CINE › ESTELA BRAVO EN EL 21º FESTIVAL IBEROAMERICANO DE CEARá
La documentalista estadounidense presentó una retrospectiva de su obra en la muestra brasileña. Radicada en La Habana desde hace más de cuatro décadas, como cineasta como cineasta pone el foco en el proceso político que se viene desarrollando en Cuba.
› Por Oscar Ranzani
Desde Fortaleza
Si bien nació en Estados Unidos, el destino la unió para siempre a Cuba. Es que a los 47 años Estela Bravo debutó como cineasta y desde entonces no ha parado de filmar documentales vinculados con el proceso político de la isla: desde el abordaje de la figura de Fidel Castro, pasando por la separación de las familias entre Miami y La Habana, hasta el drama de los exiliados o los niños arrancados de sus familias. “Mis películas tienen temas relacionados con Cuba y mi motivación principal en todas ellas es que, si algo me afecta y me hace pensar, me duele o quiero saber, eso es una razón para compartir mis sentimientos con otras personas. También busco entender qué ha pasado”, reflexiona Bravo en diálogo con Página/12. Habría que agregar que su filmografía también ayuda a que el público de diferentes latitudes pueda comprender los dramas humanos que tienen como causa las diferencias políticas. Su tono de voz es bajito, casi apagado, con el acento americano que no se le despega a pesar de sus 78 años. Pero su relato es intenso, poblado de anécdotas que no se cansa de repetir ante el micrófono. Bravo llegó a Brasil a presentar una retrospectiva de su obra en el 21º Festival Iberoamericano de Cine de Ceará.
La documentalista, que vive en la capital cubana desde hace más de cuatro décadas con su esposo, Ernesto Bravo, un prestigioso bioquímico argentino que da clases en la Universidad de La Habana, afirma que sus películas prácticamente no se han proyectado en Estados Unidos como hubiera querido. “En Estados Unidos sí se pasó Miami-Habana, que tuvo resonancia. Pero eso fue en 1992”, cuenta Bravo. En cuanto a las razones de esa situación, la cineasta comenta que parte de los motivos hay que encontrarlos “en que no tenemos buenos distribuidores. Pero son temáticas muy difíciles en Estados Unidos. Son documentales complicados y más en relación con Cuba, a pesar de que nuestros trabajos siempre intentan unir a los pueblos, tratamos de aportar a que hayan relaciones normales”, asegura Bravo, que habla en plural porque Ernesto no es sólo su compañero de vida sino también el guionista de sus trabajos.
Uno de los clásicos de Estela Bravo es Fidel, la historia no contada, donde repasa parte de la historia del líder de la Revolución Cubana, desde sus primeros años de vida, su educación, sus primeros pasos en la política, hasta que se convirtió en lo que es en la actualidad: “Un gran hombre en un pequeño país”. En Fidel, la historia no contada hay también aspectos más personales, como el festejo de su cumpleaños con los músicos del Buena Vista Social Club e incluso un encuentro a solas con Nelson Mandela. Pero Bravo dice que la combinación del aspecto político con el más personal fue así “hasta cierto punto”. Y lo explica contando otro documental posterior que se titula Anécdotas sobre Fidel, al que considera como “una película más liviana”. Bravo recuerda que le había quedado mucho material con anécdotas que no entraron en La historia no contada. En Anécdotas sobre Fidel, en cambio, “se ve el detrás de escena con Fidel Castro, las cosas que nunca se han visto de él, las historias contadas por Gabriel García Márquez y Harry Belafonte, entre muchos otros”.
En Miami-Habana, Bravo abordó la problemática de la división de las familias cubanas a ambos lados del estrecho de la Florida. La realizadora considera, en relación con una posible solución al problema, que “el daño está hecho. Los sufrimientos de las familias están grabados en cada una de ellas. Lo importante es el futuro: hay que tratar de que se sane un poco esa separación, porque la parte política ha afectado a las familias. Y está tan cerca un país de otro que es una tragedia que estén tan divididos. Hoy en día el sufrimiento es menor porque los viajes son más fáciles. Uno va al aeropuerto, y cuando vienen de Miami, ve algo que no pasa en ninguna otra parte. Hay padres que no han visto a sus hijos durante tantos años. Hoy en día está pasando una cosa interesante: como ahora el gobierno norteamericano permite viajar a Cuba con más frecuencia, las parejas jóvenes mandan a sus hijos de vacaciones para estar con los abuelos en Cuba”.
