CINE › [REC] 2, DE JAUME BALAGUERó Y PACO PLAZA
› Por Horacio Bernades
Hay una originalidad en [REC] 2: mientras la mayoría de las secuelas transcurren años después de la primera parte, ésta lo hace seis minutos más tarde. Absoluta coherencia con el hecho de que [REC] transcurre en tiempo real. De acuerdo con el pacto tácito entre película y espectador, en la primera parte se convenía que la película entera estaba filmada, en vivo, por el camarógrafo de un programa de TV. Recuérdese: ante un pedido de auxilio, miembros del cuartel de bomberos se presentaban en un edificio de Barcelona, descubriendo, junto con agentes de la policía y la conductora y cámaras del programa, una bruta epidemia de zombies hambrientos. La cosa terminaba en un altillo, no con una explicación, sino con un misterio. En ese punto recomienza ahora, seis minutos más tarde.
[REC] 2: El exorcista en vivo podría haber sido el título completo de esta secuela. Porque lo que parecían zombies resultaron ser demonios. Producto de un contagio que se inició tiempo atrás, con la posesión de una niña. Con ese misterio se cerraba la primera parte, entre recortes de periódicos y referencias al Vaticano. Así que aquí llega un cura con acento extranjero (Jonathan Mellor, de aspecto convenientemente siniestro), que, cruz en mano, se pone a espantar demonios. Sí, como a los vampiros de antes, la cruz hace retroceder a los demonios de [REC] 2: El regreso del Vaticano (otro título posible para esta secuela). Los demonios hablan con voces y dicen obscenidades, como en El exorcista. Por allí, alguien menciona a Mario Alberto Kempes. No es que el cronista se haya vuelto loco sino que, como en la primera parte, aquí también hay un personaje argentino, encarnado por un compatriota que recuerda al “Matador”, el Piojo López y otros triunfadores del fútbol valenciano.
Pero esos jugadores son de hace veinte años, y el retroceso que [REC] 2 representa para el género de terror es mucho mayor: recuérdese que ya a fines de los ’60 La noche de los muertos vivos abolió cruces y otras liturgias católicas, en la lucha contra el Mal. En términos narrativos no hay retroceso, sino pereza. El uso de una cámara filmando en vivo se justificaba, en la primera parte, por la presencia de la televisión. Pero aquí no hay televisión, sino miembros del grupo GEO (el SWAT español), quienes por lo visto son de llevar cámaras a los operativos. No una, sino varias. De tal manera que cuando los demonios se comen a uno, otro toma la posta y la película sigue.
Otro signo de pereza es el de no desarrollar personajes, como sí lo hacía la primera parte, haciendo rotar, en lugar de ello, a un elenco variable, que incluye a unos chicos de secundaria. Chicos que vienen, claro, con su propia cámara, para tomar el relevo de los GEOS muertos. Todas las escenas son básicamente una, en la que todos filman a un montón de demonios que se quieren comer al que filma, mientras éste sigue filmando. También hay, como en la primera [REC], cortes de sonido, desenchufes y apagones. Apagones mucho más apagados, por repetidos. [REC] 2: Una contaminación repetida, otro título alternativo.
5-[REC] 2
España, 2009.
Dirección y guión: Jaume Balagueró y Paco Plaza.
Fotografía: Pablo Rosso.
Intérpretes: Jonathan Mellor, Oscar Sánchez Zafra, Ariel Casas, Alejandro Casaseca y Pablo Rosso.
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