Mié 28.12.2011
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CINE › MICHELLE YEOH Y THE LADY, LA PELíCULA EN LA QUE ENCARNA A AUNG SAN SUU KYI

“Es un personaje que cambió mi vida”

La actriz ha sido cosas tan distintas como chica Bond y guerrera samurai, pero asegura que su trabajo en la película de Luc Besson que cuenta la vida de la líder política birmana es algo insuperable. Según los críticos, su performance es lo mejor del film.

› Por James Mottram *

Para una actriz que ha sido, en sus propias palabras, “una geisha, una astronauta y una pastora de animales”, la carrera de por sí ecléctica de Michelle Yeoh ha alcanzado un momento definitorio. Ni siquiera haber sido una chica Bond en El mañana nunca muere o una guerrera en El tigre y el dragón (papel por la que fue nominada al Bafta) se comparan con haber sido elegida para encarnar a Aung San Suu Kyi. Ganadora del Premio Nobel de la Paz en 1991, la líder opositora de Burma –bautizada “la Mandela femenina” luego de pasar 15 de los últimos 21 años en arresto domiciliario– es sin dudas el rol más grande que Yeoh haya encarado en toda su vida.

El encuentro con la actriz se produce en el Tribeca Film Festival de Doha (Qatar), donde The Lady, que cubre algo más de una década en la tumultuosa vida de Suu Kyi, es la película encargada del cierre. Vestida elegantemente con pollera y blusa y criteriosa joyería, Yeoh, de 48 años, es una perfecta embajadora para el film: modesta pero fieramente apasionada. Cuando se le pregunta cómo hizo para alejarse de un rol tan demandante, responde: “¡No quiero alejarme!”. Todavía no tuvo vacaciones desde que terminó la filmación. “En estos últimos dos años no hice ninguna otra cosa para dedicarme por completo a esto. Es una de esas películas que lo necesitan.” Curiosamente, cuando se le pregunta si éste fue el papel más duro que le ha tocado interpretar, ella da una respuesta ambivalente. “Sí, porque fue un viaje emocional en un tiempo muy corto. Estuvimos viviendo su vida por diez años específicos, y tuvimos que demostrar eso en sólo dos horas. Pero también no, porque cuando estás comprometida, y cuando algo llega desde tus profundidades, todo se vuelve fácil.” Se detiene un segundo, dándose cuenta de lo que acaba de decir. “Bueno, ‘fácil’ no es la palabra adecuada.”

Haber tenido que aprender el lenguaje birmano no fue el único problema. “Hubo algunas veces en las que llamé al director Luc Besson diciéndole ‘¡Me muero! No puedo meter mi cabeza en esto...’” De hecho, las presiones que sufrió en The Lady hicieron parecer un juego de niños lo sufrido en El tigre y el dragón (en cuya filmación sufrió una rotura de ligamentos) y en Ah Kam (de 1996), donde se cayó de un puente a nueve metros de altura y casi se rompió la espalda y el cuello. “Ella es una heroína –dice ahora refiriéndose al centro de esta película–. Y estoy en la privilegiada posición de interpretarla. No mostrarla sólo como una santa, sino dar una experiencia única de lo que sucedió.”

Nacida en Malasia, donde su padre era abogado, la actriz ya conocía a Suu Kyi. Tras convertirse en Miss Malasia en 1983, la vida llevó a Yeoh a Hong Kong, donde hizo su debut en la pantalla grande en 1985, como una instructora de judo que se enfrentaba a Jackie Chan en Twinkle, Twinkle, Lucky Stars. Casada con el magnate del cine Dickson Poon, quien le dio su primer trabajo en un comercial para televisión, Yeoh se quedó en Hong Kong, donde estaba cuando Suu Kyi, cabeza de la National

League for Democracy (Liga Nacional por la Dmeocracia), ganó el Premio Nobel. “Eso fue como ‘Guau, ¿una mujer asiática ganando esto?’. Me sentí urgida a averiguar más.” Que el film ofrezca una visión más profunda es algo abierto a debate; la mayoría coincide en que la performance de Yeoh es estelar (“Una impactante presencia en pantalla –señaló el periódico especializado Variety–, que respira actitud y autoridad moral en cada escena”). Pero viniendo de un director cuyo último retrato de un icono femenino fue la floja Juana de Arco (1999), éste también tambalea en sus intentos de zambullirse bajo la serena superficie de una mujer cuya paciencia llegó a representar las esperanzas de una nación. Tolerando años de aislamiento durante su arresto domiciliario, separada a la fuerza de su marido, el académico de Oxford Michael Aris (interpretado por David Thewlis), y de sus dos hijos, rara vez se puede entrever el tumulto interior que todo eso tiene que haber causado.

