CINE › LOS FESTIVALES “SERIOS” EMPIEZAN A MIRAR CON MAS RESPETO A LOS “PARIENTES POBRES”
El terror, lo fantástico y la fantasía sostienen un calendario cada vez más sólido de festivales que son un suceso de público, pero también artístico: el panorama es muchísimo más amplio que la típica película de “asesino serial con cuchillo”.
› Por James Mottram *
Es sábado a la noche en Montreal, y cientos de fanáticos del cine llegan al Fantasia para la première internacional de The FP. Es una loca y adrenalínica comedia retro, algo así como 8 Mile cruzada con Rambo y Los Guerreros: algo que difícilmente se haya visto antes. Lo mismo se puede aplicar a la misma proyección. Antes de que suba el telón, el público es llevado al frenesí cuando tres nativos son invitados a dar pruebas de patriotismo: el primero en bajarse una botella de miel de maple gana. Obviamente, todos llegan pegados al final. Bienvenidos al extraño y maravilloso mundo de los festivales de género.
Este no es el acostumbrado encuentro cinematográfico sobrio en el que las películas son tan corteses como los organizadores. “Creo que los fans de género, en general, tienden más a dejar salir sus emociones”, explica Mitch Davis, codirector de Fantasia, que sigue siendo el mayor festival de género de toda Norteamérica. “Obviamente disfrutamos tener esta loca energía grupal, pero lo interesante es que podemos tener 700 personas en la sala y puede sonar como un concierto de rock. Al mismo tiempo, no vas a escuchar a nadie hablar encima de los diálogos ni un teléfono sonando. Hay un verdadero respeto por el cine y las películas.”
Se puede comparar eso con Cannes, un evento que se volvió tan industrial que cada proyección está salpicada de ejecutivos hablando por celular. “Es un evento dirigido y conducido por la audiencia. No nos dirigimos a la industria”, dice Davis. En parte se debe a que él mismo empezó como fanático. “En cierto sentido, el público es el que programa. El programador fue parte del público, con lo que hay una afinidad, Tratamos de que no haya una barrera entre el fan y el festival.” Los invitados a la edición 2011 de Fantasia incluyeron a John Landis, el hombre detrás de Hombre lobo americano, y el británico Robin Hardy, director de The Wicker man.
Algún tiempo atrás, esta clase de encuentros dedicados a proyectar películas de terror, ciencia ficción o fantasía eran eventos marginales. Pero ya no. El ascenso de los festivales de género en los últimos años ha sido palpable. El Fantasia de Montreal llegó a su 15ª edición. Londres tuvo hace poco una nueva edición del FrightFest, una orgía cinematográfica de cinco días que ya lleva doce años de realización. En septiembre, el Fantastic Fest de Austin (conocido como “el Comic Con de los festivales”) llevó a cabo su séptima edición. Y eso es sólo la ensangrentada punta del iceberg. Sólo en Inglaterra, está el Grimm Up North (en Manchester, este mes), Abertoir (Aberystwyth, en noviembre) y el After Dark Horrorfest (marzo, en varias ciudades). Se agregan eventos de larga data en Bruselas, Sitges y Portugal, el argentino Buenos Aires Rojo Sangre (que este jueves comienza su duodécima edición), y jóvenes pretendientes como el Mórbido de México al encuentro de Neuchatel en Suiza. Es claro que el encanto por películas que antes eran consideradas “desa-gradables”, material de directo-a-video, crecen más rápido que los colmillos de un vampiro. Ahora, ¿por qué esta súbita explosión? Parece deberse, al menos en parte, al crecimiento de una voz en disenso dentro de la comunidad cinematográfica.
“Siempre hubo una frustración en el circuito tradicional de festivales cinematográficos, en eso de que nuestro tipo de películas, las que amamos y alentamos fuera de algún modo relegado al estatus de Clase B”, sugiere Tim League, organizador del Fantastic Fest. “Casi como si significara que no merecían ser películas de festival. Lo que tratamos de impulsar son películas de narrativa excepcional, grandes y nuevas voces, que justo aparecen para hablar en el contexto del género. Pero nosotros las seguimos considerando como pares de cualquier otro tipo de película, si no mejores. Creo que ésa es nuestra misión, agregarles credibilidad y legitimidad.” League, que también programa la sección de medianoche en el cada vez más influyente festival South by Southwest, apunta que los festivales de género no necesariamente consisten en malas secuelas de asesinos seriales. “Yo no soy muy fanático de la típica película de terror. Me gusta el horror que tiene una historia para contar. Con lo que, si se trata de la clásica película de terror con un asesino con un cuchillo, que todos hemos visto desde los años ’70, es probable que no la exhibamos en el Fantastic Fest. Adam Wingarde, por ejemplo, hizo You’re Next, que nos encanta mostrar: una película de horror con una narrativa excepcional.”
