CINE › EL ABOGADO DEL CRIMEN, PRODUCTO ALGO FALLIDO DE RIDLEY SCOTT
Lo mejor de la nueva película del director de Prometeo es, sin dudas, su elenco, pletórico de estrellas que podrían haber compuesto un entretenimiento autoconsciente y eficaz. El problema es que Scott no termina de definir qué es lo que quiere.
› Por Diego Brodersen
Luego de la “seria” Prometeo y antes de la seguramente ceremoniosa The Vatican, Ridley Scott parece haber tenido ganas de divertirse un poco. El resultado es El abogado del crimen, un zafarrancho cinematográfico autoconsciente –aunque sólo hasta cierto punto– con guión del ganador del premio Pulitzer Cormac McCarthy, el autor de las novelas No es país para viejos y La carretera. Difícil saber qué quiso hacer exactamente la dupla, pero los resultados son tan extraños como frustrantes. La acción del film transcurre entre los Estados Unidos y México –en particular, cerca de la frontera entre ambos países–, con escalas en Amsterdam y Londres. Y el tema (si es que puede hablarse realmente de un tema) es el submundo del narcotráfico, al cual un abogado poco ético intenta ingresar con un sustancial aporte económico. Con ese punto de partida, el film construye un mundo de fantasía extremo donde los narcos son cool como modelo de pasarela (bueno, algunos de ellos caen de lleno en lo kitsch) y sus conversaciones pueden pasar de la cita literaria a la anécdota de sexo bizarro.
Michael Fassbender encarna al jurisconsulto devenido inversionista de riesgo y Penélope Cruz a su bella prometida, presentados en la primera escena debajo de las sábanas, con la cámara literalmente ubicada en ese lugar. Una imagen casi publicitaria, cursi y pacata a pesar de su contenido. Javier Bardem y Cameron Diaz, cargados con todos los trucos de guardarropía habidos y por haber –incluyendo maquillajes felinos y cortes de pelo alocados–, son una pareja de excéntricos millonarios, dedicada, cada uno a su manera, al negocio de las sustancias ilegales. Finalmente, Brad Pitt interpreta a un narco tex-mex que, por momentos, semeja a un gurú de la vida y la muerte: a cada paso, una máxima. Semejante reparto de estrellas en roles que parecen tomados de un policial negro pasado de ácido lisérgico es, sin lugar a dudas, el mayor atractivo publicitario del producto, sea éste cual fuere.
Entonces, ¿es éste un proyecto alocado a lo Guy Ritchie, un derivado post-post-Tarantino sin demasiado seso, un juego para adultos? Y si es así, ¿por qué tantos diálogos parecen estar tomados con una seriedad absoluta, pletóricos de sentencias sobre elecciones de vida, responsabilidades varias y culpas sin posibilidad de expiación? Si la idea era atacar el buen gusto y divertirse de manera incorrecta, ¿qué aporta esa escena donde un grupo de ciudadanos mexicanos clama en las calles por justicia ante las víctimas inocentes de la violencia narco? Sin caer en ofensas sobreactuadas, hay algo disparatadamente agresivo y hasta irresponsable en todo el asunto, rebajado con jugarretas campechanas –como el flashblack a la escena de “sexo automotriz”– y un hálito de seriedad gore (en cuadro y fuera de campo) que hasta incluye el viejo truco de la película snuff. El abogado del crimen cancherea con el exploitation pero no se la juega, poniéndose solemne en lugar de pisar el acelerador; tira cadáveres por el piso como quien no quiere la cosa y amaga luego con llorar sobre la sangre derramada. Y pretende que el espectador se divierta y ¿reflexione? sobre lo visto. Algunos creen que Ridley Scott fue siempre un poquito tarambana. En todo caso, no hay nada peor que la ironía cargada de culpa.
5-EL ABOGADO DEL CRIMEN
(The counselor; Estados
Unidos/Reino Unido, 2013)
Dirección: Ridley Scott.
Guión: Cormac McCarthy.
Fotografía: Dariusz Wolski.
Montaje: Pietro Scalia.
Música: Daniel Pemberton.
Duración: 117 minutos.
Intérpretes: Michael Fassbender, Penélope Cruz, Cameron Diaz, Javier Bardem, Brad Pitt, Bruno Ganz, Rosie Perez.
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