“Su amor era tan poderoso que le dio fuerza”, argumenta Yeoh, y ciertamente la película funciona mejor si se la ve en el contexto de su casamiento con “el más amoroso marido del mundo”, según lo define la actriz. La vio sólo cinco veces durante su encarcelamiento, hasta su muerte por cáncer de próstata en 1999; aun así, el apoyo de Michael nunca decayó. “Hace que empatices con ella, no sólo como una figura icónica que hizo todas estas cosas asombrosas por el pueblo de Burma.” Mientras que Suu Kyi fue liberada de su último período de arresto domiciliario en noviembre de 2010, la situación política en el país todavía transita el filo de un cuchillo, a tal punto que la película está “bajo el radar” y se utilizó a Tailandia como doble de Burma. “Nadie habla de eso”, dice Yeoh. “Todos fueron muy respetuosos. A veces tenías doscientos o trescientos extras y Luc llegaba al set y decía en francés, en inglés y en thai –con traductores birmanos– ‘Por favor, no tomen fotos, no las posteen en Facebook, porque puede afectar el programa de filmación’. Y nadie lo hizo. Ese fue el nivel de respeto que nos dieron.”

A pesar de ello fue inevitable que el asunto trascendiera. En junio, la autoridades birmanas le prohibieron a Yeoh entrar al país. Al llegar en su segunda visita, la actriz fue detenida en inmigración, a pesar de tener una visa. “Dijeron ‘parece que tenemos algunos problemas de inmigración’ y les pregunté por qué, pero no me quisieron explicar. Simplemente me sentaron allí y se mantuvieron diciendo ‘no, no, no’.” Fue enviada de vuelta en el primer vuelo, “y una semana después hicieron el anuncio de que había ingresado en una lista negra, sin explicar por qué”. Afortunadamente, Yeoh ya había conseguido su principal objetivo. En su primera visita a Burma, en la que no tuvo problemas, pudo conocer a Suu Kyi. “Fue algo muy íntimo. Ella te hace sentir muy cómoda. En ningún momento sentí algo así como ‘estoy en la oficina de la jefa, más vale que diga las cosas correctas’. Enseguida ella se disculpó por el desorden, ‘hay mucha gente yendo y viniendo’, con lo que te relajás y decís ‘bueno, es una persona normal’. Es muy accesible, y amo el hecho de que sea tan afectiva, capaz de sostenerte la mano mientras hablás con ella.”

Hablando en un inglés perfecto, Yeoh transmite una vibración similar. Fue alentada a modelar por su madre, lo que hace que piense que “cuando tenés padres que te alientan a ser independiente, eso te da cierta clase de confianza”. Se retiró momentáneamente de la actuación a fines de los ’80 y a pedido de su marido, pero la moratoria se terminó cuando se divorciaron, en 1992. Retornó a su carrera y desde entonces se abrió camino interpretando a heroínas asiáticas de acción, en películas tan disímiles como Memorias de una geisha (la geisha), Sunshine, de Danny Boyle (la astronauta), y Far North (la pastora). Nunca volvió a casarse, pero está comprometida con el ex presidente de Ferrari Jean Todt (17 años mayor que ella) desde 2005. Lo único que no tiene es niños. “Tengo cinco ahijados –dice–. Con lo que en mi mente es como si tuviera hijos. Tengo gente que me ama y un hombre al que amo.” Quizás es algo que le facilita empatizar con Aung San Suu Kyi. “Ha cambiado mi vida –dice sobre el personaje–. Cambió mis puntos de vista. En varios sentidos me ha hecho, o al menos eso espero, una mejor persona.”

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

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