Mar 17.08.2010
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CINE › CINE JULIETA ZYLBERBERG COMENTA SU PERSONAJE EN LA MIRADA INVISIBLE

“Todos están controlados”

La protagonista del film de Diego Lerman, basado en la novela Ciencias Morales, de Martín Kohan, ambientada en los últimos días de la dictadura militar, señala la represión sexual de su personaje, “reflejo de la represión de toda la sociedad”.

› Por Oscar Ranzani

Si bien estudió teatro desde los ocho años, su debut a lo grande se produjo cuando tenía once: Julieta Zylberberg integró el elenco de Magazine for Fai, aquel experimento televisivo comandado por Mex Urtizberea que demostró que los chicos tenían cosas para decir y que no era necesario tratarlos como tontos, como solía hacer –y suele hacerlo en general– la TV. Cuando Zylberberg ya era adolescente tuvo la fantasía de ser veterinaria. Pero al ver el tiempo y la exigencia que le demandaba la medicina a su hermana mayor, optó por la actuación, tras un paso fugaz por psicología. Mal no le fue: integró el elenco de la telenovela Culpable de este amor, de la miniserie Sangre fría, y de algunos episodios de Casados con hijos, entre otros ciclos televisivos. Y el año pasado tuvo un protagónico en la tira Enséñame a vivir. Poco a poco se fue consolidando también en el teatro (actualmente forma parte del éxito teatral Agosto) y su debut en el cine fue en 2004 de la mano de la talentosa Lucrecia Martel, quien la convocó para La niña santa. Luego se destacó en Géminis (Albertina Carri) y en Cara de queso - mi primer gueto (Ariel Winograd). Y a partir del jueves se la podrá ver nuevamente en la pantalla grande, ya que es la protagonista, junto al experimentado Osmar Núñez, de La mirada invisible, tercer largometraje de Diego Lerman.

Basada en la novela Ciencias Morales, de Martín Kohan –ganadora del Premio Herralde–, La mirada invisible transcurre en el interior del Colegio Nacional de Buenos Aires, en los días previos al que el dictador Leopoldo Fortunato Galtieri anunciara la invasión a las Islas Malvinas. El film de Lerman adopta el punto de vista de María Teresa, una preceptora que ingresa al colegio, desconociendo el mundo oscuro de la dictadura y la realidad social de entonces, pero dispuesta a cumplir a rajatabla el férreo método de control disciplinario que impone el jefe de preceptores, el señor Biasutto (Osmar Núñez), que es algo así como la encarnación física del terrorismo de Estado. “Fumar en el colegio es el cáncer de la subversión”, le dice el señor Biasutto a la preceptora. Y María Teresa no tardará en proponerle ir al baño de varones y esconderse a ver si descubre a algún alumno fumando. Pero en esas visitas –que cada vez las hará más seguido–, María Teresa descubrirá una faceta desconocida por ella misma: siendo una mujer reprimida sexualmente, encontrará un goce inesperado.

El film tuvo su première mundial en el Festival de Cannes, en la Quincena de los Realizadores. “Fue el primer lugar donde mostramos la película”, recuerda Zylberberg, que la había visto en un monitor de la productora. “Y en Cannes fue la primera vez que la vi con público y con Diego (Lerman) y con Osmar (Núñez). Y la gente la recibió muy amorosamente”, afirma. La actriz comenta que, una vez convocada por Lerman para participar del proyecto, leyó la novela de Kohan: “La manera que tiene de contar esa historia es muy lúcida”. Y destaca que fue todo un desafío componer a María Teresa, a quien define como “un personaje muy generoso para actuarlo, con muchos matices, que me permitió explorar distintas emocionalidades”. Zylberberg define también a la preceptora como “un personaje extranjero” y también como “una ingenua, ya que no está al tanto de lo que pasa”.

–Teniendo en cuenta que su personaje tiene un mundo interior complejo, ¿cómo trabajó su psicología?

–Pensamos al personaje como alguien que tenía dos líneas de pensamiento y que una iba dominando a la otra: por un lado, estaba lo instintivo, y por otro, una persona completamente lógica y racional. Ella se ampara en esa lógica y en ese deber para dejar fluir, sin prestarle demasiada atención a su instinto y a esa represión sexual que tiene y que sale a flote, ya que no la puede controlar.

–¿Hay un correlato entre la represión colectiva que ejercía la dictadura y esa represión sexual de María Teresa?

–Sí, totalmente. Creo que la sociedad estaba reprimida en general. Es un aspecto de esa represión, en ese silencio, en esas reglas exhaustivas. Y en eso hay algo que no se puede controlar y que sale.

–¿El colegio funciona como un microescenario representativo de lo que sucedía en el país?

–Sí, es un colegio que era parte, como una célula de lo que estaba sucediendo. Creo que el Nacional y el Pellegrini fueron colegios muy ligados al gobierno. Y la película también muestra que el país y el colegio formaron parte de lo mismo, como esa elite intelectual y de poder.

–Lerman señala que el colegio funciona como una metonimia del país durante la dictadura. ¿Coincide?

–Sí. Y también creo que la originalidad de la película y de la novela es que tienen una nueva manera de contar eso que ya fue muy contado por el cine en otras películas. En este caso, la temática no es la dictadura sino esa preceptora, ese jefe de preceptores y los alumnos en ese contexto que está íntimamente ligado porque eso sucede necesariamente ahí.

–El personaje de Biasutto es siniestro, un representante genuino de la dictadura. ¿María Teresa se va adaptando al molde que pretende Biasutto?

–En un principio, sí. Ella entra a un lugar donde hay reglas. Y entra a cumplir su deber, a hacer bien su trabajo. A lo largo de la película, ella va tomando su identidad. Empieza un proceso de búsqueda y finalmente se ubica. Reacciona y juzga a ese personaje necesariamente desde ese presente. Una cosa que discutimos mucho antes de filmar fue si era necesario que María Teresa se sintiera atraída y enamorada de Biasutto.

–¿Ella siente atracción por el jefe de preceptores o acepta la invitación a salir porque se siente presionada por la autoridad?

–Siente estar en una búsqueda y en un desamparo. Y en esa persona encuentra un orden, una organización. Es alguien que también ve un potencial en ella. Se siente halagada. El trabajo que hizo Osmar es increíble porque es justamente el lado carismático del demonio.

–¿Ella es ingenua frente a lo que está sucediendo o es un engranaje más de un mecanismo de control perverso?

–Las dos cosas: ella ingresa ingenuamente y con esa ingenuidad forma parte de ese mecanismo. Es un eslabón. Ella controla a los alumnos; a ella la controla Biasutto, y están todos controlados por el poder. Es una cadena.

–¿Cómo vive María Teresa el ejercicio del poder frente a sus alumnos? ¿Es el momento en el que deja de lado su inseguridad y su desorientación?

–Sí, totalmente. Ella encuentra un lugar en eso. Incluso, le va bien: es aceptada por su jefe. Y, por supuesto, en esa aplicación a ultranza de esas normas, encuentra una atracción. Le surge y no la puede controlar.

–¿Cree que es una película que trasciende el caso puntual de la dictadura argentina y que puede verse como una mirada sobre los métodos de control en los totalitarismos o, por el contrario, considera que no podría funcionar en otro contexto?

–Sí, se puede aplicar a otros países y situaciones. De hecho, cuando estuvimos en Cannes, muchos extranjeros vieron la película y se sintieron identificados. No es meramente argentina.

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