar con tal de ganarle a otra persona. Esa es la base”, cuenta Bayón, y agrega que la inspiración “salió de la vida cotidiana, de las rivalidades, de las competencias. Lo que a mí me interesaba reflejar era la desmesura a la que llegamos en el afán de ganar”.
Filmado en un pueblo de las sierras de Córdoba, Estamos bien, dirigido por Benjamín Naishtat, presenta como primera imagen una mesa con restos de comida. La noche anterior fue Navidad y todos celebraron pero también se fueron. Excepto los primos Juan y Gabriel, que tal vez como una manera de jugar ejercen la violencia entre sus cuerpos, “pero rápidamente los desborda”, cuenta Naishtat. “Lo que me planteé a la hora de filmarlo es que pareciera un recuerdo. Si bien la historia está contada desde el presente, la idea es que pareciera un recuerdo de la primera adolescencia, que marca a fuego a una personalidad cuando hay un episodio muy violento. Con el tiempo pasa a ser totalmente intrascendente pero en el momento es definitorio para la personalidad”, explica Naishtat, que estudió en la Universidad del Cine.
Laura Durán se formó en Letras en la Facultad de Humanidades de La Plata y cursó la carrera de cine en la Facultad de Bellas Artes de esa misma ciudad. Su corto Toro verde tiene como protagonista a El Bizco, un adolescente de catorce años que heredó de su padre la pasión por los Torinos y el conjunto de cumbia Los Wawancó. El Bizco trabaja en la tapicería de Giménez, un viejo que lo maltrata y del cual se vengará. Porque si bien al principio parece parco, con el correr de la historia el protagonista se transforma en un personaje oscuro. Según Durán, esto es así “porque también quería contar la determinación de El Bizco, desde un lugar no moralista. No quería hacer una película moralista sino tratar la situación de un pibe que quería irse con el auto que tanto le gustaba”. Se puede agregar que si en la búsqueda de su deseo tiene que cometer un delito grave, no dudará en cometerlo.
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