Ciertamente, hay un argumento a favor de estos festivales, que a menudo están en la vanguardia en impulsar a directores que se volverán más importantes. “La razón por la que lo hacemos bien es que conocemos a esta gente cuando recién están comenzando”, dice Alan Jones, director del FrightFest. “Si uno echa un vistazo a la historia del festival, fuimos los primeros en invitar a Cristopher Nolan: el fue uno de nuestros primeros invitados, con Following, una película casi sin presupuesto.” Otros amigos del festival incluyen a Guillermo del Toro (realizador de El laberinto del fauno), quien coescribió y produjo la película que abrió el festival de este año, Don’t be afraid of the dark.
Mientras títulos como The Blair Witch Project y Actividad paranormal se ubican entre los más lucrativos de la historia, Jones piensa que festivales como el suyo aún deben recordarle a la industria la viabilidad comercial que tiene el género. “Las películas del terror salen y hacen una fortuna con presupuestos pequeños, pero los estudios todavía los subestiman”, dice. “Nosotros no. Y creo que si educamos a los estudios, si logramos que las tomen en serio, de pronto se darán cuenta de que por ahí pasa la cosa, que ya no deben considerarlas más como las parientes pobres.” La ironía es que los “festivales A” se están poniendo al día. Este año, Cannes vio a Nicolas Winding Refn alzarse con el premio al Mejor Director, por el ultraestilizado thriller Drive; el año pasado la competencia incluyó a la sangrienta Outrage, de Takeshi Kitano. Machete, de Robert Rodriguez, abrió el año pasado el festival de Venecia, donde hubo un día dedicado al hongkonés (trasplantado a Hollywood) John Woo. En septiembre pasado el encuentro presentó –fuera de competencia– Contagio, el thriller sobre una pandemia de Steven Soderbergh. “Creo que se están dando cuenta de que hay un mercado comercial para estas películas”, sostiene League.
Incluso Sundance, el festival indie de Robert Redford, “se puso mucho más sangriento” en los últimos años. League recuerda estar en la proyección de The killer inside me, de Michael Winterbottom. “Había furia en la audiencia porque no era lo que Sundance acostumbraba, lo veían como una bastardización.” Este año no fue mucho mejor, con la inclusión del director estadounidense Lucky McKee y su salvaje The Woman, un film a algunos ojos tan incendiario que un integrante de la audiencia increpó al director al finalizar la proyección. En Fantasia y Fright Fest, donde también lo presentó, McKee obtuvo una recepción completamente diferente.
Según Davis, Fantasia y sus festivales compañeros están más dirigidos a directores como McKee, quien, aunque ésta es su quinta película, aún se mueve desafiantemente en los bordes. “Ir y ver a Lucky McKee ser tratado como Mick Jagger es excitante. Usualmente, si a una persona que ama las películas le hablás de un tipo como él probablemente no lo conozca. Y en estos festivales hay un conocimiento común, y es algo muy excitante: amás películas que muy pocas personas conocen o se apasionan por ellas.” Es por eso que se ven largas colas que rodean la manzana horas antes de que empiecen las películas, hablando con extraños. “A través de nosotros crecieron muchas amistades”, dice Jones. “Siempre lo llamamos ‘la comunidad FrightFest’.” E incluso las celebridades han empezado a dejarse tentar por el género.
De regreso en la proyección de The FP, hay un estallido de aprobación del público, y al terminar un grupo de personas le señala al codirector y protagonista Jason Trost de qué modo la película les cambió la vida. Es una escena bien lejana a la frialdad que los públicos mo-dernos terminan teniendo bajo la dieta de productos de Holly-
wood. “Yo siento que nuestro público generalmente está feliz de estar acá”, dice. “Están verdaderamente entusiasmados por la posibilidad de compartir un grupo de descubrimiento, experimentar algo realmente fantástico y nuevo, con un gran grupo de extraños, pero que tienen un pensamiento similar.”
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
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