CINE › PEDRO ALMODOVAR Y TODAS LAS PELICULAS QUE TIENE EN CARPETA
Su paso por Cannes encendió la mecha del conflicto con la prensa de su país, pero eso no detiene al director de Los abrazos rotos, que aquí hace un repaso de todo lo que podría llegar al cine en el futuro.
› Por Mateo Sancho Cardiel
El Festival de Cannes ya pasó, pero quedaron las palabras de Pedro Almodóvar. Antes de iniciar su cruzada contra el diario El País, el director adelantó en Francia que tiene varios proyectos en marcha, entre ellos uno sobre un tema al que nunca se había acercado: la Guerra Civil.
–¿En qué momento el universo “almodovariano” se topa con la guerra?
–Es verdad que nunca pensé que fuera a hacer una película sobre la Guerra Civil. Pero es un tema que, aunque no tenga ningún familiar en ninguna cuneta, lo siento muy cercano. Quiero hacer algo especial. No va a haber tiros, no va a haber contienda. Se va a hablar de otras cosas, de seres que ahora viven y que en ese momento eran muy jóvenes. No sé cuándo lo haré, pero ya estoy escribiendo.
–¿Va a ser una historia original?
-No. Tengo un libro comprado de Marcos Ana (Decidme cómo es un árbol), un superviviente de la cárcel franquista. Estuvo 25 años allí: salió con 42 y había entrado con 16, así que le tocó la guerra de adolescente. Esta película no sé si podré hacerla, pero me gustaría, aunque sea por respeto a él, que es un hombre maravilloso. Quiero hacerla mientras él viva, porque me preocupa mucho el tema de la memoria histórica.
–Este proyecto, ¿vuelve a ser, como siempre, uno entre tantos?
–Ahora estoy dividido entre varias historias. Tengo también una comedia, que como todo el mundo me pide me siento casi obligado a hacer. Tampoco sé si me saldrá, pero voy bastante avanzado. Y después tengo otra, de la que ya terminé el primer borrador y que probablemente sea la próxima. Hasta el final no sabré cuál hacer. De la comedia tengo ya el ochenta por ciento. Es una historia que está divertida pero necesito algo más.
–En Cannes, su nombre sonó por encima de maestros verdaderamente influyentes del cine mundial. ¿Siente orgullo o que es una exageración?
–Eso dicen los periódicos. Yo lo veo con cierta distancia y perplejidad. Pero desde hace ya bastantes años, el francés es nuestro primer mercado. Mis películas hacen más dinero en Francia que en España, a pesar de ser subtituladas. Aquí leí que “los más importantes están por venir”, hablando de Tarantino, Von Trier y de mí. Me gusta leerlo, pero, por otra parte, una vez leído eso desaparece, porque las dificultades para las películas son siempre las mismas. Las películas tienen que gustar al público y eso siempre es un milagro que no se sabe cuándo y cómo se establece.
–¿Y las críticas?
–Los críticos pueden ayudar si dicen cosas interesantes sobre la película, que también es algo misterioso. En Francia todas las críticas, exceptuando Le Monde, la única mixta, son maravillosas.
–En España las cosas son un poco distintas. ¿No es profeta en su tierra?
–Me da igual el éxito que tenga o no en España, que por otra parte me va muy bien. Es verdad que me va mejor afuera. Pero mi tierra es aquélla y mi lengua es aquélla. Decidí hace mucho tiempo trabajar en nuestra lengua y en nuestro país porque eso es independiente de tener éxito allí o no. Es algo más trascendente que eso y de momento lo voy a seguir haciendo.
–Tanto prestigio, tanto halago, ¿no afecta a esa espontaneidad que forma parte de su firma personal en el cine?
–Yo me siento espontáneo. Sigo igual, el problema es que no tengo tiempo. No puedo más por salud, no es que me vuelva más antipático, pero inevitablemente me vuelvo más inaccesible, yo que soy una persona absolutamente accesible. Y creo además que hay que serlo, porque si no se pierde uno lo más importante de la vida, que es compartirla con los demás.
–¿Esa inaccesibilidad hace que sus films tiendan más hacia la gravedad?
–Supongo que sí. La mayor desgracia es convertirte en una “celebrity”, no el éxito. El éxito es buenísimo. A él le debo libertad y hacer lo que quiero hacer. Pero ser famoso en España es una de las cosas que más han empobrecido mi vida. Ya no me muevo libremente por la calle y eso es terrible, un precio altísimo que reduce tu vida a una vida de interior. Y mis películas son más interiores también.
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