CINE › ALICIA EN EL PAíS DE LAS MARAVILLAS, DE TIM BURTON
La expectativa que generaba un Lewis Carroll filmado por el responsable de tantas fantasías inolvidables se termina diluyendo en una lectura demasiado lineal, con más elementos de la mitología actual que el delicioso absurdo del original.
› Por Horacio Bernades
Pocos realizadores parecían más indicados que Tim Burton para dar al cine una versión definitiva de Alicia en el País de las Maravillas. Dejando de lado, por poco vista, la que posiblemente sea la más lograda (la que el checo Jan Svankmajer filmó, cuadro a cuadro, a fines de los ’80), los intentos fílmicos alrededor de la célebre novela de Lewis Carroll –cerca de una veintena desde los tiempos del cine mudo, de los cuales el más conocido es el de Disney, de comienzos de los ’50– no habían estado a la altura. Por eso, cuando se supo que el sello del ratón había puesto el nuevo proyecto en manos de Burton, cosquilleos expectantes recorrieron la aldea cinéfila. Razones de afinidad creativa, sumadas a la promesa de inmersión total que siempre brinda el 3-D, hacían aguardar con ansiedad la tecnoboda Burton-Carroll. Pero el imaginero de Charlie y la fábrica de chocolate erró esta vez el camino, y lo que se anunciaba como matrimonio en el cielo terminó en divorcio por infidelidad.
Con guión de Linda Woolverton (veterana de Disney que participó en La Bella y la Bestia, El Rey León y Mulan), Burton optó por fusionar las dos novelas del ciclo Alicia (Aventuras de Alicia en el País de las Maravillas, 1865, y A través del espejo y lo que Alicia encontró al otro lado, 1871), reconvirtiendo de paso a la niña en cuasi veinteañera, tal vez como forma de justificar una muy discutible conversión final en heroína de espada tomar. Movido por la percepción de que las versiones anteriores habrían sido meros “desfiles de freaks” (una crítica imprevista, proviniendo del realizador de Beetlejuice, Ed Wood y El cadáver de la novia), Burton optó a la vez por darle a la historia un carácter más homogéneo, trastocándola en cuento de reinas, guerreras y dragones y torciendo así el espíritu de la novela.
Al texto original le insume un par de líneas establecer que a la protagonista el mundo real la aburre mortalmente. En el tercer párrafo el conejo ya está hablando y a la segunda página Alicia se metió de cabeza en la madriguera. Burton echa mano en cambio de un doble preámbulo, cuestión de explicar por qué la niña alucina conejos parlantes. Alicia (Mia Wasikowska) recurre aquí a la fabulación para huir de la estiradísima high society británica de mediados del siglo XIX. Incluyendo una perspectiva de casamiento que suena a condena de por vida. En ese mundo bajo tierra la reciben –digitalizados y con las voces de Alan Rickman, Timothy Spall, Stephen Fry y Michael Sheen, entre otros– el conejo, el gato de Cheshire, la oruga azul, la liebre de marzo y resto de la fauna parlante, conduciéndola ante el Sombrerero Loco. El pelo color zanahoria, rostro enharinado, pupilas verde limón y un marcado ceceo, al estar interpretado por Johnny Depp el papel del Sombrerero crece en importancia con respecto al original.
Pero la torcedura de fondo de la versión Burton consiste en despojar los encuentros de la niña (o la joven) y sus raros anfitriones de la serie de acertijos lógicos llevados al absurdo, que permitían que ese mundo funcionara como puesta en cuestión de lo real. La Alicia de Burton-Woolverton viene a cumplir aquí un rol prefijado por alguna clase de predestinación, que la lleva –como Harry Potter, como los niños de Las crónicas de Narnia– a restituir un orden perdido, sin que medie en ello su voluntad. En esa Wonderland ahora llamada Underland, la Reina Roja (Helena Bonham Carter, por lejos lo mejor de la película) ha destronado a su hermana buena, la Reina Blanca (Anne Hathaway, otra vez princesa Disney), con ayuda del jefe de sus ejércitos, la Sota de Corazones (Crispin Glover, con parche y cicatriz). Como un San Jorge de espada y armadura, Alicia deberá cumplir su rito de iniciación guerrera, combatiendo al dragón Jabberwocky (voz de Christopher Lee). En otras palabras, lo que en Carroll era subversión de la lógica burguesa se ha trastrocado en mitología tradicional al uso contemporáneo. Una batalla ganada por Disney, se diría.
¿Y el 3-D? Burton no filmó Alicia en ese formato, sino que la transfirió a él en una etapa posterior. Tal vez por eso la sensación de tridimensionalidad se ve reducida aquí a una pátina. ¿La exuberancia visual? Oh, sí, desde ya, aquel que vaya al cine como quien hojea un libro ilustrado hallará sin duda, en las selvas de hongos gigantes diseñadas por el departamento de arte, la colorida paleta digital del director de fotografía Dariusz Wolski, el desfile de trajes de época, las orugas parlantes y los gatos esfumados, razones para justificar el precio de la entrada, cuyo valor equivale al de un kilo de asado.
5-ALICIA EN EL PAIS DE LAS MARAVILLAS
(Alice in Wonderland, EE.UU., 2010)
Dirección: Tim Burton.
Guión: Linda Woolverton, sobre Alicia en el País de las Maravillas y A través del espejo y lo que Alicia encontró al otro lado, de Lewis Carroll.
Fotografía: Dariusz Wolski.
Música: Danny Elfman.
Intérpretes: Johnny Depp, Mia Wasikowska, Helena Bonham-Carter, Anne Hathaway, Crispin Glover y las voces de Stephen Fry, Alan Rickman, Michael Sheen, Timothy Spall y Christopher Lee.
Estreno en copias 3-D y 2-D (consultar salas en cartelera).
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