CINE › DE AQUEL DEBUT EN JAMON, JAMON AL ESTRELLATO INTERNACIONAL
Todavía en los treinta y pico, la actriz madrileña ya puso su nombre en más de cincuenta películas. Pero lo más sorprendente es su versatilidad, que le permitió transitar tanto la heroína trágica o la madre abnegada como la comediante más desencajada.
› Por Geoffrey Macnab *
No muchas actrices españolas de treinta y pico han sido objeto de grandes retrospectivas en el National Film Theatre de Londres. Que su carrera sea celebrada en una temporada de todo un mes es una medida de la estima que ha conseguido Penélope Cruz. La temporada arranca este fin de semana en el South Bank de London, con una entrevista a Cruz y su más importante mentor Pedro Almodóvar, y la avant première de Los abrazos rotos, su nuevo film juntos.
La historia fílmica de Penélope empieza con una adolescente llorando en las oficinas de una compañía de producción española. Había perdido la prueba para el rol protagónico de Las edades de Lulú, de Bigas Luna por ser demasiado joven, especialmente para un material tan sexualmente explícito. A pesar de eso, Cruz está devastada. El revés –si puede ser descripto como tal– fue sólo temporario. Cruz fue “descubierta” unos meses después por Katrina Bayonas, cabeza de Kuranda, una agencia de artistas de Madrid. “En la compañía hacemos una búsqueda de talentos anual. Testeamos en pantalla a 350 actores y actrices jóvenes y elegimos a uno o dos –a veces a ninguno– para representar”, explica Bayonas. La adolescente Cruz fue una de las aspirantes a comienzos de los ’90. Bayonas le dio el texto de Ingrid Bergman en Casablanca. “Era demasiado joven para eso, pero claramente había algo absolutamente asombroso en esa chica”, recuerda la jefa de la agencia su primer encuentro con la futura estrella.
Bayonas le fijó varias tareas: una improvisación, otro texto preparado pero más apropiado para una chica de su edad. Otra vez, Cruz sobresalió. “Le hizo caer las medias a todo el mundo. A los 14, tenía esta sorprendente conexión con todo lo que un actor necesita: lo que sucedía en su interior, sus emociones. Era muy disciplinada, muy bien entrenada.” La agente lucha para poner en palabras lo que hacía que la chica fuera tan especial. “Sí, era luminosa. Tenía la pasión y el compromiso para tomar lo que tenía que tomar y conseguir el máximo.” En este período, Cruz (nacida en Alcobendas, un suburbio al norte de Madrid, en 1974) todavía estaba en la escuela a tiempo completo. Modelaba para pagar sus clases de actuación, e iba a clases de ballet los fines de semana. Su primer deseo había sido ser bailarina: estudió tres años en el Ballet Español con Angela Garrido, y por algunos años con el Ballet Clásico del Conservatorio Nacional. Bayonas insiste con que esa adolescente proyecto de actriz no estaba siendo empujada al show business por unos padres ambiciosos. “Lo que sé es que cuando era niña no tenía muy buen comportamiento. Para eliminar algo de su exceso de energía, la pusieron en clases de ballet. Fue la única decisión que tomaron sus padres.”
Bayonas reconoce que la joven Cruz tenía “mucha inseguridad”, pero que era algo que la hacía más determinada a superarlo. Cuando se le ofreció la oportunidad de ser presentadora de TV, ella y Bayonas coincidieron en que podría ayudarla a sentirse más cómoda ante cámaras, aunque fuera un paso hacia el costado. La actriz tomó un par de roles en pequeñas películas españolas. “En el momento en que la vieron empezaron a aparecer proyectos, gente que quería hacer algo con ella.” El excéntrico Luna –el mal chico del cine español– estaba entre los que querían “hacer algo”. “Pero ella era muy joven para hacer ese material”, recuerda Bayonas de las charlas para aparecer en Las edades de Lulú, sobre el despertar sexual de una muchacha. Cuando fue un poco más grande, Cruz consiguió un rol protagónico en Jamón, Jamón (Bigas Luna, 1992). Aun en ese temprano personaje, se puede ver eso que la distingue, esa perturbadora presencia en la pantalla. Allí hace de Silvia, la hija de una prostituta: Luna la trata como un sex symbol en potencia. El film apenas ha empezado cuando se ve al novio mordisqueando sus pechos y diciendo que uno sabe a omelette y el otro a jamón. Hay mucho nudismo en la película, que celebra y satiriza a la vez el machismo español: una cruda comedia dramática sobre hombres obsesionados con la comida, el sexo y las corridas de toros. Cruz, de todos modos, exhibe una cualidad que va mucho más allá de las groserías de Luna: en ella hay delicadeza, gentileza, y no por nada los críticos la han comparado alguna vez con Audrey Hepburn. En ella hay un alma; combina una sensualidad bien terrenal con algo más etéreo. Claramente, la cualidad que más atrajo a Pedro Almodóvar.
