CINE › UNA INICIATIVA QUE DESPERTO REACCIONES CRUZADAS EN EL AMBIENTE CINEMATOGRAFICO
El proyecto presentado por la senadora Silvia Ester Giusti cuenta con algunos apoyos y airadas reacciones en contra que lo consideran una injerencia innecesaria en la libertad artística.
Era cantado. Este año el Día de la Bandera viene en combo con el Mundial. Es en este contexto entre polémico y festivo que surge el proyecto de la senadora Silvia Ester Giusti, que en un par de días probablemente sea debatida en la Cámara de Senadores. La propuesta es simple: obligar a las películas nacionales que cuentan con ayuda financiera del Estado a introducir al menos un instante en el que se muestre claramente la bandera argentina. La presencia del símbolo podría distribuirse a través de varios planos diferentes, e incluso se aceptaría ubicarla al principio y al final en caso de que por una cuestión de ambiente (por ejemplo, en un film sobre el medioevo) el guión no permitiera la participación de la insignia en la historia. Al conocerse la noticia, las voces a favor y en contra sacaron sus propios estandartes, y empezó la polémica.
Giusti, legisladora de la provincia de Chubut por el Frente para la Victoria, precisó que lo que se busca es reemplazar el artículo 8 de la ley 17.741 (de Fomento de la Actividad Cinematográfica). De concretarse, la modificación introduciría un nuevo matiz en lo que el Estado considera “películas nacionales”. Es decir que, a las condiciones actuales (ver recuadro) se sumaría el requerimiento de hacer aparecer la bandera argentina como condición para el reconocimiento oficial. Según la legisladora, su postura “pretende acercar el símbolo patrio a la población en un medio masivo como es el cine”.
La iniciativa fue debatida hace unos días por algunos representantes de la industria durante una reunión de la Comisión de Sistemas, Medios de Comunicación y Libertad de Expresión, en el salón Arturo Illia del Palacio Legislativo. Después, la Comisión expidió un dictamen que ya está esperando turno para ser tratado en la Cámara alta, lo que se estima sucedería en esta o la próxima semana. Giusti comentó a este diario que su iniciativa contaba con “la aprobación de una amplia mayoría de las instituciones ligadas a la actividad cinematográfica”, aunque con el correr de los días quedó en evidencia que había opiniones encontradas alrededor de la idea.
En efecto, aunque la legisladora patagónica declaró a Página/12 que confía en “la creatividad de los realizadores cinematográficos locales para poder incluir una imagen de nuestro mayor símbolo patrio sin modificar la trama de las películas”, la borrasca que se levantó cuando el mundo cinematográfico conoció su propuesta demostró que se está lejos de llegar a un consenso –a favor– en toda la industria. Los críticos especializados de la revista El Amante decidieron salir con los tapones de punta: “El apelativo ‘fachista’ –declara un durísimo comunicado publicado en su sitio web www.elamante.com.ar– ha perdido fuerza en el ámbito de la discusión política (...) Es una pena, porque cuando surge una acción realmente fascista y uno quiere calificarla, la palabra casi no sirve”. El texto agrega que “ni la dictadura, más propensa a prohibir y asesinar, se atrevió a dar semejante paso, digno de Mussolini, Hitler y Stalin”.
El contrapunto fue subiendo de volumen a partir de comunicados como el que Gabriel Arbós (director del centro de formación profesional del Sindicato Argentino de la Industria Cinematográfica) difundió después del fin de semana. “El Amante y el diario Perfil desinforman o mienten deliberadamente, e hicieron que muchos tomaran posición sin tener los datos y propuestas reales”, aseguró. El director de El caso Monzón fue más allá, al aseverar que la posición de la revista se explica porque “es una bosta elitista que destruye sistemáticamente cualquier película argentina que tenga chances de llegar al público masivo, y reivindica cualquier porquería que esté seleccionada en Rotterdam”. Y remató: “En mis tres películas hay más de un plano donde se ve la Bandera Nacional, lo mismo pasa en La Historia Oficial, Sur, Cenizas del Paraíso, Patoruzito y otras”.
