CINE › LOS HERMANOS COEN HABLAN DE A PROPOSITO DE LLEWYN DAVIS
La nueva película de los autores de Fargo y Sin lugar para los débiles sigue a un músico folk que intenta vanamente abrirse paso en Nueva York a principios de los ’60, mientras ve cómo Bob Dylan se convierte en estrella. “Nunca fue pensada como parodia”, se atajan.
› Por Kaleem Aftab *
La primera vez que me encontré con Ethan Coen él tuvo la poca fortuna de escucharme cantar –si es que alguien pudiera ser tan generoso como para describir así a mi croar– “Everybody Wants to Rule the World”. Así que resulta adecuado que la primera vez que nos sentamos a charlar acerca del trabajo de los hermanos Coen sea por A propósito de Llewyn Davis, una película sobre un músico folk.
Su decimosexto film es el último en una carrera de casi treinta años produciendo películas inimitables. Los hermanos Coen han logrado el Santo Grial de ser exitosos comercialmente a la vez de ser considerados auteurs cuyos films se presentan en Cannes. Ganaron la Palma de Oro en 1991 con su tercer trabajo, Barton Fink, y el Oscar a la Mejor Película por su adaptación de 2007 de la novela de Cormac McCarthy Sin lugar para los débiles. Sin embargo, su film más celebrado fue un fracaso de público y crítica cuando salió. Ahora, en cambio, El gran Lebowski es considerado un clásico de culto, que ha disparado festivales, una religión e incluso una teoría conspirativa sobre el 11-S.
A propósito de Llewyn Davis se llevó el premio del jurado en Cannes 2013 y el fin de semana pasado fue votado mejor film de 2013 por la National Society of Film Critics de Estados Unidos. La película está ambientada a principios de los ‘60 y detalla los esfuerzos de un músico folk para salir adelante como solista en Nueva York. Oscar Isaac, hasta ahora conocido por su papel como el marido de Carey Mullingan en Drive, es el protagonista. Y es la performance de su carrera.
Desde la escena inicial, en la que Llewyn Davis toca la extravagante canción “Hang Me, Oh Hang Me”, no tiene respiro. Es típico de los hermanos directores que el protagonista sea un cantante que ve cómo Bob Dylan se convierte en una súper estrella global. “Creo que puede verse que tenemos un cariño y respeto por la película”, dijo Joel en Cannes. “Nunca fue pensada como parodia. Y eso para no decir que no hay cosas graciosas en la música folk.”
Más allá de haber sido aclamados desde el momento en que Simplemente sangre se estrenó en 1984, en sus películas los hermanos han tenido afinidad con quienes llevan las de perder. “La cosa es así: tomamos todo lo malo que podría habernos pasado a nosotros y se lo trasladamos a él. Nosotros tenemos más suerte que el personaje de la película”, dice Ethan en un hotel londinense. “El mundo nos ha dado más espacio para maniobrar que a él, así que tenemos suerte en ese aspecto. Aunque, ¿suerte? Ese es un poco el tema de la película: ¿hasta qué punto simplemente no tiene suerte, no está en el lugar y el momento correctos, y hasta qué punto no se boicotea a sí mismo?”
Es un análisis que podría ser aplicado a varios de sus protagonistas. Barton Fink muestra a un escritor idealista de teatro político convertirse en un pez fuera del agua en Hollywood. El Dude de El gran Lebowski es un vago desempleado, quien se ve enredado en un secuestro debido a una confusión de identidades. Simplemente sangre tiene a un hombre que comete un asesinato creyendo que así ayuda a su novia. El gran salto ve a un tipo nulo que sin querer convierte en éxito a una compañía al inventar el hula-hula.
Su inspiración puede venir de un amplio rango de fuentes. El personaje siempre armado de John Goodman en El gran Lebowski está parcialmente inspirado por John Milius, el guionista de las películas de Harry el Sucio. Ellos han reconocido la influencia de escritores de novelas policiales como Dashiell Hammett y Raymond Chandler en De paseo a la muerte y El gran Lebowski. A propósito de Llewyn Davis está inspirada en parte por el músico Dave Van Ronk. De hecho, su disco Inside Dave Van Ronk muestra en su tapa a un gato mirando a través de una puerta, y un gato que corre a través de una puerta se convierte en parte de la narrativa del film. Joel incluso bromea sobre que “la película se desarrolla alrededor del gato”.
