Mar 16.03.2010
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CINE › ESTHER GORIS Y SU TRABAJO EN PACO, EL FILM DE DIEGO RAFECAS QUE SE ESTRENA EL JUEVES

“Espero que sirva para concientizar”

La actriz encarna a una senadora que se encuentra en franco ascenso político y debe enfrentar, de pronto, las consecuencias de la adicción de su hijo. “Fue la investigación más dura que debí llevar a cabo en mi vida para un personaje”, destaca la intérprete de Evita.

› Por Oscar Ranzani

Esther Goris asegura estar más que satisfecha de haber participado en Paco, opus tres de Diego Rafecas que se estrena este jueves. Su entusiasmo radica en el debate que puede llegar a generar el film del director de Un buda. Para argumentar su postura, reafirma: “Estoy contenta de haber trabajado en esta película que colabora a concientizar o a que la gente se entere de un problema que está sacudiendo a toda Latinoamérica, y particularmente a la Argentina. Y tiene que ver con que parece una droga diseñada para destruir y exterminar a una clase social con la que no se sabe muy bien qué hacer”, dispara Goris en la entrevista con Página/12.

La droga de la que habla la actriz que encarnó a Evita –ya sabrá el lector– tiene el mismo nombre que el título del film y del protagonista en la ficción (Tomás Fonzi), un joven, de clase acomodada, con estudios universitarios, que es detenido en estado de sobredosis, acusado de volar una “cocina” de cocaína en una villa. El tema es que Paco es el hijo de una senadora que se encuentra en franco ascenso político (Goris). Al enterarse de lo sucedido, ejercerá el poder que tiene para ubicar a su hijo en un instituto de rehabilitación y sacarlo de la cárcel. Goris comparte elenco con distintas generaciones de actores: Luis Luque, Salo Pasik, Norma Aleandro, Juan Palomino y Sofía Gala, entre otros.

Para componer su personaje, Goris visitó muchas veces a las Madres contra el paco. “Sería muy feliz si esta película las ayudara en su lucha”, se ilusiona. Y cuenta que ellas le decían que otro de los problemas es que ni siquiera se puede saber de qué está compuesta la droga: “Pasta base hay siempre, pero después varían las proporciones y también lo que le agregan, que puede ser desde vidrio molido hasta veneno para ratas”. La actriz sostiene que leyó “muchísimo” sobre el tema y se compenetró tanto con su personaje que hasta reconoce que “fue la investigación más dura que tuve que llevar a cabo en mi vida para un personaje. Era hablar con Madres contra el paco, y enterarme de cosas tales como que hay tres generaciones que consumen esta droga: la abuela, la madre y la hija. Y a veces, las tres generaciones se prostituyen para alcanzar el dinero para comprar las dosis”. La actriz se detiene en su relato para aportar un dato que considera importante: “Se habla del paco y de la droga de los pobres. En efecto, una dosis cuesta un peso. Lo que sucede es que, al mes o al mes y medio de comenzar a tomarla, la adicción es tan grave que se necesitan dosis elevadísimas”, comenta.

–El film tiene una postura definida: el paco, contrariamente a lo que generalmente muestran o mostraban los medios, es una droga que atraviesa las clases sociales.

–Así es. Hoy por hoy, la droga de los pobres pasó a extenderse a la clase media, y en la película yo tengo el rol de una senadora que está haciendo campaña para convertirse en la presidenta de los argentinos. Cuando Rafecas me trajo este guión, no teníamos todavía una presidenta: es completamente casual y azarosa esta situación. Esa mujer, que se está candidateando, es la que tiene un hijo que ha estudiado en los mejores colegios y ha ido a la universidad. El tiene un problema con el paco: es adicto. Y se ve la perplejidad de esta mujer que no sabe a qué atenerse cuando se entera. Además, probablemente su hijo esté involucrado en el narcotráfico y haya volado una “cocina” de cocaína.

–¿Es un film con mensaje?

–Yo puedo hacerme cargo de lo que a mí me parece. Y como actriz siento que mi profesión está justificada plenamente cuando trabajo en películas como esta que contribuyen a dejar en claro, a concientizar o a dejar de silenciar algo que es urgente que la gente sepa. Y me parece fundamental que esté bien filmada, que la música sea excelente al igual que las actuaciones. El trabajo de mis compañeros es francamente notable.

–¿Implica una mayor responsabilidad actoral participar de un film que tiene contenido social?

–No, para mí es exactamente lo mismo. Justamente, vengo de doblar Dormir al sol, una adaptación de una hermosísima novela de Adolfo Bioy Casares. Y en este caso, no se está dando a conocer ninguna realidad social. Es una ficción que ocurre en un tiempo indeterminado y yo la hago con el mismo grado de entrega con el que hice Paco.

–¿Paco es víctima de la falta de contención de su madre?

–Aparece en un momento de la película una escena en la que ella está muy ocupada con la prensa y tiene que viajar, pero tampoco se la ve como una madre abandónica. Lo que sí le sucede es que, quizás por su actividad, no tuvo el tiempo necesario para saber qué estaba sucediendo con su hijo. Pero tampoco éste es un factor determinante para una adicción semejante. Luego, comenzará a salir con su hijo y a acompañarlo cuando se entere de lo que le sucedió. Y termina sintiéndose culpable. Más que responsable se siente culpable.

–¿Cuánto se parece la historia a lo que sucede en la vida real, ya sea por el funcionamiento de las instituciones, el rol de los padres, la adicción y la lucha por la rehabilitación?

–Se asemeja bastante. Yo he investigado mucho lo que sucede con el paco y con las Madres contra el paco. No he investigado tanto en los institutos de rehabilitación, pero la película hace una denuncia muy verosímil respecto de la violencia con la que se trata a muchos pacientes en algunas instituciones.

–¿El film pretende mostrar que las instituciones, en parte, también están degradadas?

–Yo puedo decir lo que a mí me parece, pero no quiero hacerme cargo de lo que film pretende demostrar porque Diego (Rafecas) insiste mucho en que él hizo una historia más autobiográfica y que no quiere hacer ninguna denuncia de nada. Por eso, quiero ser muy cuidadosa en este aspecto. Para mí, sí lo muestra. Tan bueno como la realización es colaborar o poner un granito de arena para que la gente se entere de algo que ya no es posible que se silencie más: se mueren de tres a cuatro personas por semana (jóvenes y, a veces, no tan jóvenes) solamente en Buenos Aires. A veces, es por peleas, por suicidios (muchos de ellos suelen ahorcarse porque la depresión que produce es muy fuerte, mucho peor a la de cualquier otra droga), y otras veces, porque mueren baleados en actos delictivos. Es necesario que se tomen cartas en el asunto y, por supuesto, también hay que decir que es un flagelo, que hay que ocuparse, enterarse de que esto está sucediendo en nuestro país, pero también saber que no es sencillo de abordar.

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