Los que se fueron fue realizado por Bravo en 1980. En este documental trató el tema de los cubanos que abandonaron el país después del triunfo de la Revolución. Algunos de ellos regresaron veinte años después. Bravo comenta, respecto de estos casos, que “hay de todo y diferentes razones. No hay dos iguales. El caso de los primeros que se fueron se debió, obviamente, a que estaban en contra de la Revolución o tenían miedo de la Revolución. Después hubo una emigración por motivos económicos. Por ejemplo, en los ‘90 había una emigración fuerte pero era por el Período Especial, porque Cuba se quedó sola en el mundo. Actualmente creo que la gente que emigra busca nuevos horizontes como cualquier emigrante de otros países. También hay muchos argentinos en Miami”, señala la documentalista a modo de ejemplo.
Un año después del triunfo de la Revolución Cubana, el gobierno de Estados Unidos y la CIA implementaron una guerra de acción psicológica mediante la cual hicieron creer a muchos cubanos que por el nuevo gobierno que había en Cuba, los padres de niños cubanos que vivían en la isla podían llegar a perder la patria potestad. En consecuencia, 14 mil niños fueron entregados por sus padres y enviados a Estados Unidos para “salvarlos de la Revolución”. Posteriormente fueron alojados en campamentos, hogares sustitutos, orfanatos y reformatorios. Pero muchos de ellos no volvieron a reencontrarse jamás con su familia. El más reciente trabajo de Bravo, Operación Peter Pan (así se tituló también el operativo) sigue a un grupo de cinco personas que fueron “peter panes” y quienes regresaron a Cuba después de más de cincuenta años.
¿Cómo lograron el gobierno de Estados Unidos y la CIA hacerles creer a tantos cubanos que podían perder la patria potestad? “Había una ley falsa que ellos inventaron y que fue muy difundida por Cuba”, cuenta Bravo, que también menciona la complicidad de la Iglesia Católica para que el operativo resultara “exitoso”. Otro factor importante fue que en una isla cercana a Cuba transmitía una radio de la CIA llamada Radio Swan. “Y esa radio se dirigía al pueblo de Cuba y decía: ‘Salva a tus hijos, los vamos a cuidar, mándalos a Estados Unidos, van a recibir una educación’ y ese tipo de cosas. Entonces, los niños podían entrar sin visa, pero no los padres. Aparte el Departamento de Estado norteamericano quería que los padres se quedaran en Cuba luchando contra la Revolución. Eso fue algo muy triste para todas las familias cubanas. De repente, los padres, cuando mandaron a sus hijos, se dieron cuenta de que estaban allá y no iban a tener posibilidad de verlos porque no tenían visa. Para unificarlos, Naciones Unidas ofreció pagarles los pasajes a los padres si Estados Unidos les brindaba las visas, pero no hubo caso”, recuerda Bravo.
La cineasta vivió ocho años en Argentina y dejó su marca en el cine sobre los nietos recuperados. En 1984 filmó el corto documental Niños desaparecidos, donde abordó los casos de nietos que por ese entonces eran niños que pudieron recuperar su identidad. “Fuimos a la oficina de las Abuelas de Plaza de Mayo. Estaban Chicha Mariani y Estela de Carlotto. Enseguida hubo una buena comunicación con ellas. Y con las historias que nos contaron filmamos en la oficina de ellas, que nos ayudaron muchísimo”, recuerda Bravo. “Son mujeres heroicas, yo tenía esperanza de que recibieran el Premio Nobel de la Paz porque lo merecen. Han dado todas sus vidas. Tenemos mucho cariño por ellas”, confiesa públicamente.
Pero Niños desaparecidos no fue el único trabajo de Bravo sobre este tema. En 2007 realizó ¿Quién soy yo?, donde focaliza en testimonios de nietos cuyas identidades fueron restituidas. El origen de este documental quedó grabado para siempre en la memoria de Bravo. “Un día recibí una llamada telefónica de alguien que dijo: ‘Me llamo Juan Cabandié, estoy aquí en Cuba, Estela de Carlotto me dio tu teléfono. Fui a Costa Rica a ver a un tío que no conocía y ahora vine a Cuba’”, recuerda Bravo que le contó Cabandié. Entonces, la cineasta le dijo: “‘Ven a mi casa’. Y vino a nuestra casa. Es un muchacho muy modesto y muy dulce. Entonces empezó a contarnos su historia y quedamos impresionados. Inmediatamente buscamos la cámara y esa entrevista fue lo mejor de todo. Y decidí hacer la película de los niños recuperados”, relata Bravo, que tiene palabras muy cariñosas para Estela de Carlotto, con quien compartió el estreno de ¿Quién soy yo? en Nueva York: “Estela es como parte de nuestra familia, la queremos muchísimo y a las otras abuelas también. Lo que me llama la atención de Estela es que ella no es beligerante, sabe contestarle a la gente, busca aliados, no rechaza. La gente le toma cariño”, concluye Bravo.
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