CINE › OPERACIóN REGALO, PRODUCIDA POR LOS CREADORES DE WALLACE & GROMIT Y POLLITOS EN FUGA
Llena de detalles infinitesimales y con un guión que aprovecha hasta el último rincón para meter toda clase de chistes, acotaciones y observaciones, la producción del sello británico Aardman avanza a toda marcha y sin distracciones.
› Por Horacio Bernades
La Navidad viene cada año más apurada. Con un mes de anticipación se estrena esta película de animación producida por el sello británico Aardman, creadores de Wallace & Gromit, Pollitos en fuga y otras joyas de la animación. Menos libre que aquéllas, más atada por el lastre que representa reproducir por millonésima vez la mitología tradicional navideña –el barbudo, la nieve, el carro volador, los renos, los elfos, etc.–, Operación regalo (Arthur Christmas, en el original) se las arregla para parafrasear, ironizar y renovar esa colección de clichés nórdico-globales. Aunque no llega a subvertirla, claro: es como si la película coescrita y dirigida por la debutante Sarah Smith, producida entre otros por el gran Peter Lord (creador de W & G) y David Sproxton apuntara al mismo tiempo a un público tradicional y otro más “piola”, tanto de niños como de sus papás. Todos obtendrán su regalo.
Un Polo Norte con banderas de países angloparlantes y una Navidad en la que los elfos se comportan como miembros entrenadísimos de un grupo SWAT, comandado por un milico de uniforme camuflado, hacen temer lo peor, al menos en términos ideológicos. Las banderas quedan, pero el milico –que es también un tecnócrata cuadrado y obsesivo– no será el malo de una película, que no los tiene, pero sí lo más parecido a un objeto de burla. Suspiro de alivio, y a seguir. Más allá del costado tecno-moderno (una nave madre como la de Encuentros cercanos, en lugar de carro tirado por renos; equipamiento como de Misión: Imposible; base de control como la de Star Trek), lo más interesante de Operación regalo, por el modo en que acota un poco la figura-cliché del gordo de barba y gorro rojo, es que papanuel es acá miembro de una familia, los Christmas, que son como una dinastía real. Interesante no tanto por su esposa, típica ama de casa británica, sino por la latente disfuncionalidad que la familia Christmas alberga. El Santa en ejercicio acaba de cumplir setenta años en el cargo, ya no quiere saber más nada con el uniforme colorado y su hijo Steve (el milico tecno) se desvive por sucederlo, ante las crueles cargadas del abuelo, que lo odia, y la no menos cruel segregación de Arthur, hermano menor, a la burocrática función de respondedor de cartas de niños.
Un error de Steve pondrá entre paréntesis su ambición sucesoria y llevará al abuelo (típico viejito piantado) y a Arthur –fóbico, desvalorizado y sensible, no por nada es el héroe de la película– a intentar una reparación. Para ello el abuelo desempolvará el viejo equipo (el carro, los renos, el polvo mágico para levantar vuelo) y junto con Arthur y una elfa, convencida de que no hay problema que no se resuelva con un buen packaging, deberán llegar hasta Trelew (pero Trelew en Cornwall, Inglaterra) en tiempo record, para entregar un regalo faltante antes del amanecer del 25. Siempre y cuando Grand Santa emboque la ruta correcta y no vaya a parar a México o el Africa ecuatorial, que es lo que en verdad sucede. Llena de detalles infinitesimales y con un guión que aprovecha hasta el último rincón para meter toda clase de chistes, acotaciones y observaciones, Operación regalo avanza a toda marcha y sin distracciones. Casi como la militarizada operación de entrega de regalos inicial. Si ese avance incesante y la obsesión por el detalle la asemejan a una película Pixar, la batería de chistes –llamada a producir un feedback ininterrumpido entre platea y pantalla– la aproxima al modelo Dreamworks.
Pero difícilmente una película Dreamworks tenga escenas tan buenas como una del comienzo, en la que todo el operativo de reparto queda pendiendo de un hilo –culpa de un niño despierto, cuando no debería estarlo– o ideas tan excéntricas como la de reemplazar un reno caído con uno de metal, arrancado de un cartel. La evidente intención de darle a la película una hipervelocidad hollywoodense tiende a generar, en algunas escenas de acción, un atropellamiento de planos tan cortos que –como en Transformers y otras de Michael Bay– en ocasiones se dificulta la comprensión de las escenas. Voces tan icónicas (y británicas) como las de Hugh Laurie, Jim Broadbent, Bill Nighy e Imelda Staunton quedarán, con suerte, para la edición en DVD: en cines argentinos, Operación regalo se estrena en 35 mm y 3D, pero sólo en castellano.
7-OPERACION REGALO
(Arthur Christmas, Gran Bretaña/EE.UU., 2011)
Dirección: Sarah Smith.
Guión: Peter Baynham y S. Smith.
Estreno en copias dobladas, en 3D y 35 mm.
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