CINE › MIKE LEIGH Y EL “ANTIMISERABILISMO” DE LA FELICIDAD TRAE SUERTE
El director inglés justifica el optimismo que impregna su último film, que se estrena el jueves, sobre una maestra jardinera. “Está lleno de gente que trata de salir adelante con lo mejor que tiene”, dice. “Son millones en el mundo entero.”
› Por Bill Connelly
En inglés, poppy es algo que brota, salta o estalla, y si algo no puede negársele a Poppy, protagonista de La felicidad trae suerte, es que hace honor a su nombre, a toda orquesta. A lo largo de Happy-Go-Lucky, título original de la nueva película de Mike Leigh –que en Argentina se estrena este jueves–, Poppy, que no casualmente trabaja como maestra jardinera, parece animada de una desbordante energía infantil. Esta la lleva a saltar sobre elásticos, salir de farra con sus amigas, tomar clases de flamenco o establecer con los semejantes relaciones casi enteramente basadas en el juego y la broma. Esa sostenida hiperkinesis lúdica puede generar una enorme corriente de simpatía, pero también cierta incomodidad. De hecho, esas reacciones ha despertado La felicidad trae suerte desde su presentación oficial, en la competencia del Festival de Berlín, en febrero del año pasado.
Desde ya que si alguna consecuencia notoria trajo La felicidad trae suerte fue la de consagrar a la londinense Sally Hawkins. Treintañera pecosa, morocha y delgada, Hawkins no había tenido hasta ahora demasiada ocasión de lucimiento en el cine, donde se la había visto en papeles menores. Incluyendo las dos anteriores del propio Leigh, Todo o nada y El secreto de Vera Drake, donde cumplió papeles secundarios. Con su absorbente despliegue en la película, Hawkins saltó (popped, en inglés) a la celebración automática, ganando una enormidad de premios, incluido el Oso de Plata en Berlín y el Golden Globe a la Mejor Actriz de Comedia. Para Leigh, que venía de las muy oscuras Todo o nada y El secreto de Vera Drake, las positive vibrations de La felicidad trae suerte parecerían representar un brusco cambio de marcha. Pero las erupciones de color y alegría no son nuevas en su cine, como lo confirman los momentos más luminosos de La vida es formidable (Life is Sweet, 1991), Simplemente amigas (Career Girls, 1996) y su película más conocida, Secretos y mentiras (Secrets and Lies, 1995).
–Usted venía de una película muy densa, como El secreto de Vera Drake, y La felicidad trae suerte parece, de tan luminosa, su polo opuesto. François Truffaut decía que trataba de filmar cada película en contra de la anterior. ¿Podría decirse lo mismo de La felicidad trae suerte?
–Cada película es un mundo aparte. En este caso me sentí conectado con el aspecto más luminoso de la vida, en El secreto de Vera Drake tal vez haya sido lo contrario. Pero ninguna de ambas es de un solo color. Por otra parte, ¿quién podría asegurar que mi próxima película no sostenga, al contrario que en ésta, que la vida es una porquería?
–Poppy, la protagonista de La felicidad trae suerte, mantiene a lo largo de la película un optimismo tan indeclinable, que por momentos daría la impresión de estar en otro planeta. ¿Así es como usted ve al personaje?
–Creo que el personaje está anclado en la realidad, y la película también. Hay una fuerte energía positiva, producto del carácter de la protagonista, pero también una carga de angustia muy densa, representada sobre todo por Scott, el instructor que intenta enseñarle a manejar a Poppy. En este sentido, La felicidad trae suerte no difiere demasiado de Secretos y mentiras, Todo o nada o cualquiera de mis películas anteriores, que podían caracterizarse como “agridulces”.
–¿No es sin embargo demasiado “dulce” el mundo en el que vive Poppy?
–No tanto, fíjese que al final tiene con Scott una situación bastante pesada de sobrellevar. Y sabe cómo manejarla, no es estúpida.
–La “buena onda” de Poppy es tan extrema e inalterable, que a lo largo de la película uno está esperando que suceda algo que la lleve a moderarla un poco...
–Yo no hago películas sobre personajes modélicos, que le enseñen a la audiencia cómo hay que ser o comportarse. Hago lo que en cada momento tengo ganas de hacer y me sale. En esta ocasión tenía ganas de poner en escena a un personaje así. ¿Que ella es demasiado buena onda? ¿Cuánta buena onda sería “demasiado”? ¿Cómo se mide la buena onda?
–¿La película está pensada como respuesta a buena parte del cine contemporáneo, que parece obsesionado con el dolor y el sufrimiento?
–No está pensada como respuesta a nada, sino que expresa mis propias ideas sobre qué significa estar en el mundo. ¿Que estamos destruyendo el planeta? Sí, verdad. ¿Nos estamos destruyendo unos a otros? Ya lo sabemos. Eso no quiere decir que estemos todos, todo el tiempo, pensando en cómo asesinar al prójimo, o a nosotros mismos. Está lleno de gente que trata de salir adelante con lo mejor que tienen. Millones de personas en el mundo entero. En particular, quienes trabajan con chicos, como el caso de Poppy, hacen mucho por el futuro de la humanidad. Quería hacer una película antimiserabilista, eso sí.
–La felicidad trae suerte es una de esas películas que no parecen concebibles sin la presencia de su protagonista. No hay una sola escena en la que Sally Hawkins no esté en cámara. Pero además la película entera parece contaminada por su energía. ¿Cómo dio con Sally?
–Ella había estado en Todo o nada y El secreto de Vera Drake, en papelitos chicos. Eso me permitió conocerla, saber que era dueña de una energía extraordinaria y un gran sentido del humor. Además se trata de una persona muy perceptiva, que capta muy bien el sentido de un personaje. Así que cuando me planteé hacer una película sobre una chica caracterizada por su carácter positivo, en seguida pensé en Sally.
–Otra cosa que no parece posible es que un personaje así pueda surgir sin que medie un estrecho trabajo de colaboración entre actriz y director.
–Trabajamos con Sally durante seis meses para dar con el personaje. Por otra parte, a mí me gusta llegar al set de rodaje sin un guión completamente acabado. Prefiero contar con uno que sea apenas una guía de trabajo, para poder modificar todo lo que sea necesario durante el rodaje. Así que esa colaboración se extiende también al período de rodaje.
–¿A qué se debe que haya rodado la película en pantalla ancha, un formato que tradicionalmente se destina a películas de gran espectáculo?
–A que, como su nombre lo indica, Poppy es como un estallido de energía, y necesitábamos espacio para darle salida a ese estallido. También los colores están pensados como un estallido, acorde con el carácter de la protagonista.
Traducción, selección e introducción: Horacio Bernades.
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