Jue 26.02.2009
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CINE › SIETE ALMAS, DE GABRIELE MUCCINO

Melodrama deschavetado

› Por Horacio Bernades

Con Siete almas –su segunda película en Hollywood, tras la irredimible La búsqueda de la felicidad–, el romano Gabriele Muccino afirma su sociedad con la supe-restrella Will Smith, recientemente catalogado como el actor más rendidor de Hollywood (condición que el afiche confirma, dando por sentado que basta con una gigantografía-carnet de su rostro para llenar las salas). Con Smith como protagonista y coproductor, el realizador de Come te nessuno mai y El último beso vuelve a incurrir, como en la anterior, en lo que podría denominarse “drama existencial”. Categoría que, en Hollywood, hace temer siempre el peor de los ridículos. En este caso es justamente la falta de sentido del ridículo lo que salva a Siete almas del mero kitsch humanitarista y llorón.

Con guión de un tal Grant Nieporte, la película está estructurada como un rompecabezas, que sólo las últimas imágenes permiten terminar de recomponer. Raro al sistema hollywoodense, al que sostiene la exigencia de legibilidad total, esa opacidad de sentido hace de Seven Pounds (tal el título original, librado de la mística que lastra el local) un artefacto extrañamente elusivo. En la escena introductoria, el protagonista llama a un servicio de urgencia, para reportar “su propio suicidio” (sic). De allí en más el relato sigue un camino tan elíptico que las acciones y motivaciones del héroe se vuelven, por momentos, poco menos que indiscernibles. Algo está claro: aunque haya tenido lugar años atrás, la trágica muerte de su esposa –de la que flashbacks brevísimos dan apenas indicios– sumió al protagonista en un estado anímico terminal. Esa tragedia tiñe la relación con la hija preadolescente y hasta la propia película, que parecería transcurrir en un eterno velorio.

Del resto se sabe poco y nada. El protagonista fragua nombre e identidad, y en función de algún motivo oscuro concierta citas con aquellos que figuran en un misterioso listado. Todos ellos son gente en estado irrecuperable, o casi: un telefonista ciego (Woody Harrelson, que le da al no vidente un aire beatífico), una mujer golpeada, un hombre con un riñón de menos y sobre todo una chica (Rosario Dawson) que, si no recibe a tiempo un transplante de corazón, morirá. Como forma de redención final –y a la vez, de autopunición– el protagonista planea ofrecerle a la humanidad bastante más que los ojos y manos que Miguel Hernández fantaseaba dar, como árbol carnal, a los cirujanos. Apoteosis autosacrificial a la cual ni un melodrama de Douglas Sirk se hubiera atrevido,

Es ese delirio sin freno –sumado a las muy buenas actuaciones de Smith y la infalible Dawson– lo que permite a Siete almas trascender su propia lacrimogenería, alcanzando tales grados de disparate que daría la impresión de que, como el héroe, la película está dispuesta a aniquilarse a sí misma, con tal de cumplir su alta misión.

6-SIETE ALMAS

Seven Pounds, EE.UU., 2008

Dirección: Gabriele Muccino.

Intérpretes: Will Smith, Rosario Dawson, Woody Harrelson, Michael Ealy, Barry Pepper y Elpidia Carrillo.

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