CINE › MISIóN CONTRA EL TERROR, DE ROBERTO RUIZ REBó Y BERNIE DWYER
El film, que se exhibe hoy en el Centro Cultural de la Cooperación, focaliza en el juicio contra cinco agentes de seguridad cubanos acusados de cometer delitos contra Estados Unidos, considerados como héroes dentro de la isla.
› Por Oscar Ranzani
“Al analizar la Cuba del siglo XXI, en mi opinión, debe tenerse en cuenta que Cuba no es un país común. Es un país sitiado, sometido durante cincuenta años a una guerra no declarada por Estados Unidos.” El que pronuncia esa frase no es un delegado de Fidel Castro ni un romántico admirador de la Revolución Cubana: es el ex agente de la CIA Philip Agee, que brinda ese testimonio en el documental Misión contra el terror, dirigido por el realizador cubano Roberto Ruiz Rebó y la irlandesa Bernie Dwyer. El film focaliza en el juicio contra cinco agentes de seguridad cubana cuyas funciones eran monitorear posibles acciones terroristas en Miami contra Cuba y que fueron condenados por la Justicia estadounidense acusados –según señala el documental, injustamente– de conspiración para cometer delitos contra Estados Unidos. Pero son considerados héroes en la isla.
Este documental “está realizado para denunciar el apoyo de las administraciones de los EE.UU a los grupos terroristas que actúan contra Cuba, y el papel de la seguridad cubana en la preservación de la vida e integridad de los cubanos”, señala Ruiz Rebó en la entrevista por correo electrónico (en la que también participó Dwyer), quien agrega que en el juicio realizado en Miami “los abogados de la defensa fueron amenazados y acusados en el propio juicio de ser defensores de Castro, lo cual le imprimió desde el principio un carácter político al proceso. El abogado Leonard Weinglass explica todo esto muy bien en el documental”. Con la organización de la Embajada de Cuba y del Departamento de Historia del Centro Cultural de la Cooperación, Misión contra el terror se exhibirá hoy a las 20 en la Sala Solidaridad del CCC (Corrientes 1543), con entrada gratuita (las entradas se retiran desde las 18), previa introducción de Stella Calloni y de José Luis Méndez.
–¿Cuáles eran las actividades de estos cinco hombres?
Roberto Ruiz Rebó: –Gerardo Hernández, Ramón Labañino, Fernando González, René González y Antonio Guerrero eran agentes de la Seguridad Cubana que se infiltraron en las organizaciones contrarrevolucionarias de cubanos que actuaban contra su propio país desde territorio norteamericano. Ellos monitoreaban las actividades de esos grupos terroristas e informaban a sus jefes para evitar la pérdida de vidas humanas y sabotajes contra nuestra economía. Llegaron a prevenir muchas acciones y sabotajes tales como la voladura del cabaret Tropicana, planeado y dirigido por gente como Luis Posada Carriles, para causarle daño al desarrollo del turismo en Cuba.
–¿Uno de los objetivos del documental es señalar la paradoja de que quienes investigaban sobre posibles actos terroristas contra Cuba fueron señalados como terroristas por Estados Unidos?
R. R. R.: –Es exactamente eso. Los terroristas convictos que han realizado entrevistas de radio y TV, que han escrito libros y han dictado conferencias acerca de sus acciones violentas contra Cuba, son tratados por el sistema judicial de los Estados Unidos como luchadores por la libertad.
–¿Por qué decidieron incorporar testimonios de los familiares de los detenidos? ¿Es porque fueron testigos directos de las detenciones?
Bernie Dwyer: –Porque ellos también han sido víctimas. Olga fue testigo junto a su hija Irma de la detención de su esposo René. Lo cual, como cuenta el documental, ocurrió de una manera no sólo ilegal, sino también brutal. Ella fue detenida y separada de su hija Ivette, cuando sólo tenía varios meses de edad. Del mismo modo, fue deportada a Cuba esposada de pies y manos, junto a un grupo de prisioneros convictos por acciones violentas devueltos a Cuba mediante un convenio entre los dos países. Desde hace más de diez años no ha podido visitar a su esposo René porque el gobierno estadounidense la considera un peligro para la seguridad de ese país. Adriana no ha visto a Gerardo tantos años como Olga, por la misma razón. Pero si eso no es suficiente puedo decirte que son el pilar más fuerte que tiene todo el movimiento mundial por la liberación de los cinco. Mirtha, la madre de Antonio Guerrero, es, con sus casi 70 años, el puntal más alto en la batalla por lograr su liberación. Roberto González, hermano de René, quien es ciudadano estadounidense, es una de las personas más conocedoras de los intríngulis legales de ese caso.
–Es un verdadero hallazgo el testimonio de Philip Agee. ¿Cómo se entiende que un ex agente de la CIA cuestione los métodos empleados por la Central de Inteligencia?
R. R. R.: –Philip fue agente de la CIA cuando era joven. Como nos dijo muchas veces, tenía una idea romántica de luchar contra el comunismo, que era un mal para los americanos de su generación. Cuando se dio cuenta de que lo que defendía era monstruoso, no sólo decidió abandonar ese trabajo, sino que también decidió combatirlo, y lo hizo hasta su muerte. Y tuvo que pagar muy caro, ya que la propia CIA hizo un infierno de su vida y la de su familia. Fue calumniado y desacreditado. Pero yo lo recuerdo como un hombre de mucha integridad e inteligencia. Sabía tanto de la CIA y de lo que había hecho en Latinoamérica que sus palabras podían ser extremadamente peligrosas para esa institución. A veces podía predecir lo que EE.UU. iba a hacer contra un proceso revolucionario.
–¿Se violaron los derechos humanos de los detenidos?
B. D.: –Se violan los derechos humanos de los cinco cubanos hasta hoy porque son inocentes de casi todos los cargos. También las esposas de Gerardo Hernández y René González no pueden visitarlos porque el Departamento de Estado de los EE.UU. no les da visas para entrar el país. La Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas ha condenado el juicio de Miami de los agentes cubanos, siendo ésta la primera vez que lo hace en relación con un procedimiento judicial de Estados Unidos. Citando el “clima de parcialidad y prejuicio” en Miami, el Grupo de Detenciones Arbitrarias de la Comisión concluyó que el “juicio no tuvo lugar en el clima de objetividad e imparcialidad que se requiere para cumplir con las normas de un juicio justo”.
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