CINE › MOACIR, DOCUMENTAL DE TOMáS LIPGOT
Ejemplo cabal de cine directo, en el que la cámara registra lo real sin intervención ni mediaciones, Moacir es un nuevo caso de los abundantes documentales sobre personajes ligeramente bizarros que el cine argentino viene ofreciendo últimamente.
› Por Horacio Bernades
Los anglosajones denominan spin-offs a los productos audiovisuales derivados de otros, generalmente por el ascenso de un personaje secundario al papel protagónico. Ejemplos notorios son las series Frasier (derivada de Cheers), CSI: Miami y CSI: NY (surgidas de CSI) y, cómo no, Los Simpson (empezaron en The Tracey Ullman Show), así como las películas Wolverine (surgió de X-Men), Borat y Brüno (originalmente, personajes del show de televisión de Sacha Baron-Cohen). Si en algún género no suelen ser frecuentes los spin-offs es en el documental. Hasta el punto de que es posible que Moacir sea el primer caso. Brasileño largamente radicado en Argentina, internado por entonces en el Hospital Borda, Moacir dos Santos aparecía en Fortalezas, documental de Tomás Lipgot estrenado un par de años atrás. Ahora, pisando los setenta, Moacir tiene documental propio, que lo muestra librándose de viejos fantasmas y reencontrándose con una postergada faceta artística, cuya concreción la película acompaña y, tal vez, promueve.
“Esta tá ótima; la otra tiene mucho volumen”, dice Moacir, conforme con la peluca color azabache que acaba de probarse, y que todavía tiene la traba de seguridad colocada. Con el alta médica y la externación otorgadas poco tiempo atrás, las expectativas del morocho cambiaron por completo: ahora ya no es cuestión de pensar en psicotrópicos, sino en presentaciones. Presentaciones del disco que pronto comenzará a grabar, con Sergio Pángaro como productor y arreglador, y el grupo La Lija como músicos de acompañamiento (en algún momento se les sumarán veteranos de Portela, una de las mayores scolas do samba de Brasil, de visita ocasional en Buenos Aires). “Nâo sei cómo voçe hizo pra encontrarlos”, se sorprende Moacir en el más estricto portuñol ante el propio Lipgot, al enterarse de que apareció la docena de canciones propias que él mismo registró en Sadaic, el año que llegó a la Argentina. Pasaron casi treinta de eso y algún que otro huracán en la vida de Moacir, por lo cual ahora el hombre se reencuentra con lo que creía perdido para siempre. “‘Marcha do travesti’ va a pegar”, le dice Sergio Pángaro en un bar de Constitución. No le falta razón: después de terminada la proyección, al crítico el tema le quedó dando vueltas en la cabeza.
Ejemplo cabal de cine directo, en el que la cámara registra lo real sin intervención ni mediaciones (no zócalos explicativos, no relato en off, no entrevistas a cámara), Moacir podría considerarse un nuevo caso de los abundantes documentales sobre personajes curiosos, excéntricos y/o ligeramente bizarros que el cine argentino viene ofreciendo últimamente, desde El ambulante hasta Cracks de nácar, pasando por Amateur. Aunque ciertos énfasis dramáticos de Moacir al cantar y el cultivo excesivo del melisma lo aproximen de a ratos a la última condición, Lipgot jamás se deja tentar por sátiras o rarismos. Por el contrario, si algo hace Moacir es acompañar a su protagonista, mantenerse a la par, cumplirle incluso su sueño, sin verdugueos y con respetuoso cariño. Respetuoso pero no baboso: graciosísimo el contrapunto que el morocho mantiene con su productor musical, por distintas versiones sobre la letra de un famoso bolero. “Y tú me enseñaste...”, dice Pángaro, muy serio. “No, es ‘Por qué no me enseñaste’”, retruca Moacir, una y otra vez.
“Filmame como a un profesional”, le indica el hombre al director, señalándole, en alguna otra escena, cómo habría que mover la cámara. Durante la grabación advertirá severamente a Pángaro, por una presunta interrupción. Que Lipgot quiere a sus personajes queda claro en el encantador videoclip que acompaña los títulos finales y que funciona como posible clip promocional del disco (dándole imagen al hit Marcha do travesti, of course) y, a la vez, como grabación de fin de rodaje. Allí bailan todos, desde Moacir hasta el director, productora y montajistas, en una fiesta que se siente merecida.
7-MOACIR
Argentina, 2011
Dirección: Tomás Lipgot.
Guión: Javier Zevallos, sobre idea de Tomás Lipgot.
Fotografía: Víctor Narváez y T. Lipgot.
Montaje: Javier Zevallos y Bruno López.
Música Original: Moacir dos Santos, arreglada por Sergio Pángaro e interpretada por el grupo La Lija.
Estreno en proyección digital: en los cines Gaumont, Artecinema y Malba (sábados a las 18 y domingos, a las 20).
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