Mié 02.10.2013
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CINE › MARCO BELLOCCHIO Y EL ESTRENO EN LA ARGENTINA DE SU FILM BELLA ADDORMENTATA

Un debate sobre la vida y la muerte

De nuevo en plena forma, el realizador italiano tomó el caso real de la niña Eluana Englaro, condenada a una vida vegetativa durante diecisiete años, para corporizar una serie de historias cruzadas que sirven como retrato fiel de la Italia creciente... y actual.

› Por Michele Adamo

En tiempos en que el cine no pochoclero encuentra cada vez menos resquicios en la cartelera local, el italiano Marco Bellocchio aparece como uno de esos pocos privilegiados cuyas películas se estrenan con regularidad en Argentina. Así sucedió con La hora de la religión (2002, estrenada en 2010), Vincere (2009) y ahora con su más reciente film hasta la fecha, que se estrena mañana con su título original. Presentada en Venecia el año pasado, Bella addormentata confirma a Bellocchio, a los setenta y pico, como el más “entero” de los veteranos del cine italiano. El hombre que en los ’70 saltó a primera fila con películas tan revulsivas como I pugni in tasca (1965) o tan al día como La Cina è vicina (1967), en los ’80 renació con Salto al vacío (1980), Los ojos, la boca (1982) y Enrique IV (1984), para volver al primer plano internacional con El diablo en el cuerpo (1986). Tras unos lustros de cierto desconcierto, La hora de la religión y Buongiorno, notte (2003) volvieron a imponer su nombre como el de un autore de primera línea, algo que los films posteriores se ocuparon de reconfirmar.

Con un amplio elenco que incluye a Isabelle Huppert, Bella addormentata se abre en forma de fresco, tomando como disparador un caso real de la crónica diaria que sacudió a Italia unos años atrás. Se trata del de la niña Eluana Englaro, condenada a una vida vegetativa durante diecisiete años, hasta que su padre pidió la interrupción del suministro de alimento. En ese instante toda Italia se sumió en el debate ético y la polémica sobre el derecho a la vida y la muerte que asiste a cada ciudadano, que atravesó a toda la sociedad, fue reproducida por los medios e incluyó, desde ya, a políticos y representantes del Vaticano. Viendo en esa división toda una metáfora italiana, Bellocchio comenzó a escribir el guión de Bella addormentata el mismo día en que Englaro murió de muerte natural. La forma que el cineasta halló para esa metáfora fue la de un entretejido de historias, tendido de una región a otra del país que gobernaba Berlusconi.

–¿Qué lo llevó a desarrollar el proyecto de Bella addormentata?

–Yo estaba tratando de conseguir financiación para otro proyecto, un film llamado Italia mia, una farsa política con personajes que recuerdan a políticos italianos. Básicamente uno que se parece mucho a Berlusconi. Pero no encontré a nadie dispuesto a poner un peso. Lo máximo que conseguí fue que el último productor que me rechazó el proyecto me preguntara si tenía algún otro. Ahí me acordé de una historia que había escrito tiempo atrás, que era la de Bella addormentata. Ese proyecto sí fue aceptado.

–Bella addormentata se basa en un caso resonante en Italia.

–Sí, el de Eluana Englaro, una chica que estuvo en estado vegetativo durante diecisiete años, de-sencadenando una polémica pública vinculada con el tema de la eutanasia, a partir del momento en que su propia familia solicitó la interrupción de su alimentación por sonda. La polémica llegó a los medios, a los estrados judiciales e incluso al mundo de la política, con gente que se posicionaba a favor o en contra de la terminación de la vida por medios artificiales.

–El caso es reciente, ya que Eluana falleció hace tres años. ¿Cómo vivió esa proximidad?

–Escribí el argumento original tan “en caliente” que lo empecé el mismo día de su muerte. Así que en verdad los tres años que pasaron desde ese momento hasta el del rodaje los viví como de un paulatino distanciamiento. Y eso siempre es bueno, para no quedar atrapado por “los hechos tal como fueron” y poder darle una libertad a la ficción. El tema de la película no es tanto el caso en sí como las reacciones que generó.

–En ese punto comienza la ficción.

–Claro, porque los personajes sobre los que trabajo son inventados.

–¿Siempre tuvo claro que quería narrar un ramillete de historias relacionadas con el caso de Eluana?

–Lo que siempre tuve claro es que quería hablar de Italia, de la Italia actual, que me parece que halló en esta polémica una suerte de catalizador. En determinado momento empecé a pensar que la forma más adecuada que podía darle a la película era la de un fresco, en el que pudiera pintar a los personajes más diversos. Luego le di a cada personaje una historia, y finalmente comprendí que la mejor forma de dejar claro que estaba hablando de Italia era ubicar cada historia en una región distinta. Una transcurre en Roma, la otra en el Véneto, otra en Florencia y la última en la Emilia-Romagna, donde nací.

–¿Cuál de las historias se le ocurrió primero?

–La de la chica que lo tiene todo y sin embargo se autodestruye, abusando de drogas y jugando con la idea del suicidio. La interpreta Maya Sansa, la protagonista de Buongiorno, notte, y es como el opuesto exacto de Eluana, condenada a una muerte en vida que no buscó.

–El tema de la autodestrucción y el suicidio no son nuevos en su obra.

–Es verdad. Autodestrucción había en I pugni in tasca, y Salto al vacío se llamaba así porque el protagonista, Michel Piccoli, era un burgués que al comprender el vacío al que había conducido su vida se tiraba por la ventana.

–También aquí hay vacío, hasta el punto de que el título de la película (La bella durmiente) parece aludir no sólo a lo que sucede con la protagonista, sino al estado de somnolencia emocional en el que más de un personaje parece hallarse.

–Sí, el personaje que hace Isabelle Huppert, el de la madre de la chica en estado de coma, está en buena medida “dormido”, en sentido metafórico. También puede decirse lo mismo de la actriz, que parece no poder despertar a su propia vida. Y el personaje del senador, que decide terminar con la obediencia ciega a la línea del partido, lo cual representa una suerte de despertar para él.

–¿Intenta decir que Italia en su conjunto es también una “bella durmiente”?

–Eso no debería decirlo yo, pero no puedo negar que mi visión de Italia es la de un país que necesita que lo despierten. Por eso incluí políticos en la película, para transmitir la idea de que en ese terreno está faltando la persona adecuada.

–Usted incluye mucho material documental de la época. Parte de ese material es una intervención de Berlusconi, que si no estuviera tomada de un noticiero sería imposible de creer.

–“Nos comentaron que se la ve bien, rozagante, y que de hecho estaría en condiciones técnicas de dar a luz”, afirma Berlusconi en ese fragmento, refiriéndose a Eluana. Créase o no, eso es lo que dijo.

–Es raro el personaje de la hija del senador. Su padre es miembro del Partido Socialista y, sin embargo, la chica está en contra del aborto.

–Ese episodio transcurre en la Emilia, una región con una fuerte tradición comunista, que conozco bien. Allí, como en otras zonas de Italia, pasa algo que para un extranjero puede ser difícil de entender: es muy común que un hombre de izquierda, marxista incluso, se case con una mujer de familia muy católica. Los hijos pueden orientarse hacia el lado de la madre o del padre. En el caso de esta chica, mi suposición es que se trata de uno de esos casos y que ella heredó el catolicismo materno.

Traducción, edición e introducción: Horacio Bernades.

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