“Nunca estamos buscando personajes o cosas para nuestras películas”, dice Ethan. “Pero si estás creando una historia y un personaje encaja en cierto modo y lo tomás, porque escuchaste sobre él o te impacta en ese momento. Pero tomás lo que tenés a mano por la razón que sea, porque acabás de leer sobre eso o conocés a una persona sobre la que nunca habías escuchado antes, o lo que sea.”
Así que en la película, cuando el músico va a Chicago, no es una oda a los Blues Brothers. Ethan contesta riendo: “Para vos, Chicago son los Blues Brothers. Yo crecí a 200 millas de Chicago, entonces para mí Chicago es simplemente Chicago. De hecho, te doy esta explicación literal: el único personaje que tiene un modelo real es el que interpreta F. Murray Abraham, quien es más o menos Albert Grossman, quien luego se convirtió en el manager de Dylan y con quien Van Ronk tuvo una audición en Chicago a la que se fue a dedo”.
Los hermanos fueron criados en St. Louis Park, Minnesota. Joel nació en noviembre de 1954 y Ethan en septiembre de 1957. Sus padres eran académicos. Crecieron en una familia judía, aunque minimizan la influencia religiosa en sus vidas. Joel admitió más de una vez que había tenido impacto en ellos, pero que no estaba seguro de en qué modo. Un hombre serio y Barton Fink tienen protagonistas judíos, pero la religión está lejos de sus pensamientos. Ambos descubrieron las películas mirando televisión en blanco y negro y al anotarse en un club de cine en la Universidad de Minnesota. En su adolescencia, Joel compró una cámara y su odisea fílmica comenzó.
Lo notable es cómo han conseguido ser vistos como una entidad única. Ni siquiera tienen páginas separadas en Wikipedia, lo que parece levemente duro para Ethan, quien tiene una carrera más allá de las películas como dramaturgo y escritor. Sus películas iniciales aparecen como dirigidas por Joel y producidas por Ethan. Eso fue porque existía una peculiaridad del manual de reglas del Directors Guild of America que no veía con buenos ojos los créditos de dirección compartidos. Las reglas cambiaron, pero ellos siguieron apareciendo por separado como director y productor hasta El quinteto de la muerte. “En un momento tuve que compartir mi crédito de productor porque arrancamos a hacer cosas que no habíamos empezado nosotros. Tuvimos que compartir el crédito de producción y eso hizo que Joel se sintiera incómodo porque él tenía un crédito sólo para él y yo tenía que compartir el mío. Así que empezamos a compartir ambos.”
Pero mucho antes de El quinteto de la muerte se había reconocido que eran cocreadores. Desde el comienzo hicieron las entrevistas juntos como codirectores y guionistas. Incluso hoy hay quienes creen que ambos cineastas, de cincuenta y pico, viven, trabajan y juegan juntos. Mucha gente todavía no está segura de cuál de los hermanos está casado con la actriz Frances McDormand. Es Joel. Ethan tiene dos hijos adolescentes con la editora de El gran..., Tricia Cooke. “Lo sé, es gracioso”, reconoce Ethan. “Es comprensible que la gente piense eso. No nos conoce. Nosotros somos las películas y entonces somos intercambiables y está todo bien. Pero a la noche nos vamos cada uno a su casa y tenemos diferentes familias.”
Puedo entender la percepción pública porque así es como pensaba sobre los hermanos Coen antes de empezar a conocer a Ethan a través de un amigo en común en el verano de 2009. Antes de eso, era fácil comprar la mitología de que eran una única entidad. Mis expectativas con Ethan habían sido enturbiadas por una anécdota que me había contado Josh Brolin, quien acababa de interpretar a Llewelyn Moss en Sin lugar para los débiles: “Son gente muy tranquila. Salí a comer con Ethan y se llevó un libro, que empezó a leer durante el almuerzo. Traté de recordarle que yo también estaba a la mesa y él me dijo ‘Disculpame’”. Todo lo que pensé entonces fue que era un comportamiento extraño y maleducado.
