CINE › ENTREVISTA A PABLO ROVITO, FLAMANTE DIRECTOR DE LA ENERC
“Es un momento de quiebre de muchos paradigmas en cuanto a lo cinematográfico”, dice el productor y docente, que señala que se presentó a concurso para su nueva función como una manera de “devolver todo lo que esta escuela me dio”.
› Por Oscar Ranzani
El productor Pablo Rovito fue alumno, docente y desde agosto es el flamante rector de la Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica (Enerc), que depende del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa). Tarea difícil resulta comandar esta institución educativa de cine, una de las más prestigiosas de América latina, que tiene nada menos que cuarenta y cinco años de vida y por cuyas aulas han transitado cineastas y productores reconocidos como Lucrecia Martel, Tristán Bauer, Fabián Bielinsky y Vanessa Ragone, entre otros. Teniendo en cuenta que durante aproximadamente dos décadas estuvo vinculado con la Enerc, Rovito siente que esta nueva etapa “es un momento interesante para venir y devolver todo lo que la escuela me dio, y con esa idea concursé y es un desafío muy lindo”, según comenta en diálogo con Página/12.
A la hora de señalar qué ventajas ofrece conocer y ser parte de la industria cinematográfica para el cargo de rector de la Enerc, Rovito afirma que para este caso particular marca una diferencia. “Hay que pensar que ésta es una escuela que nació como un centro de experimentación pero que está directamente vinculada al Incaa, que es el organismo de fomento de la industria. Y, de alguna manera, la Enerc siempre tuvo la vocación y la voluntad de formar profesionales que se pudieran posicionar en la industria, independientemente de la formación artística (que también está) y del espíritu amateur que tiene el cine en cuanto a la experimentación. De hecho, el nombre de la escuela pone énfasis en eso. De todas las escuelas de cine que hay en el país, la Enerc es la que ha tenido siempre una vinculación más cercana con la industria. Y en ese sentido, tiene un peso el hecho de haber transitado la industria”, considera Rovito.
Antes de resaltar los objetivos que se planteó, el rector destaca que la Enerc es una institución que tiene “ventajas muy importantes”. Y explica que, así como tiene equipamiento y presupuesto suficientes para formar a los alumnos con una práctica intensiva y gratuita, también posee un plantel docente “para cubrir el área académica de una manera bastante completa”. Luego, analiza que éste “es un momento de quiebre de muchos paradigmas en cuanto a lo cinematográfico, no solamente en cuanto a lo productivo y a la forma de exhibición. En función del cambio de hábito cultural de cómo ver cine cambian también los requerimientos estéticos del lenguaje. Con lo cual, es un momento en el que la escuela requiere aggiornar y articular todas estas nuevas realidades con el plan de estudio”.
Si bien la Enerc es una institución a la que todos los interesados pueden presentarse, tiene la limitación de otorgar pocas becas, luego de aprobar un examen de ingreso, un poco debido a la capacidad edilicia y de infraestructura, pero también como una forma de sostener esa excelencia académica que la caracteriza. “En ese sentido, siempre se la ha visto como una escuela bastante elitista, porque forma poca gente”, detalla Rovito. Y anticipa que ese aspecto no va a modificarlo, pero al mismo tiempo destaca que la Enerc tiene dos ámbitos importantes en los que puede trabajar. “Uno, lo vamos a implementar rápidamente y consiste en hacer un curso básico introductorio a la cinematografía, de carácter anual. Y ese sí va a ser abierto”, informa Rovito.
El rector aspira a que puedan asistir distintas personas. “Quiero decir, para gente que quiere hacer cine, es bárbaro. Pero puede haber jóvenes que egresaron del colegio secundario que quieran saber si les interesa el cine antes de meterse en una escuela. Porque por ahí creen que les interesa la realización y resulta que les interesa la crítica, el montaje, la fotografía o el guión. Y es muy difícil saberlo si no transitaste un poco sobre qué es la actividad”, relata Rovito. Al mismo tiempo, el rector lo ve como un curso abierto a otros espacios. “Por ejemplo, hoy con este tema de la nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual se están reproduciendo formatos en muchos lugares del país y hay muchos gestores culturales que trabajan en cancillerías, municipios, secretarías de Cultura, gobernaciones, que cotidianamente están hablando con gente de cine y no saben nada de cine. Y de pronto, para un gestor cultural tener un lugar donde abrevar qué es esta particularidad de la industria cultural y poder verla de una manera que no signifique una carrera de tres años, también es un ámbito interesante.”
Rovito considera que también este curso podrá resultar útil para periodistas o críticos. Pero sobre todo, tendrá una utilidad importante para quienes deseen realizar el examen de ingreso obligatorio para cursar alguna de las seis carreras que se dictan en la Enerc, porque los contenidos teóricos que se dictarán serán “los únicos contenidos temáticos que vamos a tomar en el examen de ingreso”, explica. Pero aclara que no es vinculante: “Podés venir y presentarte al examen de ingreso sin haber hecho ese curso, podés hacer el curso y no venir nunca a la escuela. Pero si querés venir a la escuela y no sabés nada, si tomás ese curso básico vas a tener la información suficiente como para poder presentarte a las becas”.
Otro aspecto que Rovito tiene en mente es la extensión educativa. “Que la Enerc, en tanto escuela nacional, se abra a la comunidad y a la industria”, comenta. En lo que tiene que ver con la comunidad, Rovito expresa que, en muchos sitios del país “se produce y mucha gente se formó en un canal de cable editando. Y un señor ahora está editando series digitales para televisión. Uno no le puede enseñar de edición porque probablemente sabe de máquinas y de edición mucho más que uno, pero por ahí hay una parte de la formación académica, de contenidos, del pensamiento cinematográfico que no tuvo oportunidad de tomar”, advierte Rovito. La idea, entonces, es “ir a esos lugares a buscar esas carencias y hacer una serie de extensiones de nivelación de competencias para gente que está formada pero que hay partes a las que no pudo acceder”.
Y otros aspectos de la extensión tienen que ver con futuros convenios con organizaciones intermedias, universidades, sindicatos, entre otras. “También pensamos en pueblos originarios, asentamientos marginales, lugares donde podamos llegar desde la escuela a ofrecer la formación audiovisual como una posibilidad de salida laboral, como un espacio de recreación, como formación de públicos”, detalla Rovito. Y la tercera pata de la extensión tiene que ver con la futura implementación de carreras y seminarios de posgrado en el área cinematográfica que, en la actualidad, prácticamente no hay oferta en este terreno.
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