Mié 11.06.2014
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CINE › DESDE MAñANA, UNA INELUDIBLE RETROSPECTIVA DE RAINER WERNER FASSBINDER

Mirada cabal sobre un nombre necesario

La muestra que se presentará en el Cine Arte Multiplex de Belgrano incluye la versión restaurada de Berlin Alexanderplatz y la llamada Trilogía de Alemania Federal, pero también algunos títulos tempranos en la carrera del notable director bávaro.

› Por Diego Brodersen

“Una visión de la historia de Alemania, desde 1880 hasta 1980, cien años de historia. Sus películas comprenden todo el espectro geográfico, social e histórico de Alemania. No puedo pensar en otro director que en tan poco tiempo de actividad haya logrado crear semejante ‘archivo’ de un siglo de vida alemana.” Las palabras pertenecen a Thomas Elsaesser, teórico, historiador y uno de los mayores especialistas en el cine de Rainer Werner Fassbinder, de quien acaban de cumplirse treinta y dos años de su muerte. La Cinemateca Argentina junto al Goethe-Institut Buenos Aires y el Cine Arte Multiplex del barrio de Belgrano darán inicio mañana a una retrospectiva dedicada al genial cineasta alemán, nacido en Bavaria el 31 de mayo de 1945, menos de un mes después de la rendición germana. Hijo entonces de una nueva Alemania, el interés temprano por el arte en general y el cine en particular marcarían su futura producción teatral y cinematográfica con influencias e intereses de lo más variados, del melodrama clásico estadounidense –en particular, el de su amado Douglas Sirk– al rigor formal del dúo Straub-Huillet, además de una particular apropiación del espacio teatral. A su vez, el interés por los flujos y reflujos de la política (entendida en su más amplia acepción) convertiría su filmografía en una provocadora lectura de los más diversos aspectos de la vida alemana.

Precisamente, una de sus creaciones más ambiciosas dará inicio al homenaje: la monumental adaptación para la televisión, en trece capítulos y un epílogo, de la “infilmable” novela de Alfred Döblin, Berlin Alexanderplatz. Considerada desde su publicación, en 1929, como uno de los textos más importantes de la literatura alemana de comienzos del siglo XX, su estructura no lineal y los constantes cambios de tono y de puntos de vista narrativos hacían de su traspaso a la pantalla una empresa casi irrealizable. De hecho, apenas dos años después de la primera impresión, el realizador Phil Jutzi filmó una versión esquelética del texto original, eliminando riqueza y matices, centrándose exclusivamente en la excusa argumental, casi como en un film de denuncia social: Franz Biberkopf sale de la cárcel y no logra reinsertarse en la sociedad, cayendo en las garras de un grupo de ladrones. Nada más alejado de la novela, de la cual Fassbinder alguna vez declaró que “se trata de una obra que no sólo era una ayuda para vivir (...) sino que ayuda a elaborar lo teórico sin ser teórica, que obliga a actitudes morales sin ser moral, que ayuda a aceptar lo banal como esencial, como sagrado, sin ser banal ni sagrada, sin pretender ser una exposición sobre lo esencial y sin ser, pese a todo, cruel, lo que no es habitual en obras de esta envergadura”.

Rodado en 16mm al límite de las posibilidades fotográficas de ese formato semiprofesional –cortesía del director de fotografía Xaver Schwarzenberger–, la exhibición televisiva del primer episodio, en octubre de 1980, generó docenas de llamados telefónicos a la señal estatal WDR. La queja de los televidentes era unánime: la imagen en los viejos televisores de tubo era tan oscura que, por momentos, apenas si podía adivinarse la silueta de los actores. Los afortunados que habían podido apreciar la miniserie completa –de quince horas de duración–, unos meses antes en el Festival de Venecia, tenían otra impresión, favorecida por las saludables condiciones de exhibición de una sala de cine. Transformando al Biberkopf fílmico, casi de inmediato, en uno de los pilares centrales de la filmografía fassbinderiana. En 2007, en ocasión del 25º aniversario de su muerte, Berlin Alexanderplatz volvió a “estrenarse”, esta vez en la Berlinale, en una versión restaurada de notable calidad técnica. Es esa nueva copia la que podrá verse en el Arte Multiplex, a razón de uno o dos episodios por día, dependiendo de su duración.

Es una suerte que la retrospectiva incluya también otro título –no demasiado visto– que acerca una de las miradas más autorreflexivas del realizador. Film colectivo firmado por casi una decena de realizadores –algunos de ellos, nombres insoslayables del Nuevo Cine Alemán, como Alexander Kluge y Volker Schlöndorff–, Alemania en otoño (1978) toma como punto de partida el secuestro y asesinato del empresario Hanns Martin Schleyer a manos de la Rote Armee Fraktion (la Fracción del Ejército Rojo alemana, también conocida como Baader Meinhof) y el “suicidio” de tres miembros de ese grupo armado en una prisión de Stuttgart. Entre episodios documentales y otros que, en la mejor tradición del cine de Kluge, sólo pueden ser catalogados como ensayísticos, destaca el segmento dirigido por Fassbinder. A mitad de camino entre el discurso confesional y el debate político, el realizador se interpreta a sí mismo en un relato que incluye viñetas cotidianas junto a su pareja de aquel entonces, el actor Armin Meier –quien terminaría suicidándose meses después del rodaje–, y una sabrosísima discusión con su madre acerca del pasado y el presente del país. En dos o tres momentos de este cortometraje no oficial, R.W.F. lee en voz alta pasajes de la novela de Döblin, anticipando la escritura del futuro guión en la vida real.

Rebelde por definición, bisexual en el sentido más práctico de la palabra (siempre se reconoció como homosexual), polémico y talentoso, hiperactivo y cocainómano (lo cual, a su vez, lo obligaba a consumir somníferos para poder conciliar el sueño), la vida de Fassbinder estuvo poblada por conflictos y angustias personales y colectivas, pero fue, por sobre todas las cosas, intensa. Como muestra de la potencia de su obra, reflejo de la vida personal y de sus ambiciones como artista, la retrospectiva incluye algunos films de su primera etapa y otros cercanos a su prematura muerte. Entre ellas se destaca su segundo largometraje, que ya lo encuentra en plena forma: Katzelmacher (1969) es la historia de un inmigrante griego (interpretado por él mismo) transformado en el blanco ideal de las burlas, las críticas y también algunas envidias de sus nuevos anfitriones alemanes.

En el otro extremo cronológico, también se exhibirá la así llamada Trilogía de Alemania Federal, integrada por El matrimonio de María Braun (1978), La nostalgia de Veronika Voss y Lola (ambas de 1981), lúcida investigación sobre la vida en la BRD de los años ’50, en plena recuperación económica y social de posguerra, todas ellas centradas en la vida y la obra de sendas mujeres. Son películas que muestran a un Fassbinder en movimiento frenético, a un cineasta que continúa adaptando a sus propios intereses los casos y cosas del melodrama al tiempo que no deja de afilar sus dientes satíricos. Como broche de cierre de la retrospectiva, el miércoles 2 de julio, el crítico de cine y documentalista Sergio Wolf dictará –siempre en el Cine Arte Multiplex– una master class centrada en el director cuyo título, “Fassbinder bajo la lupa”, promete un énfasis en algunos detalles de su filmografía.

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