“Si se miran los personajes que encarnó para Almodóvar, generalmente es una buena mujer bajo circunstancias fuera de su control. Lo que le interesa a Almodóvar –lo que cimenta su relación– es la idea de una bondad femenina. Normalmente, una bondad maternal”, sugiere John Hopewell, historiador del cine radicado en Madrid, autor de Saliendo del pasado: el cine español después de Franco. Hopewell cree que Cruz posee cualidades que Almodóvar admira de su propia madre. El director no pudo encontrar estas cualidades en otras de sus musas, fueran Carmen Maura (demasiado voluptuosa, de personalidad muy de comediante) o Victoria Abril. “Cuando era pequeño estaba siempre rodeado de mujeres”, recordó Almodóvar. “No puedo imaginarme de niño, antes de los diez años, con algún hombre. Tengo esta imagen de estar siempre rodeado, no sólo por mi madre sino por las mujeres del vecindario.” La misma Cruz notó cuán influido estaba Almodóvar por su madre, a quien llegó a conocer. “Ella era inteligente y divertida... creo que en su interior era una artista. Está presente en todas las películas de Pedro”, sugiere la actriz.
Hay una cierta ironía en eso. Cruz, el sex symbol que recibió su primer reconocimiento por haber trabajado con el ultramacho Bigas Luna, es considerada por Almodóvar casi como si fuera la Virgen María. “Nunca vi a un director amar a una actriz como Pedro te ama a vos”, le dijo Carmen Maura. Hay poco de sexual en ese amor: tiene que ver más con lo reverencial que con la lujuria. Almodóvar y Cruz trabajan extraordinariamente bien juntos. Ella lo define como su director favorito, y a menudo habla de cuán importante es en su vida: “Va más allá de mi carrera”, dice. Almodóvar admitió que, aunque adora a sus demás actrices, es por Cruz por quien siente “real pasión”. Juntos hicieron cuatro películas, no tantas si se tiene en cuenta cuán relacionados están en la mente del público. En la primera, Carne trémula (1997), ella tenía un papel menor (una prostituta pariendo en la parte trasera de un bus). En Todo sobre mi madre (1999) era una joven monja preñada por un transexual. Volver (2006) le dio sin dudas su mayor papel en un film de Almodóvar, como una heroica madre capaz de limpiar la sangre y esconder el cadáver en la heladera para mantener a su hija lejos del dolor. Fue el tipo de personaje que evoca los roles que solían hacer Lana Turner en los viejos melodramas de Douglas Sirk, y la peculiar biografía de Turner misma.
España siempre tuvo bellas y jóvenes actrices talentosas. La cuestión es por qué Cruz se convirtió en una estrella internacional y otras no. Más allá de la obvia explicación de haber sido beneficiaria de una larga relación de trabajo con el mayor director vivo español, Cruz posee claramente una atracción de la que la mayoría de sus compatriotas carecen. Bayonas dice que, a comienzos de su carrera, a veces trabajaba tan duro que caía enferma. Como Javier Bardem (su coprotagonista en Jamón, jamón y Vicky Cristina Barcelona), ella ambicionaba el escenario internacional. Estaba lista para hablar en inglés para ampliar sus oportunidades e incluso estaba lista para meterse en el aquelarre publicitario.
La carrera internacional de Cruz tuvo sus problemas. En España fue reconocida como estrella desde sus primeros films. Fue nominada al Goya a la mejor actriz por Jamón, jamón y por Belle Epoque, de Fernando Trueba, que ganó un Oscar al film en habla extranjera. Los agentes de casting extranjeros querían disponer de ella, pero no estaban seguros de cómo utilizar mejor su talento. Los estudios de Hollywood parecieron inclinarse por la ilusión de que era una especie de Sophia Loren, una exótica estrella extranjera que podía traer un toque erótico y glamoroso del continente europeo a las películas. Descubrieron sus cualidades para la comedia en La niña de tus ojos, de Fernando Trueba (una comedia al estilo Lubitsch sobre unos directores españoles perdidos en la España nazi), o la intensidad de su performance en Abre los ojos, de Alejandro Amenábar (1997). Pero películas como The Hi-Lo Country, de Stephen Frears (1998), el romance en tiempos de guerra de John Madden La mandolina del capitán Corelli (2001) e incluso la remake que hizo Cameron Crowe de Abre los ojos, Vanilla Sky (2001), no consiguieron expandir su carrera. No es que no tuviera buenas performances, es que no había nada especialmente distintivo en sus personajes. Era una actriz clase A, todo un logro en sí, pero empezaba a ser más conocida por su vida privada que por su actuación. Existía además la sensación de que se estaba convirtiendo en otra “linda chica latina” de Hollywood, tratada con el mismo desdén que Salma Hayek (con quien actuaría en Bandidas).
