CINE › CIENCIAS NATURALES GANO EL GRAN PREMIO DE LA SECCION GENERATION KPLUS
La ópera prima del cordobés Matías Lucchesi se llevó el primer premio de la sección del Festival de Berlín dedicada a temáticas juveniles. En la competencia oficial, el Oso de Oro fue para un film noir chino, Carbón negro, hielo fino, de Yinan Diao.
› Por Luciano Monteagudo
Desde Berlín
No siempre todo lo que relumbra es oro. El cine argentino no tuvo suerte en la competencia oficial por el Goldener Bär, pero igualmente brilló en la Berlinale, donde ayer se llevó el primer premio de la sección Generation Kplus, con la película Ciencias naturales, ópera prima de Matías Lucchesi. “Esta película nos muestra una travesía pura, destilada y sin sentimentalismo hacia la identidad. Es una historia cautivante con unas maravillosas actuaciones y una visión clara. Poderosa en su simplicidad, el film tocó nuestros corazones”, fue la fundamentación del jurado internacional, integrado por el periodista alemán Christian Bellaj, la realizadora australiana Catriona McKenzie y el director holandés Boudewijn Koole, ganador de la edición del año pasado.
El Grand Prix de Generation Kplus –una sección dedicada a temáticas juveniles, con unos 60.000 espectadores promedio por edición– está dotado de 7500 euros y es la primera vez desde 1978, cuando fue creada la sección, que lo gana una película argentina. Ciencias naturales narra con pocos pero nobles recursos la historia de una niña aislada en las sierras cordobesas que decide, contra viento y marea, salir en busca de su padre, de quien ni siquiera conoce su nombre. La chica está interpretada por Paula Hertzog (12 años), que a esta altura ya debe ser considerada un talismán para los argentinos en la Berlinale: tres años atrás fue la protagonista de El premio, de Paula Markovitch, película ganadora de un Oso de Plata.
Rodada por un cordobés en el interior profundo de su provincia, Ciencias naturales –que en diciembre pasado había sido premiada como work-in-progress en la última edición del mercado Ventana Sur– viene a consolidar internacionalmente al cine cordobés, del que aquí en la Berlinale también fue un ejemplo Atlántida, de Inés Barrionuevo, que compitió en la sección Generation 14plus, para adolescentes.
En la competencia oficial, el Oso de Oro de la edición número 64 del Festival de Berlín fue para Bai Ri Yan Huo (Carbón negro, hielo fino), tercer largometraje del realizador chino Yinan Diao. No deja de ser una decisión audaz por parte del jurado presidido por el guionista y productor norteamericano James Schamus e integrado, entre otros, por el actor austríaco Christoph Waltz y la actriz estadounidense Greta Gerwig. Se trata de un film noir a la manera de los que solía hacer Hollywood en los años ’40 (alguien mencionó incluso la influencia de los de Otto Preminger para la Fox), con detective privado y femme fatale incluidos, pero ambientado en la China de los años ’90, cuando el capitalismo comienza a ganarle la partida al socialismo y todo –empezando por la vida y la muerte– parece estar a la venta. Como si hubiera alguna duda sobre las intenciones del jurado, Liao Fan, el protagonista de esta película tan sombría como estilizada, que juega también con las fronteras del melodrama, se llevó además el Oso de Plata al mejor actor.
El Premio Especial del Jurado fue para El Gran Hotel Budapest, de Wes Anderson, que diez días atrás tuvo el privilegio de inaugurar el festival y que probablemente sea –lo que no es poco– la película más delirante e imaginativa del director de Moonrise Kingdom, una fantasía ambientada en una MittelEuropa de fábula, plena de personajes y aventuras de todo tipo. Y aunque muchos la daban por la segura ganadora del Oso de Oro, Boyhood debió conformarse con el Oso de Plata al mejor director para Richard Linklater. No es, sin embargo, un reconocimiento menor si se considera que se trata, sin duda, del trabajo más personal del realizador de Antes de la medianoche. Iniciado hace doce años, en 2002, Boyhood nació como un proyecto familiar y absolutamente inusual: seguir el crecimiento de un chico (Ellar Coltrane) y de su hermana (Lorelei Linklater, hija del realizador) durante todo su paso por la adolescencia. Cuando la película empieza, los padres de los chicos (Patricia Arquette, Ethan Hawke) ya están separados. Y cada uno de ellos irá construyendo otras familias, muchas veces fallidas, aunque siempre serán los chicos el centro de la escena, sobre todo Mason Jr., que irá madurando frente al espectador, forjado por todas esas experiencias. Aunque no deja de ser fascinante asistir durante casi tres horas a ese crecimiento real, mientras van pasando los años, quizás el proyecto en sí sea más valioso que su resultado, a veces minado por un naturalismo de la puesta en escena que vuelve al film un poco chato.
Otra sorpresa del jurado –que dejó afuera a las dos excelentes películas argentinas en competencia, Historia del miedo, de Benjamín Naishtat, y La tercera orilla, de Celina Murga– fue el Oso de Plata Alfred Bauer Preis para Aimer, boire et chanter, de Alain Resnais. Considerando que este premio está expresamente dedicado a “una película que abre nuevas perspectivas” no, deja de ser el mejor elogio para el director de Hiroshima mon amour, que a sus lozanos 91 años sigue buscando nuevos caminos para el cine.
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