CINE › HOME, DE URSULA MEIER, CON ISABELLE HUPPERT
› Por Horacio Bernades
Una de las imágenes finales de Home recuerda el leit motiv visual de El discreto encanto de la burguesía, aquel en el que un grupo camina por una ruta, dirigiéndose hacia ninguna parte. La asociación no es azarosa. Como algunas de Buñuel (Simón del de-sierto o El ángel exterminador, sobre todo), Home es de esas películas a las que cierto facilismo llevaría a etiquetar como “alegorías”. ¿Pero alegoría de qué? Que esa pregunta no tenga respuesta es lo que da valor a la ópera prima de ficción de la ex documentalista francesa Ursula Meier, presentada en la sección Semana de la Crítica de Cannes 2008 y, en competencia oficial, en Mar del Plata 2009.
Las secuencias iniciales de Home hacen pensar que la familia protagónica ya está bastante loca, desde antes de empezar la película. Loca bien, daría la impresión, por lo bien que la pasan jugando al ho-ckey en la puerta de su casa o compartiendo el baño, sin hacerse demasiado problema por pudores, desnudeces y otros tabúes parentales. Lo rarito del hockey familiar es, en tal caso, que juegan de noche y, si se observa con atención, lo que usan como cancha es en verdad una autopista. Sí, la casa da a una ruta que, por lo visto, alguien se olvidó de terminar y poner en funcionamiento. Al costado, en el “jardincito” familiar, se desparraman reposeras, un par de arcos, una parrilla y también algún sillón. Hasta, llegado el caso, el televisor: hace calor, y a esta gente le gusta sacar el living afuera. Así como a la hija mayor, Judith (Adélaïde Leroux, la chica de Flandres) le encanta tomar sol en bikini, casi pegada al guard-rail. La costumbre traerá sus complicaciones cuando la E57 se empiece a llenar de autos, los muchachos de los camiones se pongan a gritar cosas y Judith los salude con el dedo medio apuntando para arriba.
Es que la idílica vida de Marthe (Isabelle Huppert), Michel (Olivier Gourmet, actor favorito de los Dardenne) y sus tres hijos se ve puesta boca arriba el día que los camiones llegan para asfaltar la interestatal, preparándola para su apertura oficial. “Bueno, total estamos habituados al ruido, ¿no?”, intenta convencerse Marthe, consciente de que los decibeles familiares parecen más propios de Nápoles que del bucólico paraje ¿suizo?, ¿belga?, ¿francés? que los rodea. Escrito por la realizadora junto a cuatro colaboradores, el guión anula todo dato de contexto, obligando al espectador a manejarse sólo con lo que ve. Michel suele andar con lo que parecería ser un uniforme de trabajo. ¿Pero uniforme de qué? Marthe dejó el suyo. ¿Por qué lo dejó, de qué trabajaba? Se sabe que los hijos menores van a la escuela, que está del otro lado de la autopista. El trámite se les pondrá un poquito más difícil cuando los autos empiecen a pasar por delante de casa, sin parar, uno detrás de otro.
Lo que en un comienzo semeja un colorido surtido de excentricidades deviene neurosis progresiva, a partir del momento en que las ventanas de la casa se convierten en algo así como una pantalla, a través de la cual los choferes se asoman a la intimidad familiar. También un amplificador de los ruidos de afuera, que llevará a Marthe, Michel y los suyos a un verdadero furor insomne. ¿Por qué no se mudan? Porque Marthe no quiere hacerlo, es la respuesta sencilla. Porque quedan capturados en la locura de la situación, una más factible. Con fotografía de esa especialista en calor y transpiraciones que es Agnès Godard (recordar sus trabajos para Claire Denis, Bella tarea sobre todo), Home se torna cada vez más asfixiante. Dicho esto en sentido figurado, pero también –a partir del momento en que a Michel no se le ocurre mejor idea que tapiar hasta el más mínimo ventanuco– literal. Favorecida por la capacidad de trabajar planos cortos de su directora de fotografía, en sus mejores momentos (el hockey del comienzo, las escenas en el baño, una batalla campal-familiar en medio del living), Meier logra sumergirse en la locura familiar con una fisicidad que recuerda al Cassavetes de Una mujer bajo influencia, Opening Night o Torrentes de amor. Lo cual no es poco.
7-HOME
Suiza/Francia/Bélgica, 2008.
Dirección: Ursula Meier.
Guión: A. Jaccoud, O. Lorelle, Ursula Meier, G. Taraud y Raphaëlle Valbrunne.
Fotografía: Agnès Godard.
Intérpretes: Isabelle Huppert, Olivier Gourmet, Kacey Mottet Klein, Madeleine Budd y Adélaide Leroux.
Estreno en proyección DVD, en los cines Arteplex (Centro, Belgrano y Caballito).
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