Con la esperanza de no sonar como Pauline Kael (quien fue amiga y escribió sobre muchos directores de la nueva escena hollywoodense), mis temores fueron apaciguados. Ethan es un hombre típico de los personajes del Oeste Medio pintados en sus películas; pese a vivir en Nueva York, todavía encaja en el estereotipo de personas que se dedican a lo suyo sin fanfarria ni drama. Y adora ver las flaquezas de la gente, no de un modo malvado ni desagradable, sino simplemente deleitándose en los caprichos de la naturaleza humana.
Su hermano mayor parece más misterioso. Pero eso probablemente se deba a que es el hermano al que sólo vi en un par de ocasiones, mayormente de manera informal. En Londres nos saludamos en la fiesta por el lanzamiento de la película, pero es con Ethan con quien es más fácil sentarse y tener una larga conversación sobre su trabajo. Así que, según la forma en que se presentan a sí mismos, que ellos mismos admiten haber diseñado, son personas muy separadas en mi mente.
El gran salto de Joel en la industria cinematográfica fue trabajar como editor asistente en Diabólico, de Sam Raimi. Desde entonces, hubo varias colaboraciones entre los hermanos y Raimi. Joel y Raimi incluso hicieron un cameo juntos en la película Espías como nosotros. El director de Diabólico coescribió El gran salto mientras que los Coen lo ayudaron con La academia más loca del mundo.
Los hermanos han escrito a menudo guiones para otros cineastas. En 2012, Ladrón burlado, de Colin Firth, fue escrito por los Coen, igual que Unbroken, el nuevo intento como directora de Angelina Jolie, acerca de Louis Zamperini, un corredor olímpico que fue tomado prisionero por las fuerzas japonesas durante la Segunda Guerra Mundial. “Siempre hemos tomado trabajos de guión a pedido. Es divertido, interesante y... (casi susurrando) lucrativo. Siempre lo hemos hecho, pero en Hollywood el 80 o el 90 por ciento de lo que se escribe nunca se realiza, así que sólo en los últimos años lograron colarse un par de guiones nuestros.”
Fue a través de Brad Pitt, quien apareció en Quémese después de leerse, que Jolie los contactó. “Sí, la conocemos un poco. ¿Por qué nos pidió el guión? Sí, porque nos conoce. Hay algo bueno acerca de poder escribir despreocupadamente lo que querés sin tener que preocuparte por pensar en absoluto en la realidad de la producción. Es muy cierto, especialmente con esa película, que es una hijaputez, una cosa difícil de producir: hay combates aéreos, peleas de perros y material en un bote salvavidas en mar abierto. Pero es de un libro, no es ficción, así que no es que Angie pueda culparnos por ello.”
Los hermanos no siguen las reglas que uno encuentra en un libro sobre guión a la hora de encarar un film: “Por lo general, cuando escribimos una película, no sabemos hacia dónde vamos más allá de lo que estamos poniendo en el guión. No es que hacemos un resumen y después nos ponemos a escribir. Simplemente arrancamos a escribir escena por escena y no sabemos hacia dónde vamos hasta que llegamos allí”. La excepción a la regla es A propósito de Llewyn Davis: “Muy rápidamente nos dimos cuenta de que sería cíclica. Pero por qué lo sabíamos, por qué sentíamos que era lo correcto y por qué sentimos que está mejor resuelto que en las otras, no tengo idea. En realidad, sí lo sé: es debido al tema. Es la historia de un personaje metido en una rueda de hamster, así que se refleja en el modo en que le dimos forma”.
Los hermanos Coen llevan en el negocio el tiempo suficiente como para que ahora sus films tengan remakes. Simplemente sangre tuvo una relectura china como A Woman, A Gun and a Noodle Shop. “El director Zhang Yimou es genial. Así que pensamos ‘Todo bien, no va a ser mala, al menos será interesante’.” También hay una remodelación de Fargo en producción para la televisión. “No estamos demasiado involucrados”, dice Ethan. “En realidad, decir eso es un malentendido. Lo que están haciendo es probablemente la idea más piola: ninguno de los personajes de la película aparece en ella. Es una especie de drama policial ambientado en ese mundo.” Por qué ellos no están involucrados parece venir de la misma lógica que por qué no habrá secuela para El gran Lebowski: “Cuando la gente pide secuelas, lo sentimos como una crítica velada. ¿No hicimos un buen trabajo la primera vez?”.
* The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
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