Vie 07.08.2009
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CINE › DESAFIO, DE EDWARD ZWICK, CON DANIEL CRAIG Y LIEV SCHREIBER

Cuando se impone tomar las armas

Basada en hechos y personajes que existieron realmente, la película del director de El último samurai se ocupa de la indómita Brigada Bielski, un grupo de la resistencia judía que peleó contra los nazis y salvó a casi 1200 compatriotas de una muerte segura.

› Por Luciano Monteagudo

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DESAFIO

(Defiance, EE.UU., 2009)

Dirección: Edward Zwick.
Guión: Clayton Frohman y Edward Zwick, basado en el libro Defiance: The Bielski Partisans, de Nechama Tec.
Intérpretes: Daniel Craig, Liev Schreiber, Jamie Bell, George MacKay.

En uno de los pasajes más controvertidos de su famoso libro Eichmann en Jerusalén: un ensayo sobre la banalidad del mal, Hannah Arendt critica duramente a los consejos judíos por haber aceptado pasivamente “cooperar” con la máquina de exterminio nazi, como sucedió con las listas de transporte al campo de concentración de Theresienstadt, realizadas por miembros del propio consejo. “Este papel de los dirigentes judíos en la destrucción de su propio pueblo es para los judíos sin duda el capítulo más negro en su negra historia”, escribió Arendt, quien luego sintió como un alivio el encuentro con “antiguos miembros judíos de la resistencia”, porque “su entrada en escena ahuyentaba el fantasma de una docilidad general”. ¿Arendt se habrá encontrado en Nueva York con los hermanos Tuvia y Zus Bielski, sobrevivientes de un grupo de partisanos judíos que resistió en los bosques de Bielorrusia desde 1941 hasta el fin de la guerra? La indómita Brigada Bielski llegó a salvar a casi 1200 judíos de una muerte segura y ése es el tema central de De-

safío, una película que utiliza todos y cada uno de los viejos clichés del cine bélico para tratar una historia hasta ahora casi desconocida, basada en hechos y personajes que existieron realmente.

El comienzo es canónico y el film lo trata casi como si fuera un western. A una pequeña aldea de campesinos llega la Wehrmacht y, por el solo hecho de ser judíos, masacra sin piedad a hombres, mujeres y niños, entre ellos al padre y a la madre de los Bielski. Sin embargo, cuatro de sus hijos se salvan de la carnicería: los jóvenes Asael (Jaime Bell) y Aron (George MacKay) y los mayores Tuvia (Daniel Craig) y Zus (Liev Schreiber). Presentados desde un comienzo más como hombres de acción que como simples aldeanos, Tuvia y Zus decidirán vengarse de los asesinos de su familia, empezando por los colaboracionistas locales, a quienes Tuvia ejecuta con tres de las únicas cuatro balas que tiene en su viejo revólver.

Pero como Desafío no se conforma (aunque por sus limitaciones, debería) con ser meramente una película de acción, irá enfrentando a los hermanos Bielski con todo tipo de pruebas, ya sean las de la supervivencia de orden físico –alimentarse en medio de la espesura del bosque, sobrevivir a la crudeza del invierno– o a las de orden moral. ¿Qué hacer con todos esos otros judíos que se van encontrando en el camino, huyendo de los nazis por el monte? ¿Habrá refugio y comida para todos? ¿Los que no combaten tienen derecho a rezagar y exponer a los más aptos? Y, más complejo aún: ¿es justificable la venganza? ¿Matar a sus compatriotas, por más cómplices que sean de los nazis, no los convierte acaso, también a ellos, en asesinos? “Nuestra mejor venganza será mantenernos con vida”, proclama Tuvia, un mandamiento que no le será fácil sostener en los hechos.

De su lado tiene a un viejo profesor que solía retarlo de niño y que ahora aporta sus citas del Talmud, y a un intelectual socialista, editor de una revista literaria, que por el solo hecho de serlo es motivo de burlas entre los más aguerridos de la brigada. A su vez, las mujeres que van sumando los Bielski a medida que avanzan por el bosque, miran con caras lánguidas y suspiros a cada uno de los hermanos, a quienes preferirían tener siempre a su lado, antes que verlos partir regularmente para conseguir armas, atacar convoyes o aprovisionarse de medicinas. En esto el especialista es Zus, quien en determinado momento del relato agrega otra prueba de fuego a la unidad de los hermanos: decide combatir junto al Ejército Rojo, donde no dejan de discriminarlo por su condición de judío, aunque allí tiene la oportunidad de pelear de igual a igual contra el ejército nazi.

No faltó en los Estados Unidos quien le cuestionara a la película que al sobredimensionar la estatura heroica de los Bielski la película no hace sino aumentar los rasgos de debilidad y sumisión del coro de estereotipados judíos que los rodean. Es verdad, pero los alcances de la película dirigida por Edward Zwick no parecen llegar tan lejos. El director de El último samurai –convocado para Desafío seguramente porque en el pasado también se había ocupado del coraje bélico de una minoría (Tiempos de gloria, sobre la actuación de los soldados negros en la Guerra de Secesión en los Estados Unidos)– es cualquier cosa menos sutil. Su fuerte es más bien la acción, los tiroteos, las explosiones. No le pidan una escena romántica porque parece salida de la tapa de un libro de Corín Tellado, o un momento sentimental porque hará que el solitario violín que ejecuta un niño comience a sonar como una orquesta completa de cuerdas.

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