CINE › MICHEL GONDRY HABLA DE SU RECIENTE CORTOMETRAJE INTERIOR DESIGN
El director de Eterno resplandor de una mente sin recuerdos recuerda la experiencia de filmar en Tokio y anticipa su proyecto de actualizar El Avispón Verde, con Seth Rogen. “Siento que mis películas son demasiado largas”, se cuestiona.
› Por Stephen Applebaum *
La ira de Michel Gondry crece. El director francés trata de concentrarse en la conversación, que gira en torno de su cortometraje, Interior design, pero su teléfono celular suena insistentemente, mientras el ruido de la cocina amenaza con taparlo todo. Finalmente, en una ráfaga de maldiciones, Gondry arranca la batería del teléfono y, súbitamente calmo, dice: “Es gracioso el modo en que cosas tan pequeñas se pueden convertir en una gran distracción”. Es una manera interesante de decirlo, sobre todo porque cosas pequeñas devenidas grandes suelen poblar el trabajo del cineasta. Después de todo, este es el hombre que usó Legos y lana en videos de White Stripes y Stereogram y que puso a Gael García Bernal y Charlotte Gainsbourg sobre felpa al final de la primera película que escribió en solitario, The science of sleep. “Realicé mi sueño”, señala. “Siempre me gustaron los objetos de tela.”
Gondry entiende por qué a la gente le gusta filmar grandes paisajes y momentos culminantes. Pero para él ser capaz de “construir algo pequeño y proyectarlo en grande” es lo que hace divertida la realización de películas. Toma el micrófono que está registrando la entrevista y unas tapas de botella plásticas y pretende que forman un auto. “Entonces ponés la cámara acá y la proyectás allá... tiene más magia, creo, porque lo hiciste vos.” La mente de Gondry trabaja así desde que era niño, cuando los juguetes le abrieron un mundo de excitantes posibilidades a él y su primo. A los 12 años construyeron juntos una máquina-prototipo de dibujos animados usando un Meccano, y con ella dibujaron libros y filmaron películas. Aún trabajan juntos ocasionalmente. “Es arquitecto, él hizo la ciudad de papel higiénico de The science of sleep”, cuenta. “Eso es lo lindo cuando hago una película: puedo juntar de nuevo a gente de la familia y hacer las cosas que hacía cuando era pibe.”
Ese entusiasmo infantil por hacer cosas está al frente en su film más reciente, Be kind rewind (“Por favor rebobinar”), con Jack Black y Mos Def como dos amigos que se convierten en héroes locales cuando hacen sus propias versiones de blockbusters de Hollywood utilizando basura e ingenuidad. También se filtra en Interior design, en el personaje de un aspirante a director que lleva su película de bajo presupuesto –con efectos de máquinas de humo incluidos– a Tokio para hacerla ver. Mientras tanto, una novia demasiado sensible se va alienando con su entorno, y todo sufre gradualmente una fantástica transformación que, a pesar de que el film está basado en un comic, es puro Gondry. El film es parte de un tríptico (los otros dos, Merde y Shaking Tokyo, fueron dirigidos por Leos Carax y Bong Joon-ho, respectivamente) situado en la capital japonesa. Más allá de lo que podría suponerse, no se trata de una acrítica carta de amor a la ciudad. Aunque los directores trabajaron por separado, las tres películas dicen algo negativo sobre Tokio. “Es gracioso. Uno quiere celebrar, pero en lugar de eso es una especie de versión oscura de París, Je t’aime”, pondera Gondry.
“Creo que si llegás con tu propio equipo sos más colonialista”, dice. “En Japón no dicen mucho ‘no’, sí dicen ‘En Japón no se hace esto, en Japón no se hace lo otro’. De hecho, despedí al encargado de locación el primer día porque estaba saboteando la filmación. Después de eso quedaron bastante asustados y trabajaron muy duro”, se ríe. Desde que apareció con el video de Björk Human behaviour, Gondry viene produciendo un material salvajemente creativo, que parece el producto de la imaginación desencadenada de un niño. Hoy es reconocido por propio derecho. Pero a causa de su relación creativa con la cantante islandesa, que produjo varios videos revolucionarios, y su trabajo con el guionista Charlie Kaufman en Human nature y la ganadora del Oscar Eterno resplandor de una mente sin recuerdos, hubo un punto en el que la gente se preguntó si era realmente bueno. “Escuchaba a la gente decir ‘Oh, no, es todo de Charlie, él no tiene talento’”, recuerda. “Era difícil vivir con eso. En algún momento te empezás a cuestionar, o la gente se cuestiona por vos, si vos aportaste algo.” Tampoco ayudó el hecho de que empezara a filmar películas “tarde”, a los 35 años. “Todos los directores se comparan con Orson Welles, que hizo su obra maestra a los 26. Entonces, cuando empezás cerca de los 40, decís ‘Oh, no, vengo muy retrasado’.”
O así lo creía. Cuando se le pidió recopilar una serie de sus videoclips para un DVD, se dio cuenta de que, a pesar de estar ilustrando las canciones de otra gente, estaban conectados por una visión que los unificaba. También recordó estar haciendo caricaturas con pedazos de cartón, latas y otros objetos de uso cotidiano. “A veces pienso en ellos y digo ‘No conozco a nadie que lo haya hecho, y eso salió de mi imaginación, así que era yo’. Uno no quiere estar muy al tanto de su instinto pero, por otra parte, a veces es bueno darse cuenta de que tenés tu voz y tu estilo: tener eso en mente te da confianza para seguir haciendo lo tuyo.” Cuando considera lo “suyo” que ha hecho hasta ahora, se siente más seguro con respecto a sus trabajos cortos. Cuando ve las películas “soy feliz cuando terminan”, revela. “Siempre siento que son demasiado largas y que no sé cuánto tiempo retendrán al público. No puedo disfrutarlas tanto.”
Eso no le impide seguir trabajando en largometrajes. En la actualidad prepara, con un presupuesto de 50 millones, una actualización de El Avispón Verde, escrita y protagonizada por el comediante del momento Seth Rogen. Es un gran salto para el director, que recientemente expresó su asombro por el hecho de que Rogen lo escuchara. “Quiero decir, veo mis números en la Internet Movie Database, y mi promedio es de 10 millones y el de él es de 90 millones por película.” Por supuesto, la historia está llena de deprimentes historias de directores cuya individualidad fue aplastada por la máquina de Hollywood. Con algo de suerte, Rogen seguirá escuchando, y Gondry no se unirá a esa lista.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
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