CINE › “MI VERANO DE AMOR”, DE PAWEL PAWLIKOWSKI
La película de un director polaco radicado en Londres explora los efectos del estío, el mayor afrodisíaco que conciben los ingleses.
› Por Luciano Monteagudo
Desde El mensajero del amor hasta Un amor en Florencia, el verano sigue siendo el mejor afrodisíaco que los ingleses –condicionados por ese bien natural tan escaso– tienen a mano. Y eso lo sabe hasta un director polaco como Pawel Pawlikowski, sofisticado documentalista que en su pase al campo del cine de ficción aprovecha los estimulantes efectos del sol en dos chicas adolescentes, habitantes del condado de Yorkshire. En este caso, sin embargo, no se trata de una romántica reconstrucción de época como en el clásico de Joseph Losey, o como la miniatura decorativa de James Ivory, donde la luz del paisaje mediterráneo hacía estragos entre un grupo de ingleses posvictorianos. Por el contrario, Mona y Tamsin son dos chicas de hoy, aburridas y solas en el mundo por motivos muy distintos. Sus clases sociales también las separan, pero una intensa circulación de deseo las vincula inexorablemente en ese verano de amor al que alude el título de la película.
Primero, las diferencias. Mona (Nathalie Press) perdió a sus padres en un accidente y vive junto a su hermano mayor (Paddy Considine) en los altos de lo que supo ser el pub de la familia, ahora convertido en una suerte de tabernáculo religioso por el muchacho, un ex convicto que atraviesa una fase de crisis mística. Es claro, a los 15 años Mona sueña con una vida distinta, lejos de oraciones, plegarias y evangelistas, pero no tiene plata ni siquiera para arreglar su ciclomotor, con el que sale a tomar aire al campo.
Una tarde en la que está disfrutando de la libertad de las flores y el cielo, cree ver una aparición: una chica de una belleza misteriosa, montada soberbiamente a caballo. Resulta ser Tamsin (Emily Blunt), hija de un matrimonio de la alta burguesía británica, literalmente abandonada por sus padres, que prefieren ocuparse de otros menesteres (una amante, una supuesta carrera de actriz). A su entera disposición está entonces la inmensa casona solariega, donde Tamsin se dedica a tocar el cello semidesnuda, a leer a Nietzsche, a tomar vinos finos al atardecer y a escuchar a Edith Piaf, de quien admira su vida “maravillosamente trágica”. De más está decir que Mona caerá inmediatamente seducida por estos rasgos de estilo de Tamsin, quien a su vez parece valorar en Mona su vitalidad y su sentido del humor (son particularmente eficaces sus imitaciones de Linda Blair en El exorcista y de las exiguas habilidades sexuales de un novio ocasional del pueblo).
La alquímica unión de ambas, sumadas a la presión religiosa y castradora del hermano de Mona, parece sugerir en algún momento un desarrollo similar al de la mejor película del neocelandés Peter Jackson, Criaturas celestiales (1994), en la que dos adolescentes en celo daban rienda suelta a su imaginación y se embarcaban en un liberador baño de sangre. Pero no, el film de Pawlikowski –inspirado en una novela de Helen Cross– elige en cambio un permanente tono menor y consigue sus mejores momentos allí donde no pasa nada, en esas atmósferas tan difíciles de lograr que tienen que ver con la intimidad y el ocio.
Sus actrices le juegan a favor, acaso por sus dosis generosas de espontaneidad, verdad y frescura. El film, sin embargo, nunca termina de ir más allá de una sucesión de pequeños momentos logrados, como esa procesión a lo alto de un monte, en el que el enajenado evangelista pone en pie un enorme crucifijo. Da la impresión de que Pawlikowski se conformara con haber conseguido el casting adecuado y, a partir de allí, hubiera resuelto dejar todo el peso de la obra en sus chicas, como si se desentendiera de una película que, a pesar de su vuelta de tuerca final, termina resultando tan efímera y circunstancial como el amor de verano que narra.
6-MI VERANO DE AMOR
(My Summer of Love) Gran Bretaña, 2004.
Dirección: Pawel Pawlikowski.
Guión: P. Pawlikowski y Michael Wynne, basado en la novela de Helen Cross.
Fotografía: Ryszard Lenczewski.
Música: Alison Goldfrapp y Will Gregory.
Intérpretes: Natalie Press, Emily Blunt, Paddy Considine.
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