CINE › CINE SIGUE LA POLEMICA
Advertencias eclesiásticas, amenazas de prohibición y hasta quema de libros: el film es la comidilla mundial. Aquí, un abogado presentó un amparo.
¿Quién dijo que las grandes mayorías del mundo nunca se iban a poner de acuerdo? Ayer, mientras miles y miles de chinos se metían en una sala a ver El Código Da Vinci, multitudes ubicadas en las antípodas de la tierra de Mao entraban a las salas de sus países para ver... El Código Da Vinci. Una demostración de convocatoria que haría caer de espaldas a cualquier político contemporáneo. Los espectadores no fueron los únicos: también los críticos de cine coincidieron de manera casi unánime al calificar al estreno de “fiasco”. Y cuando los más optimistas pensaban que por fin iba a alcanzarse la concordia universal, varias iglesias salieron al cruce para despertar la polémica y hasta surgió el deseo de encender “hogueras de purificación” en Italia. Mientras tanto, en la Argentina, la presentación de un reclamo ante la Justicia en lo Contencioso Administrativo Federal para obligar a las distribuidoras a aclarar que el film es una ficción sentó otro capítulo del culebrón Da Vinci.
En las últimas horas de ayer las informaciones acerca de la repercusión mundial del film basado en la novela de Dan Brown se multiplicaban. Aquí, la cinta dirigida por Ron Howard se estrenó en casi 900 salas, y a las pocas horas se difundió que el letrado Jorge Luis Vitale había planteado un amparo en su condición de “Católico Apostólico Romano” afectado por un producto que “constituye una agresión y un insulto a la creencia de la mayoría de nuestro pueblo”. El largometraje, que propone una supuesta descendencia de Jesucristo y María Magdalena, también hizo ruido en otros ámbitos. La Iglesia Católica local descartó presentar acciones judiciales, porque eso “daría publicidad gratuita” a una narración que es “tan ridícula que da risa”, según declaró Guillermo Marcó, vocero del arzobispado de Buenos Aires. Por su parte, el Vaticano consideró el libro y la película como una estrategia para difamar a la Iglesia y destacados eclesiásticos acusaron a los autores de ser los Judas de ahora, “ya que siguen vendiendo a Cristo no por 30 denarios, sino por miles de millones de dólares”. La noticia de que Cristo se estaba vendiendo más caro que en los tiempos bíblicos la dio oficialmente el predicador de la Casa Pontificia, el franciscano Raniero Cantalamessa, quien ante el papa Benedicto XVI dijo que se habla mucho de la traición de Judas, pero que hoy “hábiles manipuladores” venden a Cristo como hace dos mil años, pero no al Sanedrín, sino a editores y libreros.
Pocos se enteraron de que en Pekín la película había sido presentada cuatro horas y media antes de su estreno más resonante, el realizado en el 59º Festival de Cine de Cannes. El país oriental fue uno de los que puso menos trabas a la distribución, y los enviados describieron cómo allí el público sonríe sin entender en momentos clave de la trama porque, sencillamente, desconoce el contexto cultural occidental-cristiano en el que se enmarca el relato. En Estados Unidos, la productora Sony lanzó una campaña basada en la estrategia de “unirse al enemigo”, una vez comprobada la ayuda de taquilla que significa cada crítica de los líderes religiosos. Frente a este tipo de posturas, los representantes del Opus Dei en ese país no quisieron quedarse atrás en la lucha publicitaria y empezaron a proponer debates públicos en televisión e Internet.
En los países latinos las autoridades mostraron ser bastante más irascibles. Aunque hasta ahora las conferencias episcopales de Latinoamérica no se mostraron partidarias de una cruzada contra el film, dejaron claro su malestar. Se destacó el mensaje del arzobispo de Lima, Juan Luis Cipriani, quien difundió una carta en la que, quizá augurando una ola de confesiones en los próximos días, indica que ver la obra protagonizada por Tom Hanks es “una voluntaria cooperación al mal”. En Europa también hubo protestas, sobre todo en las zonas eslavas y musulmanas. Sin embargo, no se plantearon grandes trabas a la difusión, que promete batir records. La Iglesia Católica Europea se ha mostrado en general moderada en sus críticas e incluso algunos de sus miembros recomendaron a los fieles que la vean para discutir después los temas quese abordan. En Ceccano (Italia), un grupo dio la nota al anunciar que este sábado quemará en una hoguera ejemplares del Código. Viejas costumbres.
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