Mar 01.02.2011
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CINE › ADRIáN GARCíA BOGLIANO, DIRECTOR DEL FILM SUDOR FRíO

El terror de la mano de obra desocupada

La película cuenta la historia de un joven que busca a su novia desaparecida. Los indicios lo llevan a una vieja casona ocupada por dos ex torturadores, que pasan sus últimos días secuestrando chicas lindas para alimentar su morbo de sangre y tripas.

› Por Leonardo Ferri

¿Qué sería del cine de terror sin los adolescentes curiosos y sin esos asesinos desquiciados carentes de motivos válidos? ¿Con qué objetivo seguirían existiendo aquellas viejas y oscuras casonas habitadas por viejas y oscuras señoras? Y sin las películas de miedo, ¿dónde estarían esas actrices jóvenes y debutantes dispuestas a quitarse un poco de ropa frente a las cámaras? Si de clichés se trata, el género de terror los tiene todos, pero al mismo tiempo, ¿qué sería de él sin ellos? Dispuesto a luchar contra la corriente, y con el para nada despreciable objetivo de hacer buen cine de terror en la Argentina, el director Adrián García Bogliano se las ingenió para que –a pesar de esos lugares comunes– Sudor frío sea una película original y que salga bien parada entre las habituales comedias románticas e historias costumbristas locales. Además, el film, que se estrenará el próximo jueves, mantiene un estrecho vínculo con la historia reciente argentina. “Me costaría mucho pensar en abstracto a los villanos de esta película, es mucho más fácil contextualizarlos”, se justifica García Bogliano.

–La realidad política actual que hace que ciertos temas estén más en agenda, que sean más tratados por los medios y el arte. ¿Cómo es que la última dictadura llega a Sudor frío?

–El libreto viene de bastante antes. Lo que me interesaba era que la película tuviera elementos de la cultura argentina. Eso es lo más rico de una película de terror: ver elementos de la sociedad o la cultura del país donde está hecha o transcurre la película. Hay cosas que uno no comprende de las películas de terror japonesas, por ejemplo, pero se entiende que eso son ellos, y mostrar todo eso me parece muy interesante. Otro tema era el de la mano de obra desocupada, el saber dónde están esos que torturaron y mataron, más allá de las caras visibles. Es inquietante que el viejito que uno se puede cruzar en la verdulería puede ser uno de ellos.

Con un estilo más cercano a los productos televisivos que suelen incluir alguna temática social en su historia que al cine bizarro que se acostumbra ver en los festivales temáticos (aunque tiene elementos de ambos), Sudor frío cuenta la historia de un joven (Facundo Espinosa) que junto a una amiga (Marina Glezer) busca a su novia de-saparecida (la debutante Camila Velasco). Los indicios lo llevan a una vieja casona ocupada por dos ex torturadores de la última dictadura, que pasan sus últimos días secuestrando chicas lindas para alimentar su morbo de sangre y tripas. “Es una película arriesgada en muchos niveles –explica García Bogliano–. Por un lado, es terror y muerte, que no tiene nada que ver con esta tendencia de fenómenos sobrenaturales, como Actividad paranormal, y por el otro, es una película que toca algunos temas más delicados, como la dictadura y la mano de obra desocupada.”

Para García Bogliano hay dos hechos importantes que confluyen en el estreno de Sudor frío: dejar de lado la independencia de sus películas anteriores (No moriré sola, Masacre esta noche, 36 pasos), y la vuelta a la realización autóctona del género de terror. Sobre esto último, el director admite no tener muy en claro por qué pasaron tantos años desde el último estreno de terror que recuerda (Obras maestras del terror, de 1960) y Sudor frío. “Creo que las películas de terror han demostrado ser comerciales –reflexiona–. Que sean buenas o no, ya es otra cuestión. Es un género redituable, no es más caro de hacer que otros, porque no se necesitan estrellas ni un gran presupuesto para hacer un éxito. Y la revolución tecnológica que hubo en los últimos cinco años posibilitó que uno pueda hacer una película en una computadora”, redondea.

–¿Cómo surgió este nuevo registro? Porque Sudor frío no es gore, pero tampoco es bizarro ni seudodocumental de terror.

–Lo que más se recuerda del cine argentino de terror son las películas de Emilio Vieyra, y después las parodias que se hicieron en los ’80. Hay muy poca cosa que se pueda considerar seria dentro de este género. Desde los ’90 en adelante, pareciera que todo el cine de terror es considerado bizarro, y la verdad es que estoy muy lejos de eso. Mis referencias siempre fueron del cine de terror italiano. Creo que para que una película de terror sea buena ni siquiera es necesario asustarse. Es más importante poder identificarse y reconocerse con algún personaje y la cultura de la película, no ver todo como un artificio. Y que haya un momento de catarsis: que no sea todo sangre y tripas, pero tampoco esa calma que se ve en –otra vez– Actividad paranormal. No me engancha que una película se sostenga en una sombra que se mueve o en que parece que se ve algo. Me interesa que, en algún momento, algo explote.

–¿Qué ventajas y desventajas ve en el hecho de ser independiente y en el de contar con toda una estructura de distribución por detrás?

–Mis películas anteriores se vendieron muy bien afuera, cosa que no es muy común para el cine argentino, salvo excepciones. Y que alguien se metiera en la parte artística era uno de los miedos que tenía. La idea que tuve durante muchos años era que iba a tener que hacer un guión más mainstream, bajar un poco la violencia, hacer algo con más “entre”, pero no fue el caso. Sudor frío se filmó tal cual se escribió, tuvimos toda la libertad que se puede tener. Sí, nos supervisaron mucho en el montaje, pero no se metieron con la sangre, no hubo cortes.

–Con los canales alternativos de difusión que hay en la actualidad, ¿la censura sigue siendo común?

–Sí. No moriré sola, una película de violación y venganza, fue censurada en Japón y Alemania. Los veinte minutos correspondientes a la violación fueron eliminados, por lo que sólo quedó como una película de venganza (risas).

–Que una película sea independiente parece ser determinante para que sea pirateada, aunque eso posibilite que mucha más gente la vea. ¿Cuán a favor o en contra está de eso?

–Lo que me importa es que la película se vea. La más pirateada de mis películas es No moriré sola, y hasta ahora eso no ha sido un problema para poder vender la película en DVD. Cuando salió en cine la película Taken (en la Argentina, Búsqueda implacable), se podía conseguir pirateada desde hacía rato, porque era europea, y recién seis meses después se estrenó en Estados Unidos, donde fue un éxito de taquilla. La gente va cada vez más al cine, eso es un hecho irrefutable. No creo que la piratería sea algo que haga disminuir la cantidad de espectadores, para nada.

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