CINE › LAS PELICULAS GANADORAS DEL FESTIVAL INTERNACIONAL DE MAR DEL PLATA
En una edición caracterizada por una combinación de bajo vuelo económico e interesante nivel artístico, se definieron los Astor y galardones paralelos. La mejor película fue Cinco días sin Nora, de la mexicana Mariana Chenillo.
› Por Horacio Bernades
Desde Mar del Plata
Mar del Plata habla en castellano. Dejando aparte los premios otorgados a las películas presentadas en las competencias Argentina y Latinoamericana, de los seis Astor concedidos a participantes de la Competencia Internacional cuatro fueron para películas hispanohablantes: la mexicana Cinco sin días sin Nora, la cubana El cuerno de la abundancia, la uruguaya Mal día para pescar (estas dos, coproducciones con España) y la española V.O.S. Para la argentina Vikingo quedó una mención (y el premio otorgado por un jurado paralelo, el de la crítica internacional), mientras que Francia, de Adrián Caetano, se fue con las manos vacías. Otro tanto les sucedió a algunas buenas películas presentadas en Competencia Oficial, como la coreana Madre, de Bong Joon-ho (que también recibió un premio de un jurado paralelo, el de la Asociación Católica Signis), la holandesa Nothing Personal y la iraní Un hombre que comió sus cerezas.
La orientación hispanohablante del palmarés oficial luce en sintonía con el perfil que la versión 2009 de este evento parecería permitir. Con una competencia internacional que juega en desventaja contra festivales internacionales de mayor relevancia y un presupuesto poco apto para invitaciones transoceánicas, daría la impresión de que, por propia voluntad o porque no hay otra, a Mar del Plata le va quedando para ofrecer al mundo cine argentino y latinoamericano. Siempre y cuando se cuente con los emolumentos que permitan acercar el mundo hasta aquí a ver ese cine, claro. Algo que no parece muy factible si, como sucedió durante esta edición, se invita a dos divas del espectáculo local a... compartir habitación en el Hotel Hermitage, alegando falta de recursos.
Esas carencias obedecen, se supone, a la decisión adoptada por el Instituto de Cine y Artes Audiovisuales, que redujo su participación a un tercio, con respecto a lo que venía invirtiendo desde hace más de una década. Desde esta edición, los dos tercios restantes quedan a cargo de la Provincia de Buenos Aires y la Intendencia del Partido de General Pueyrredón. Pero según las estimaciones oficiales, el presupuesto total no se redujo con respecto al del año pasado. ¿Por qué, entonces, esta edición lució tan devaluada, con un único “famoso” presente en la gala inaugural (el actor Gustavo Garzón) y no muchos más invitados extranjeros, a lo largo del evento, de los que suele convocar Pantalla Pinamar? ¿Por qué Natalia Oreiro, Pablo Echarri, Diego Peretti y Ana María Picchio aparecieron recién en los últimos días?
En términos de líneas estéticas y de restricciones de programación, el palmarés oficial de la 24ª edición del Ficmdp refleja cabalmente la heterogeneidad y los límites que signaron la selección presentada en la Competencia Internacional. La mexicana Cinco días sin Nora, gran ganadora de esta edición, es una comedia negra, sobria pero convencional. La cubana El cuerno de la abundancia no sólo despliega todos los clichés bananeros habidos y por haber, sino que además se estrenó en España... ¡hace un año! V.O.S., del catalán Cesc Gay, es un jueguito metalingüístico ingenioso, pero insustancial. Vikingo, la película argentina más premiada este año, vuelve a exponer la vivificante rusticidad del quilmeño José Celestino Campusano. El tiempo que queda, de Elia Suleiman, es cine de autor a gran nivel. Pero con una salvedad: ya había participado de la competencia oficial de Cannes. Como también compitió en Venecia Vida durante la guerra, de Todd Solondz, otra de las ganadoras. El reglamento de la Fiapf, organización que rige los festivales de cine en el mundo entero, ¿no prescribe acaso que esto no puede suceder, entre festivales clase A?
Más allá de las preguntas que el tamaño ahora reducido de Mar del Plata suscita en relación con su proyección internacional, y la del cine argentino en general, en términos locales la programación de esta edición volvió a ofrecer, como venía sucediendo en ediciones previas, una media de considerable interés. Más allá de alguna temible idea de programación (como la de destinar una sección entera a las películas argentinas más recaudadoras del año), no hubo grandes mamarrachos que lamentar. Tanto la competencia latinoamericana como la argentina ofrecieron una media digna y films atendibles: la chilena Huacho, la mexicana Daniel y Ana o las argentinas La hora de la siesta (justa ganadora de la sección latinoamericana), Orquesta roja, El hombre de al lado y El perseguidor. Las secciones paralelas brindaron, a su turno, la posibilidad de ver películas como la ceilanesa Between Two Worlds, la hongkonesa Accident, la última de Jacques Rivette (36 vues du Pic St. Loup), la indie estadounidense Guy and Madeline on a Park Bench o Unmade Beds, del argentino (radicado en Londres) Alexis Dos Santos. Y esas películas solas justifican la existencia de cualquier festival.
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