Mientras tanto, después de que circularan diferentes –y confusas– versiones acerca de la posición que adoptaría el Incaa, Julián Copecek, delegado del organismo, terminó con los rumores al enfatizar ayer que “el Instituto no está de acuerdo completamente con el proyecto de ley, pero sí con el espíritu del mismo”. “No adherimos a que se obligue a los directores a poner la bandera dentro de sus películas”, puntualizó. “La senadora tiene esta intención en un sentido patrio, pero nosotros no querríamos nunca que se atente contra la libertad de expresión.” El planteo del Instituto es que, sin modificar la ley, se estudien dispositivos por los cuales el espectador pueda distinguir las producciones realizadas en el país. “Nosotros queremos llegar a esos objetivos pero sin tocar la ley 17.741, que tantos frutos dio a través del Fondo de Fomento. Podría ser a través de una imagen en los créditos, tanto del principio como del final, pero eso todavía no lo tenemos charlado”, adelantó el funcionario.
Por su parte, el Proyecto de Cine Independiente, agrupación que nuclea a buena cantidad de los directores más jóvenes del cine argentino, expresó su fuerte disenso a través de una carta que envió a la senadora chubutense. En el mismo sentido se pronunció Apima (Asociación de Productores Independientes de Medios Audiovisuales). La Federación Internacional de la Prensa Cinematográfica Filial Argentina (Fipresci) –organización integrada por críticos que se desempeñan en los más importantes medios periodísticos del país– también dio su parecer, al considerar que “la condición de nacionalidad de cualquier creación artística no puede depender de la exhibición de los colores patrios ni de la inclusión de contenido obligatorio alguno”. Estimó, además, que “toda regimentación en este sentido representa una imposición que, proviniendo del Estado nacional como en este caso se pretende, no tiene nada que ver con los mecanismos propios de la democracia sino con una voluntad autoritaria”. El comunicado contó con el aval de Diego Batlle (La Nación, El Ojo), Horacio Bernades (Página/12, El Ojo), Diego Brodersen (El Amante, El Ojo), Gustavo Castagna, Gustavo Noriega (El Amante), Hernán Ferreiros (Rolling Stone), Diego Lerer (Clarín), Sergio Wolf (El Ojo), Martín Pérez (Página/12, La Mano) y Luciano Monteagudo (Página/12), entre otros profesionales.
“Son el colmo de la tilinguería”, calificó la senadora chubutense cuando este diario le preguntó acerca de sus opositores. “La bandera argentina es nuestro símbolo patrio más importante. Además, con el excelente cine que estamos haciendo, necesitamos presentarnos de una manera fuerte en el exterior.” Giusti aseguró no entender la postura de quienes cuestionan su idea: “Quiero que me den razones serias para no empezar a recuperar nuestros símbolos nacionales. ¿Acaso están para que los usen solamente los dictadores? Yo no estoy proponiendo una enseña religiosa ni política, es algo que es de todos”, expresó.
En la tarde de ayer seguían llegando comunicados en contra del proyecto, entre los que destacaba el de la DAC (Directores Argentinos Cinematográficos). La entidad creada en 1958 sostiene que la iniciativa significa un intento de “coartar la libertad creativa” y exhorta a la Secretaría de Cultura de la Nación, el Incaa y las comisiones de Cultura de las Cámaras legislativas a que se involucren en el asunto. Paralelamente, propone elaborar un proyecto que “refuerce la identidad argentina” a través de medidas como la adecuada implementación de las cuotas de pantalla y la incorporación del cine nacional en los planes de estudio de las escuelas. La partida está abierta. Al casi confirmado apoyo de varios legisladores, como Jorge Milton Capitanich y Adolfo Rodríguez Saá, se sumarán en los próximos días otras adhesiones. En la vereda de enfrente, la respuesta ya empezó a articularse alrededor de una constelación de documentos de protesta.
Informe: Facundo García.
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