CINE › CARINA SAMA PRESENTA SU DOCUMENTAL MADAM BATERFLAI
El film, que se estrena el viernes en el Espacio Incaa Km 0 Gaumont, expone con rigor, pero sin solemnidad, la reflexión de cuatro chicas travestis y una transexual. “Este es un momento para que el género se dignifique”, dice Sama.
› Por Oscar Ranzani
Desde 1993, Carina Sama forma parte del grupo Artistas Visuales Minas de Arte, de amplia trayectoria en Mendoza, provincia de la que es oriunda. Justamente durante el rodaje de un amigo en su tierra natal, Sama conoció a Mariana Arancibia, una chica travesti. Desde ese momento, a Sama se le despertó el interés por reflexionar acerca del concepto de feminidad. “¿Por qué se les cuestiona a las travestis ese tema si, en realidad, Mariana era mucho más femenina que yo? ¿Era una cuestión genital o podía llegar a ser una construcción?”, señala Sama los interrogantes que se le abrieron. A partir de entonces y, teniendo en cuenta la diversidad de la población travesti, Sama comenzó a buscar personas que pertenecieran a distintas clases sociales y que tuvieran diferentes edades como “para hacer un muestreo a grandes rasgos”, explica. Todo ese trabajo lo hizo en Mendoza y el resultado lo plasmó en su ópera prima, Madam Baterflai, documental que expone con una gran profundidad el análisis y la reflexión de cuatro chicas travestis y una transexual. El film se estrenará el próximo viernes en el Espacio Incaa Km 0 Gaumont (Rivadavia 1635). Y fue declarado de Interés Cultural por las cámaras de Diputados de la provincia de Mendoza y de la Nación.
La directora recurrió al modelo cabeza parlante, pero termina siendo tan rico lo que expresa cada una de las protagonistas que, con ese recurso mínimo, Sama logra condensar el sentir y el pensar de las personas que, a diario, deben vencer las barreras de la estigmatización social. Cada una de las protagonistas habla sobre cómo las ve la gente en general y cómo viven ellas la identidad travesti. También relatan sus años de estudiantes y si vivían en estructuras familiares muy rígidas que les impidieran expresar lo que realmente sentían. Con el correr de los minutos, el documental gana en intensidad cuando recuerdan cómo los contaron a sus familiares la decisión y cómo fue tomarla en una sociedad que tiende al conservadurismo respecto de este tema. También detallan las modificaciones que se practicaron sobre sus cuerpos a través de operaciones que les devolvieran juventud y cómo sintieron los cambios que les provocaron la aplicación de hormonas. Además, reflexionan sobre sus viejas amistades y cómo viven, desde entonces, las relaciones familiares. Algo muy rescatable en Madam Baterflai es que se trata de un trabajo realizado con una seriedad que es para celebrar, pero que al mismo tiempo no necesita caer en la solemnidad.
–Creo que los medios también responden a lo que quiere la gente. Entonces, en general, tiene más punch el tema de la cosa más sórdida, de la cosa más morbosa. Yo empecé a hacer el documental en 2010. Después de la primera entrevista, se sancionó la Ley de Matrimonio Igualitario, que fue como una explosión. Y en 2012, ya teníamos la Ley de Identidad de Género. Entonces, fueron muchos cambios desde el momento en que empecé a hacer el documental. Y creo que esos cambios también dieron una apertura. Ahora la gente ya está mirando otra cosa. De todos modos, estamos muy adelante en lo judicial y muy lejos en lo social. Yo estuve en un festival en Brasil y una de las cosas que me preguntaban era: “Ustedes que ya tienen la Ley de Identidad de Género, ¿ya todo es mucho mejor?”. Les dije: “No, ustedes acá tienen la parte social mucho más aceitada que la judicial”. Porque ellos no tienen las leyes.
–Totalmente. En ese sentido, es una de las puertas que se abren. Si ya se abrió la puerta desde lo jurídico, van a abrirse más puertas. En el documental dicen que la ley es un piso, que no tiene techo. Y es cierto porque, en realidad, ahora hay que empezar a abrir las puertas. Este es un momento para que el género se empodere un poco, que se dignifique. Yo descubrí específicamente que el nudo de la cuestión está en el despertar sexual. A los doce o trece años ya no pueden ocultar más la homosexualidad, en algunos casos. Y quieren otra cosa. Que te traten de “puto” en la escuela y esa cosa de segregarte empiezan a causar problemas en la casa, porque los vecinos empiezan a darse cuenta y todo eso. Hay familias que se lo bancan y hay otras que no.
–Yo elegí la familia de Mariana. El papá le dijo: “Vos sos mi hijo y vas a ser mi hija. Yo, en realidad, lamento no haberme dado cuenta antes de criarte como una nena para que no tuvieras que bancarte lo que te va a tocar vivir en esta sociedad”. Me pareció un amor de padre hacia su hija muy conmovedor. Y ellos son de clase muy humilde. El padre me contaba que no tuvo siquiera educación primaria. Y hay gente que se siente tan preparada, tan inteligente y no se da cuenta de que todos somos seres humanos.
–Absolutamente. Una de las protagonistas, Joseph, que es budista, dice: “Lo importante no es cómo sos, sino qué hacés con lo que sos”. Creo que ésa es la frase que define a todo el género. ¿Qué hacés con lo que sos? Si sos mejor persona o no.
–Cada vez que terminaba cada una de las entrevistas, salía shockeada. Realmente era como que me abrían un mundo nuevo. ¿Vio eso de sacarse un poco la cortina que uno no sabía que tenía? Lo expone a una situación que uno no sabe que existe.
–Cada vez que hemos proyectado el documental, la misma gente que se queda al debate pide que lo pasemos en las escuelas. El Instituto califica la película y Madam Baterflai está calificada como prohibida para menores de 16 años. Mi interés es pasárselas a los maestros y a los profesores, porque son ellos los que hacen de balancín en el grupo. Si la escuela contiene, la familia puede aguantar un poco más hasta poder entender de qué se trata.
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