CINE › “PALABRAS MAGICAS”, DE SCOTT MCGEHEE Y DAVID SIEGEL
Una familia en descomposición
› Por H. B.
¿Cuál es la historia que cuenta Palabras mágicas? ¿La de una niña-genio, dueña de una capacidad asombrosa para deletrear palabras y víctima de la obsesión paterna? ¿La de un padre que empieza siendo poco menos que un dios, para convertirse en agente del Apocalipsis familiar? ¿La de una madre cuyos irresueltos traumas de infancia la conducen al desvarío? ¿La de una rivalidad entre hermanos? ¿La de un hijo que, para renegar del judaísmo paterno, se hace hare krishna? ¿La de la búsqueda mística de la familia entera, desde la cábala judía al hinduismo, pasando por la magia secreta de las palabras?
El problema del film dirigido por Scott McGehee y David Siegel (de quienes hace unos años se había conocido la interesante The Deep End) es que no sólo intenta narrar demasiadas historias abstrusas, sino que –gracias a una inédita combinación de ampulosidad dramática, inverosimilitudes narrativas y desencaminadas elecciones de estilo– termina llevándolas al ridículo liso y llano. Lo que narra esta combinación de Gente como uno con Un buda es el progresivo pero completo resquebrajamiento de una familia californiana, que luce tan perfecta como el clima, las calles y las fachadas de Sacramento. Erudito en religiones comparadas, papá Saúl (créase o no, Richard Gere) se la pasa dando lecciones a los restantes miembros de su familia. Lecciones de hebreo a la hija menor, Eliza; de violoncelo al mayor, Aaron, y hasta lecciones de cocina a mamá Miriam, a quien le toca lavar los platos (Juliette Binoche, con casi perfecta pronunciación inglesa).
No hay que ser demasiado perspicaz para adivinar que el impecable pasar de los Naumann empezará a mostrar sus grietas. Sobre todo, cuando de entrada el profesor Gere diserta sobre cierta noción del judaísmo místico, que refiere a la reparación de lo roto. Pero hay que ser poco menos que un mago como aquel que dio vida al Golem, para sospechar que este drama –filmado con tanta prolijidad como la de los Naumann– terminará derivando en una mamá cleptómana (por culpa de la muerte de sus padres cuando era niña, y de aquella misma idea cabalística de recomponer lo quebrado), el hijo que conoce a una hare krishna tan rubia y pecosa como una joven Doris Day y una niña que, en los sucesivos concursos de deletreo (que terminan llevándola hasta la final nacional, con última pregunta-suspenso y todo) imagina las palabras en cuestión, para luego recién deletrearlas. Para transmitir el mundo interno de Eliza Naumann, McGehee & Siegel no han tenido mejor que hacer bailar letras, cada vez que ella se pone a pensar.
Esta visualización llega al delirio en la escena en que, ante la palabra origami, la nena ve entrar al salón a una mujer japonesa. Junto con la señora, un pajarito de papel, que se va parando sobre cada letra de un cartel (la o, la ere y así sucesivamente) para guiar a la menor de los Naumann en la formación de la palabra. Con ayudas así...
3-PALABRAS MAGICAS
(Bee Season) EE.UU., 2005
Dirección: Scott McGehee y David Siegel.
Guión: Naomi Foner, sobre novela de Myla Goldberg.
Intérpretes: Richard Gere, Juliette Binoche, Flora Cross, Max Minghella y Kate Bosworth.