Mié 17.06.2009
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CINE › SANTIAGO GIRALT Y SU PRIMER LARGOMETRAJE “SOLISTA”, TODA LA GENTE SOLA

“Hablar del dolor, pero desde el juego”

El director ya puso su firma en los proyectos colectivos UPA! y Las hermanas L; para su debut en solitario eligió un registro coral, con personajes acosados por pequeñas soledades que terminarán encontrando una salida optimista.

› Por Oscar Ranzani

El joven cineasta Santiago Giralt decidió ambientar su tercer largometraje en Venado Tuerto, su ciudad natal: Toda la gente sola –que se estrena mañana– es, en rigor, su primer trabajo como director solista, después de codirigir colectivamente UPA! Una película argentina y Las hermanas L. El film desgrana un puñado de situaciones de personajes con conflictos emocionales que se van entrelazando como engranajes pero de una manera simple, sin ambiciones de complejidad. Giralt escribió la historia antes de que UPA! y Las hermanas L fueran “una idea” en su cabeza. La raíz hay que buscarla en el viaje que emprendió a Canadá por haber recibido una beca para guionistas hace seis años, y que lo llevó a vivir allí un año. Cuando regresó, sintió la necesidad de escribir una historia “que hable de todo lo que llevo aprendido hasta ahora como adulto y, a su vez, que indague en mis raíces más profundas”, explica en diálogo con Página/12.

Toda la gente sola presenta un mosaico de personajes con pequeñas historias entre sí: Ana (Mónica Villa) es una ama de casa, dueña de un hotel en Venado Tuerto, creyente fervorosa, cuyo ex marido decide poner en venta la casa donde vivían y donde ella reside. Ana se ilusionará afectivamente con quien no es para ella. Ana tiene dos hijos: Lola (Lola Berthet) y Damián (Elías Viñoles). Lola siente temor al rechazo, pero en la lavandería donde trabaja sentirá un flechazo con Julián (Luciano Castro), treintañero que perdió a su familia en un accidente y que se interesará por Lola.... pero en su camino se encontrará con Alicia (Erica Rivas), la esposa de un concejal que descubre que su marido la engaña. El hermano de Lola, Damián, es un joven obeso que es recepcionista en el hotel de su madre y al que le llegó el momento de asumir su sexualidad. En medio de todo eso aparecerá el Hermano Peloso (Alejandro Urdapilleta), pastor evangelista interesado en el dinero que viajará a Venado Tuerto para brindar una conferencia, pero terminará involucrado con los personajes del pueblo. El hotel será el centro de ¿resolución? de las situaciones.

Es posible conjeturar que Toda la gente sola tiene rasgos autobiográficos. Giralt señala que “son muchos retazos de mi propia biografía. Cuando fui adolescente llegué a pesar cien kilos y el personaje de Damián es, de alguna manera, yo a los quince años. El personaje de Alicia representa el cambio que hice durante los 20. Lo que a ella le pasa de romper con las estructuras fue algo que a mí me costó hacer”. Siguiendo con los aspectos autobiográficos, Giralt asegura que el personaje de Ana “está un poco inspirado en mi mamá y mis tías. Es un mundo de situaciones personal y subjetivo. Lo que pasa es que traté de que todo mi mundo más poético, personal y plástico tuviera una forma narrativa clásica y accesible a cualquier persona que le guste que le cuenten un buen cuento”.

–¿Cómo trabajó los conflictos?

–Siempre digo que si hubiera hecho una película sobre un personaje solo hubiera sido una película triste. La multiplicación de las soledades hacía que los momentos patéticos de uno se compensaran con los momentos graciosos de otros. Un personaje puede reaccionar de una manera completamente diferente frente a su misma soledad. Alicia encuentra libertad en esas tardecitas que el marido “le deja”. A Ana no, le pesa porque tiene que mostrarles la casa a quienes quieren verla. Damián no puede salir de atrás del mostrador. Si hubiera sido sobre un solo protagonista hubiera terminado siendo una película sobre la soledad solitaria. Y siendo un largometraje coral, es acerca de cómo la soledad convive con otras soledades. Y, en realidad, mi conclusión es que la película muestra personas que se llevan mejor o peor con su soledad.

–¿Los personajes son neuróticos a los que les cuesta alcanzar la felicidad?

–Sí. Siempre digo que el obstáculo que los personajes tienen está ahí. Suena epifánico al final porque todos los conflictos hacen clímax en paralelo, pero Ana simplemente tiene que reafirmar su lugar. Ella tiene la casa en sus manos. Damián tiene que salir de un lugar de quietud y ver si el mundo es un poquito más grande que un mostrador. Lola tiene que animarse a decir una cosa. O sea, no son grandes conflictos... Lo no dicho es lo que genera la neurosis que los hace infelices.

–Aunque es una comedia dramática, no es lo que se conoce como una historia triste. ¿Es una película optimista?

–Sí, pero hay un guionista que escribió un libro que a mí me gusta mucho, que habla de tres tipos de finales: el optimista, el pesimista y el irónico. Toda la gente sola tiene un final irónico. Si bien los conflictos se resuelven “a favor” de los personajes, tienen que perder algo en ese intercambio. Hay algo que queda como pregunta en suspenso. Yo no sé si Alicia va a ser feliz, si Ana va a recuperar el vínculo con sus hijos, no sé si la pareja que se arma va a funcionar. Lo que sí sé es que el momento en que yo decido dejarlos es aquel en el que han decidido hacer el cambio. Y, entonces, cuando uno ve, después de toda una película donde hay bastante palo emocional para los personajes que al final toman una decisión que puede ayudarlos a ser felices, tiene la sensación que es un final optimista.

–Si bien escribió este film antes de los otros dos, viéndolo ahora, ¿encuentra un cambio en su manera de pensar el cine entre UPA! y Toda la gente sola?

–Mis preocupaciones son las mismas: hacer un cine que interpele al espectador, que lo haga partícipe, que cuente una historia con personajes verosímiles y vivos. Lo que pasa es que cuando van cambiando los recursos o los contextos, la película cambia. Cuando hacíamos UPA! queríamos que la escena funcionara y que la historia se contara. Y es lo mismo que me preocupaba a mí en Toda la gente sola. Lo que sucede es que a UPA! decidimos hacerla con mínimos recursos porque no queríamos depender de eso. Y ésta fue la primera vez que tuve la posibilidad de filmar con recursos. Entonces, la película cambia. Tampoco es que tuve grúas o cosas muy complejas. Decidí que la apuesta de la dirección era tener un elenco muy fuerte porque tenía seis historias y no quería que el espectador estuviera un ratito descubriendo quién era quién, familiarizándose con los personajes. Necesitaba el artificio de los actores para poder sentir que estaba jugando. Yo quería hablar del dolor pero desde el lugar del juego.

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