En un nivel, sugiere Bayonas, Cruz simplemente no tuvo suerte. Por alguna razón, películas “que parecían absolutamente brillantes en el papel” demostraron ser experiencias anticlimáticas. “Hacer una película con Stephen Frears no puede ser malo. John Madden acababa de ganar un Oscar... estas películas parecían elecciones brillantes y no resultaron así. Pero Penélope no tuvo absolutamente nada que ver con eso.” Cuando se fue a Hollywood e inició una relación con Tom Cruise tras la ruptura de éste con Nicole Kidman, la prensa española comenzó a darle la espalda. “El público siempre la adoró, pero hubo un momento en el que la prensa ciertamente mostró su enojo con ella por haberse ido a Estados Unidos. Fue muy desagradable”, dice Bayonas. “No duró mucho, pero en la prensa hubo una actitud un poco como ‘¿quién se cree que es, dónde se cree que va?’.”
“La mayoría de los españoles estaban orgullosos”, sugiere Hopewell respecto de la reacción del público frente a la amplia cobertura del romance entre Cruise y Cruz. “Mostraba que los jóvenes españoles podían salirse con la suya. Gente que conoció a Cruise dice que le cayó bien, que era un tipo agradable y con los pies sobre la tierra. Cuando fue a España, mostró un buen manejo de la gente.” Mientras tanto, Cruz estaba finalmente demostrando su versatilidad. Un personaje clave fue el de una mujer casi iletrada, ítalo-albanesa, abusada cuando era niña por su padre y profundamente traumatizada, en Non ti muovere, de Sergio Castellitto (2004). Hay algo casi absurdo en los extremos que la actriz debe explorar allí para escapar de su propia imagen. En el papel de Italia, sus ojos están hundidos, el pelo grasiento, sus dientes en mal estado. Aun con la sensación de que la actriz entierra su encanto a conciencia, entrega una performance convincente y conmovedora. Italia es violada por un adinerado cirujano (Castellitto) que luego se enamora de ella. Es un drama cruel sobre dos personajes arruinados y autodestructivos. Como triste antiheroína, Penélope reenciende recuerdos de personajes asumidos por actrices como Giuletta Massina y Anna Magnani en viejas películas italianas: mujeres que no eran convencionalmente bellas, pero tenían intensidad y pasión.
El film también subraya la versatilidad de Cruz. Como atestigua su rango de personajes, es igualmente idónea para hacer heroínas trágicas en dramas de realismo social, madres heroicas, mujeres fatales, monjas, comediantes alocadas y reinas glamorosas del Hollywood más convencional. Está lista para trabajar en locaciones difíciles o incómodas si el personaje lo demanda. Cuando estaba trabajando en Chromophobia, de Martha Fiennes, en Londres, no tuvo problemas en rodar una escena sin seguridad en un bar de Hackney, tarde en la noche. A pesar de su creciente fama, insiste Bayonas, no se ha vuelto arrogante u obsesiva. “Tiene los pies sobre la tierra y un magnífico sentido del humor. Me río mucho con ella, porque es muy divertida, capaz de lanzarte one liners con facilidad. Una chica de familia, que ama su familia.” Bayonas se entusiasma con la actriz que conoce desde hace ya veinte años. “Si existiera alguna posibilidad de que Penélope perdiera contacto con la realidad, la familia la patearía de allí en cinco segundos. Pero no hay posibilidad de eso.”
Los colegas hablan de ella con la misma convicción, citan su generosidad y amabilidad. Bayonas, que sigue siendo su manager, dice que Cruz está siempre dispuesta a ayudar y dar consejo y valor a otros clientes jóvenes de la agencia. Sigue trabajando en Europa y en Hollywood, algo indicativo del modo en que mezcla y combina proyectos de puro arte y películas de gran estudio, pasando de Los abrazos rotos (su último film con Almodóvar, donde es una hermosa actriz y call girl) al musical de alto presupuesto de Rob Marshall Nine (una adaptación de 8 y medio de Fellini, donde se dice que hará varias rutinas de burlesque).
Aún promediando los treinta, Penélope Cruz ya alcanzó un extraordinario número de créditos. Contando películas para televisión, su filmografía ya llega a más de 50 títulos. Su inmensamente viva performance en Vicky Cristina Barcelona (Woody Allen), como la vengativa y temperamental ex mujer de Javier Bardem, fue reveladora. Sus colegas podrán hablar de generosidad y amabilidad, pero ciertamente hay un elemento de diva en ella. Superó con éxito a Scarlett Johansson, algo que no muchas otras actrices podrían hacer, o incluso animarse a intentarlo. Diez años atrás, cuando el BFI montó una temporada de películas de Michelle Pfeiffer, sus programadores fueron atacados por tomar una ruta fácil, populista, para conseguir más público. La temporada con Penélope Cruz podrá disparar nuevas acusaciones por el estilo. Pero, si se dejan de lado sus errores en Hollywood, resulta claro que Penélope ha tenido una carrera extraordinariamente variada y que ha trabajado con muchos directores clave de España. Que esos films estén entre los mejores que hayan hecho esos cineastas no es ninguna coincidencia.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
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